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domingo, 19 de octubre de 2014

De la espera...



Nada, pero nada de nada.
Absoluta y definitivamente, nada.
No encuentro, en  la espera, nada de nada que pueda convertirla en poética. O dulce. O gratificante. O esperanzadora. O lo que sea que pueda convertirla en algo positivo.
Tengo que aclarar: me refiero a la espera de esperar sin un final a la vista. A esta espera que nunca sé cuándo ni de qué modo terminará. A esta espera que desespera, que nunca termina y que es como el horizonte que siempre está lejos; te acercás tres pasos y se aleja diez. Esta espera que de tan esperada corroe el sentido de esta estéril e inútil espera, suponiendo que esta espera pudiera tener algún sentido.
Claro, si es inútil y estéril... ¿Para qué seguir esperando? Porque, a menos que lo pudiera deshechar por completo de mis expectativas, no puedo hacer algo más. Es un seguir esperando para nada, es una cuestión como automática, forzada por el famoso "la esperanza es lo último que se pierde", y como la cultura te impone que "la esperanza es lo último que se pierde", la espera se convierte en una constante. Y de tanto esperar y esperar la habitualidad lo hace callo.
Entonces "no esperes más y salí a buscar lo que querés"... Eso es más complicado. Lo que quiero es que alguien quiera que nos acompañemos amorosamente entre dos, eligiéndonos día tras día, llegando hasta donde sea que se llegue. Lo que quiero es que partamos de un punto de acuerdo: querer los dos que el acompañamiento amoroso mútuo funcione. Lo que quiero es que no haya una fecha de vencimiento predeterminada, sino que venza cuando deba vencer, si es que debe hacerlo. Lo que quiero es que no haya un vacío de incertidumbre a cada paso; ni un asfalto de certezas; lo que quiero es que todo vaya siendo. Lo que quiero es que queramos conocernos enteros, no por partes o segmentos. Lo que quiero es que seamos dos, siendo dos, con ganas de tener proyectos de a dos y otros individuales. Lo que quiero no depende COMPLETAMENTE de mi decision de ir a buscarlo.  O sí, depende de mí ir a buscarlo, pero no significa que esté, ni siquiera significa que tenga sentido, ni siquiera significa que lo encuentre. Sin descartar que hay todo un coro recitando que "eso no se busca, llega cuando tiene que llegar"... ¿En qué quedamos?, ¿hay que ir por los sueños y deseos o hay que dejar que sólo lleguen?,  ¿Y si nos ponemos de acuerdo?
Lo que también depende de mí es abandonar expectativas, dejar de lado deseos, deshacerme de algunas esperanzas, y como si todo lo anterior no significara nada, abandonar y deshacerme de principios que me son fundacionales; al menos, por ahora. Esto que sí depende de mí,  no estoy dispuesto a revolearlo hacia la nada. Por lo menos no, ahora.
Pero sí creo que el tiempo, en algún momento, hará lo que el agua con la piedra; casi estoy convencido que el tiempo hará que todo lo que hoy es importante, dejará de serlo. Creo que de tanto esperar sin que algo llegue, habrá un momento en que me cague en todo y terminaré acordando con todo lo que no quiero acordar ahora. Creo que por cansancio, desánimo, frustración, amargura, o simplemente porque ya nada valdrá lo que ahora vale, quizá acuerde. Mientras ese momento llegue, toda esta espera es inútil, desgastante y estéril.
Aunque, si hay algo que no es, es inócua.
Y justo por eso, porque no es inócua, creo que un día revolearé todo al carajo. Porque no es cierto que el que espera desespera; o no es cierto que sólo desespera. El que espera desespera, se llena de frustración, desánimo, amargura... Nada bueno sale de tanta nada.
Por supuesto que esto es mi sentir con respecto a la espera. Cada uno tiene el suyo.
Y para que no haya confusiones, esta espera tiene que ver con la llegada de una voluntad que acuerde con la mía. No importa si es un príncipe azul, verde, rojo o amarillo patito; ni siquiera importa que sea príncipe, puede ser empleado, barrendero, chacarero o cualquier otra cosa. Alcanza con que sea ser humano. ¡Bueno!, hasta quizá eso también sea negociable...
Mientras las voluntades no se encuentran... ¿qué pasa? No sé.  No pasa nada, que suma a la nada de esta inútil y estéril, aunque no inócua, espera.
No me joden mis decisiones; al menos no ahora. Me jode que "la magia" nunca se haga.