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lunes, 18 de agosto de 2014

Paseo sabaminguero, del 17/08/2014



Un par de días atrás, empecé con ganas de volver a recorrer Tigre.
Los compañeros de salida, siempre están listos: el bolso matero lleva un termo con café, otro con agua para el mate,yerbera, azucarera,  mate, bombilla, edulcorante y bolsas para tirar la basura. El bolso térmico duerme la noche anterior en el freezer, lo cargo con geles congelados, agua, jugo, gaseosa y lo que sea que deba mantenerse frío.
Se me ocurrió que usar este fin de semana largo (sábado, domingo y lunes) sería geníal, ya que el domingo no debería haber mucha gente; tanto más, cuando la información decía que pasaban 1885 autos por hora por el peaje de Samborombóm, lo que ¿implicaría? que muchos no estarían este "sabamingo". Error. Nunca dijeron si esa cantidad de gente salía hacia la costa o se venía desde allá.
Mi idea original era ir con mi tía, Esther y Sergio, pero los dos últimos no pudieron. Así que, mi tía y yo, anduvimos de paseo.
Salí de casa y me fui a cargar nafta a la estación donde cargo siempre: más vale estación mala, conocida, que buena por conocer. Lo primero que me llamó la atención fue la cola de gente haciendo lo mismo. Me pareció extraño para un "sabamingo". Quizá no lo hubiera sido para un domingo, pero para un "sabamingo"...
Las avenidas que uso regularmente: Paseo Colón, Independencia, Entre Ríos, Rivadavia, no mostraban nada que llamase la atención. Incluso la Panamericana estaba tranquila, hasta... el peaje de Tomkinson. Desde ahí hasta cruzar el Río Luján por el puente de Av. Cazón / Av. Libertador Gral. San Martín anduve una hora a paso de hombre. Nuestro primer punto era el viejo "Tigre Hotel" (http://es.wikipedia.org/wiki/Tigre_Hotel), que hoy es el Museo de Arte de Tigre (http://www.mat.gov.ar/)
Horrible, en Tigre, la organización del tránsito. En muchos lugares faltan semáforos y agentes de tránsito. Nadie organiza, así que todo es un caos. HORRIBLE.
MUSEO DE ARTE DE TIGRE
¡¡¡UN PLACER HABER IDO!!! La entrada cuesta 20 mangos, con posibilidad de hacer una visita guiada. Me emocionó haber podido entrar, recorrerlo.  Conocí el "Tigre Hotel", cuando ya era una ruina. Cuando TODA esa zona era una ruina. Siempre me pregunté cómo sería el hotel por dentro. Y hoy, se me cumplió el deseo. Cuando conocí el "Tigre Hotel", estaba abandonado, sucio, descuidado y con la terminal de la línea de colectivos 60 (http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%ADnea_60_(Buenos_Aires)), usando parte del predio como "cabecera" de Tigre. En aquel momento, esta línea pertenecía a la empresa MONSA (Micro Ómnibus Norte Sociedad Anónima), pero actualmente pertenece a DOTA.
El lugar es impresionante, o por lo menos eso me pareció. Arañas, pisos, vitrales, techos, molduras... Impresionantes. Pensar que hasta hoy, sólo los había visto desde afuera.
Conseguir un sitio para estacionar, fueron dos vueltas de, por lo menos, veinte cuadras. Y "a voluntad" porque estaba con mi tía que es jubilada. El señor "trapito", muy educado, nos dijo que tenían orden de ser amables con los jubilados y que, si no podían, que no pagaran. Y si podían, que lo hicieran a voluntad.
El Tigre Hotel fue un complejo que incluyó al Tigre Club (http://www.actualidaddetigre.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2921:historia-del-tigre-club&catid=44:historia&Itemid=63) que albergaba un casino, que fuera desactivado cuando una ley impidió que hubiera juegos cerca de la Ciudad de Buenos Aires, en 1933. El edificio que se conserva es el del Tigre Club, ya que el del Tigre Hotel fue demolido en 1942.
PUERTO DE FRUTOS
Ya que estábamos en Tigre, infaltable el Puerto de Frutos (http://www.puertodefrutos-arg.com.ar/) Desde el punto anterior hasta poder bajarnos del auto, estuvimos una hora a paso de hombre  unas quince cuadras. El viaje total debe ser de treinta cuadras. IMPOSIBLE la cantidad de gente y de autos. Al final, para no dar vueltas, dejamos al Yejuzilo en un estacionamiento de diecisiete mangos la hora y nos fuimos a intentar entrar al predio. Había tanta gente por todos lados que huimos de ahí más que rápido. Nos sentamos, comimos unos sándwiches y nos volvimos al estacionamiento. ¿Cuánto pagamos? Diecisiete mangos.
Para llegar al siguiente punto, en Béccar (tres estaciones de tren), tardamos más de una hora, a paso de hombre. Parecía mentira: todo el tránsito vehicular y peatonal totalmente descontrolado y nadie que organizara. Entre el Puerto de Frutos y Av. del Libertador deben ser cincuenta cuadras.
VILLA OCAMPO
El siguiente punto de interés fue Villa Ocampo (http://www.villaocampo.org/web/)
¡Hermoso lugar!
Una casona impresionante donde vivió Victoria Ocampo (http://es.wikipedia.org/wiki/Victoria_Ocampo), que estuvo abandonada y descuidada muchos años, hasta que la pudieron recuperar. La entrada cuesta treinta y cinco mangos. El lugar, fabuloso. Cuando comprás la entrada te dicen: "Tenemos tres reglas básicas: 1) Prohibido fumar en cualquier sitio; 2) No pisar el césped; 3) Las fotos se toman sin flash".
El jardín, además de tener una barranca, tiene una fuente, cuatro gansos (http://es.wikipedia.org/wiki/Ganso), una glorieta atestada de Jazmín del País y varios bancos para sentarse. La casona guarda algún mobiliario original, vajilla y libros. Quizá, lo que más me impresionó, fue que la cocina estuviera en el subsuelo. Las dos plantas superiores, no pudimos acceder.
Siguiente punto de interés era la Feria de Artesanos de San Isidro. El viaje hasta ahí, unas quince cuadras, un lujo.
FERIA ARTESANAL DE SAN ISIDRO
De La Feria (http://www.artesanos-sanisidro.com.ar/) no voy a volver a hablar porque ya lo hice. Simplemente maravillosa.
De ahí, era momento del regreso. Nuestro trayecto era de San Isidro (Pcia. de Buenos Aires) a Almagro (CABA). Tomamos Av. Del Libertador y anduvimos a paso de hombre desde Acassuso (Av. del Libertador y Perú) hasta Olivos (Av. del Libertador y Pelliza) Desde ahí se descomprimió hasta la Gral. Paz, que desde la avenida se la notaba más que cargada. Entonces tomé Av. Gral Paz, hacia el Río de La Plata, para entrar por Av. Sarmiento. Av. Lugones estaba "trabada" por la salida de hinchas de la cancha de River Plate. Después, aunque mucho tránsito, fluido. Desde Almagro, volví para La Boca. Mucho tránsito pero tranquilo y con la suerte de haber zafado de un corte en Av. San Juan y Av. Boedo.
¡QUÉ BUEN SABAMINGO!

Mucho tránsito de todo tipo.
Mucha felicidad por haber podido ser parte.
¡¡¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!!!

miércoles, 6 de agosto de 2014

Mi gaytud








En mi vida también hubo un “De “eso”, NO se habla”. Y no se habló. Pero, como todo, un día todo se habló.
Como es mi historia personal, por supuesto, la cuento porque es mía. Porque se me da la gana y porque, de haber sido diferente, hoy no sería este que soy.
Nací un 24/09/1963 en la Clínica Olivos, según la historia familiar; en la casa de una partera, según mi partida de nacimiento.
La primera foto que tengo, que está en mi poder, es de mi bautismo, que fue al cumplir un año. Según mi Fe de Bautismo, eso ocurrió un 26/09/1964.


Nací siendo el segundo hijo, el último. Por diez años sería así, luego, en 1973, nacería mi hermano menor y yo pasaría ser el “del medio”
La siguiente foto que tengo, que está en mi poder, es de mi jardín de infantes, en octubre de 1967, es decir, de mis cuatro años.
 

¿Ya me viste? Soy el que está JUSTO EN EL MEDIO. Mi vieja es la tercera, de pie, de izquierda a derecha; tiene un vestido de lunares y se está agarrando el mentón. Al lado, mi abuela Celsa, o Elsa, como le pusieron al llegar a Argentina, desde Orense, en Galicia, España.
Mi memoria más clara es a partir de estos tiempos. Hacia atrás, también tengo, pero borrosos. Por aquel tiempo vivíamos en la casa de mis abuelos paternos. Pero todo eso ya lo conté en: http://delnoamor.blogspot.com/2013/03/en-camino-al-medio-siglo-mejor-empiezo.html
Por aquel momento estábamos cuando empecé a caer en la cuenta que “algo” no era lo que se suponía fuera. Mi hermano mayor se la pasaba jugando a la pelota y a mí no me generaba ni medio, de hecho, ni trataba de jugar. Cuando me pareció que “eso” no estaba del todo bien, cuando empecé a notar que todos los chicos jugaban a la pelota, cuando caí en la cuenta que mi viejo llevaba a mi hermano a la cancha, me pareció que yo también debía jugar. Por supuesto que, al intentarlo, hacerlo pésimo y quedar siempre último en el “pan y queso”, decidí que se iban todos a cagar y que no iba a insistir con eso que no me interesaba. No sólo no me interesaba, sino que lo hacía tan mal, que todo era rechazo.
De todos modos, sentía que “algo” no era lo que se suponía fuera.
Como la que iba a ser la casa familiar estaba siendo arreglada, algunas veces íbamos a visitar a mi viejo, que estaba haciendo las refacciones. Para 1970, año en que empiezo mi escuela primaria, ya estábamos establecidos. Pero, mientras tanto, íbamos a acompañar los arreglos.
Fue en alguna de esas “idas a visitar” en la que confirmé que aquel “algo” que no era lo que se suponía fuera, incluía el rótulo “de “eso” NO se habla” 
Estaba con mi vieja en la casa de una vecina. Sobre una mesada había una foto de aquella familia: padre, madre, hija e hijo (que sería amigo de mi hermano). Cuando vi aquella foto dije en voz alta “¿Quién es este chico TAN lindo?”, en referencia al chico de la foto. La cuestión es que ahí se desató una situación en la que aquellas mujeres (mi vieja y la dueña de casa) me hicieron sentir una vergüenza inimaginable. Aquella situación me hizo dar cuenta que “de “eso” NO se habla” y que, definitivamente,  “algo” no era lo que se suponía fuera. Aquella situación me hizo entender que, aunque no entendiera porqué, pero “de “eso” NO se habla”.
De ahí en más, nunca hablé.
Por mucho que no lo dijera, SIEMPRE me gustaron otros varones. Y mucho. Pero entre lo que me atraía y lo que se suponía debía atraerme, había una gran diferencia. Esa diferencia de la que no se podía hablar. Así es que desde muy chico conviví con un deseo interno que no podía revelar y tratando de generarme el deseo que debía tener, pero no tenía.
Los mensajes en mi casa eran, definitivamente, homofóbicos. Claro, por aquella época nadie pensaba que tal cosa pudiera existir y ser varón implicaba que debían gustarte las mujeres. Eso sí, putos, existían a montones.
El lenguaje estaba cargado de directivas contra la homosexualidad: “es preferible un hijo chorro que un hijo puto” (frase que se adaptó cambiando puto por cura), “con el culo se caga y con la boca se come”, “a los putos hay que matarlos a todos”… había todo un rosario de frases antiputos.
Existían algunos “famosos” señalados como putos, maricas, o como se le quiera decir. Lo mismo que hoy.
Algunos de aquellos, fueron: Pedrito Rico (http://es.wikipedia.org/wiki/Pedrito_Rico), Eduardo Bergara Leumann (http://es.wikipedia.org/wiki/Bergara_Leumann), Jorge Luz (http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Luz), Osvaldo Pacheco (http://es.wikipedia.org/wiki/Osvaldo_pacheco)... Sólo por nombrar algunos. Y que se entienda: se sospechaba, se decía, se comentaba… igual que hoy con mucha gente. Lo cierto es que cada vez que alguno de estos aparecía por TV, en mi casa empezaba el rosario de frases y yo me quedaba mirando la situación, tratando de entender qué hacer. Pero estaba claro que “de “eso” NO se habla”.
Ahora, mis hormonas empezaron a manifestarse muy temprano. Muy temprano incursioné en la “autosatisfacción”.  Y muy temprano incursioné en los roces placenteros, acompañado. Y muy temprano incursioné en las relaciones sexuales. A este último escalón llegué antes de terminar mi escuela primaria. Aunque pudiera satisfacer el deseo sexual, siempre me quedaba con una sensación de vacío; siempre me quedaba la sensación que “algo estaba faltando”.  Ese algo que empezaba a faltar, era más que sólo la satisfacción del deseo; faltaba el amor. Sentía que el sexo era fabuloso, pero necesitaba sentir que había amor.
Seguía estando muy claro que “de “eso” NO se habla”, ni siquiera con aquellos con quienes lo compartía. Esta situación de no poder conversarlo con nadie, me llevó a sentirme el único puto sobre la faz de la tierra. Y tan raro fue, que pasaron muchos años y parte de mi terapia, para que pudiera darme cuenta que aquellos que estuvieron conmigo, no eran menos putos que yo. ¡En fin!
Pero, “de “eso” NO se habla”. Y el amor seguía faltando.
Entre tanto torbellino de deseo de sexo, deseo de amor, aparece el deseo de cumplir con lo que se suponía que debía cumplir. Entonces debía empezar a hacer algo para que “las chicas” me atrajeran, porque hasta ese momento no me ocurría. Pero no me funcionó.
Se termina mi primaria.
“De “eso” NO se habla”.
Empieza mi secundaria.
“De “eso” NO se habla”.
El puto, seguía siendo yo.
Seguía faltando el amor.
Los compañeros de secretos seguían siendo los mismos dos que desde un principio, y de uno de ellos estuve más que enamorado.
Así como mi época de escuela primaria fue fabulosa, mi secundaria fue todo lo contrario.
Para el inicio de mi secundario acarreo todo lo anterior, las opiniones de nuevos compañeros y empieza a aparecer un fantasma en el horizonte: el Servicio Militar Obligatorio, la colimba. Por aquel tiempo se contaba que, al incorporarte, te “hacen abrir el libro” (lo que era cierto) y si “lo tenés roto, te firman el DNI en rojo, con la sigla OAD, orificio anal dilatado” (lo que era falso, pero tuve que pasarlo para saberlo).
O sea, a lo que traía, se agregaba este fantasma, que de ser cierto, me expondría delante de todos. Y “de “eso” NO se habla”.
Empiezo a sentir la necesidad de hablar, pero no había con quien hacerlo. Entonces empiezo a escribir. Mucho.
1979 me encuentra empezando  mi tercer año del secundario. Ya no éramos el mismo grupo, sino que nos juntaron con compañeros de otra división, situación que no me gustó ni medio y me hizo sentir muy incómodo.  Los viejos compañeros de secretos empezaban relaciones de pareja “hétero” (porque el puto seguía siendo sólo yo) y decido tomar distancia porque ellos no eran putos. Fugazmente pasan dos nuevos compañeros de secretos, en dos encuentros con uno y tres con otro pero nada más. Seguía sin hablar de lo que no se debía hablar, pero lo escribía. Seguía faltando el amor. Con las chicas no me pasaba nada, el fantasma de la colimba no se extinguía…
Un día me harté de todo.
Una mañana me levanté y me propuse que, a partir de ese momento, no importaba nada más. Entonces, llegué al colegio y me fui con el pupitre al fondo del aula y decidí que iba a repetirme la frase “los tipos no me gustan”, de la mañana a la noche, hasta “curarme”.
Y me taladré la cabeza hasta que todo desapareció. Ya nunca más fue. Desde algún momento de 1979, adormecí mi gaytud…
Hice la colimba de principio a fin…
Conocí a mi ex esposa, estuvimos de noviamos durante cuatro años, nos casamos, nació mi hijo…
Un día, volviendo a mi casa desde el trabajo, me doy cuenta que estaba mirando al colectivero y que el tipo ME ENCANTABA. Y no entendí nada de nada. No entendí cómo podía estar sucediendo aquello, si ya “me había curado”; cómo podía estar pasando eso, si estaba casado, tenía un hijo; cómo podía estar pasando eso si ya todo eso no significaba nada…
Y todo aquello que ya no recordaba, volvía a ser un recuerdo. Todo aquello que había convertido en un agujero negro en la memoria, volvía a reaparecer. Y fue un instante en el que lo único que deseé fue morirme.
Mi gaytud se hacía espacio a codazos, en mí.
Intenté, de nuevo, acallar el deseo como ya lo había hecho. Pero no funcionó.
¿Y qué hacer?
Lo manejé como pude hasta el momento en que sentí que ya no tenía identidad; ya no sabía quien era, ni que quería, ni para donde iba… No tenía rumbo. Entonces decidí que debía barajar y dar de nuevo. Esta decisión me llevó a una depresión que me tuvo un mes en cama, levantándome para ir a terapia con una psicóloga dos veces por semana; otras dos veces por semana con una psiquiatra que me medicó y para bañarme.
Decidí que debía separarme para poder rearmarme y definirme nuevamente.
Así empecé a transitar el camino que me trajo hasta acá. Empecé y terminé una terapia. Hice una terapia de grupo. Empecé y terminé otra terapia…
Mi primer incursión en el ámbito gay fue después de un año de separado.
Mi primer pareja gay fue cuatro años después de separado.
Y me divorcié.
Y… Así es como fue todo.
Ojalá nunca me hubiese taladrado la cabeza, pero fue lo que pude en aquel momento en que “de “eso” NO se habla”.
¡Ojalá, tantas cosas!, lo cierto es que lo que fue, fue.
Lo que hoy es, es.

martes, 5 de agosto de 2014

Breve reencuentro con La Feria de Artesanos de San Isidro

Ayer, domingo 03/08/2014; después de mucho tiempo, volví a la Feria artesanal de San Isidro (http://www.artesanos-sanisidro.com.ar; en Facebook es https://www.facebook.com/feriaartesanal.sanisidro). La feria está emplazada en el predio de la Plaza de San Isidro,la “Plaza Mitre” (https://www.google.com.ar/maps/place/Plaza+Mitre/@-34.466249,-58.509665,17z/data=!3m1!4b1!4m2!3m1!1s0x95bcb032c4f1dbfb:0x7b31286fa3b20b0e)




Para quien no conoce el lugar, resulta muy pintoresco. La zona es la más antigua de San Isidro, está rodeada de grandes casonas (por ejemplo, la casa de Mariquita Sánchez de Thompson http://www.quintalosombues.com.ar/mariquita.html, que tiene una placa inmensa indicando que vivió Béccar Varela y no Mariquita, ¡en fin!), miradores (son como balcones que dan hacia el río) y una barranca que lleva “al bajo de San Isidro”, zona revalorizada a partir de la reactivación del Tren de la costa (http://es.wikipedia.org/wiki/Tren_de_la_Costa).
DATO APARTE:
Si alguna vez conociste la zona antes del Tren de la costa, el bajo de San Isidro era como el “Bajo Belgrano”, una zona anegadiza, generalmente descuidada y que fuera reactivada por distintos emprendimientos inmobiliarios. Hasta la llegada del Tren de la costa, los partidos de Vicente López, San Isidro, San Fernando  y parte de Tigre, tuvieron una frontera marcada por esos rieles en desuso: de los rieles hacia el río, todo era abandono. Basta un viaje en el Tren de la costa (http://www.mininterior.gov.ar/sofse/portal/index.php) –hoy del estado, pero en sus inicios fue un emprendimiento privado en la década del noventa, rodeado de sospechas de lavado de dinero y de redistribución “dudosa” de tierras donde mágicamente, algunas casas tuvieron sus amarraderos propios; abandonado hacia el inicio del siglo XXI- y algo de imaginación, salpicada de fantasía, para darse una idea de lo que debió haber sido.
La Plaza Mitre está muy mal mantenida. Está sucia, el piso sigue, como siempre IRREGULAR, las rejas están sucias y despintadas y la escalera, igual que siempre, destruida. Y lo que más sorprende es la falta de accesibilidad para personas con movilidad reducida. Es una lástima porque desluce todo el resto.
FIN DEL DATO APARTE
La plaza de San Isidro está divida en dos, por el declive propio de la zona. Hay una zona más o menos plana y donde empieza la zona más empinada de la barranca, hay una escalera que termina en otra zona de la plaza que está en declive hacia la estación San Isidro del Tren de la costa.
Y siguiendo la división física de la plaza, existe una división en la Feria de artesanos: los de arriba y los de abajo.
Conocí La Feria en 1984. Por aquel momento “arriba”, la zona alta de la plaza, estaba ocupada por artesanos (artesanos, artesanos; no revendedores) y la parte baja, la ocupaban unos pocos anticuarios. Desde aquel 1984 y, de tanto en tanto, recorrí la zona con bastante asiduidad. No sólo porque como paseo resulta muy agradable, sino que para hacer regalos, solía ser una excelente opción. Desde una chuchería, hasta un buen regalo, en La Feria hay lo que uno busque.
La Feria ocupaba toda la Plaza Mitre, así que uno la recorría y aquel paseo llevaba un largo rato. Entre detenerse, mirar, preguntar, esquivar a otra gente… El paseo llevaba un rato largo. Y ya que uno estaba ahí, recorría "la de abajo".
Conocí La Feria más o menos en 1984 y la recorrí, más o menos seguido, hasta el 2001, año en que me separé. Aquella separación me llevó a una pensión en Villa Luro, luego a otra pensión en Vicente López, luego a la casa que había sido de mi viejo en Villa Martelli (en Vicente López), después a un departamento que alquilé en Florida (Vicente López) y por último a La Boca. Pero no me acercó de nuevo a La Feria, hasta que a mediados de 2008 estuve en pareja con un artesano. Volví a recorrer La Feria entre aquel “mediados” de 2008 y algún momento de 2009. En este último tramo del 2009, casi como integrante, sin llegar a serlo.
Visto desde afuera, mi visión era “casi” romántica. Suponía muchas cosas, que resultaron pura FANTASÍA, y que taparon lo único que puede ser cierto: cada integrante de La Feria, no es más ni menos, que una persona. Más allá de cualquier cosa, como en todas partes, encontré personas; algunas más afines y otras, menos. Pero sólo personas, sin más romanticismos.
Entre las ferias de “arriba” y la de “abajo” existía una rivalidad muy manifiesta, que hoy continúa. Los de “arriba” dicen que ellos son los artesanos y que para eso tienen “fiscales” que aprueban, o no, el ingreso de nuevos feriantes; que los de “abajo” son revendedores, que hacen manualidades y que nadie fiscaliza nada, que están ahí sólo por “acomodo”.  Algo de cierto, hay; pero sólo es una mirada. 
“El lobo siempre será el enemigo si sólo escuchamos a Caperucita”. 

Quizá el desafío sea convivir y nada más; vivir y dejar vivir.
Este último domingo 03/08/2014, junto con una amiga, Esther, volví a recorrer La Feria. Me reencontré, después de cinco años, con algunas de aquellas personas más afines y con otras menos afines. Y el reencuentro, SIEMPRE, está bueno.
¿La Feria?
Me extrañó que La Feria “de arriba”, la de los artesanos, esté reducida a la mitad; y la de “abajo”, duplicó, por lo menos, sus puestos.
Como siempre, La Feria, es un hermoso paseo. Los trabajos que uno encuentra son destacables, más allá del gusto individual. El entorno, aunque esté un poco abandonado, sigue siendo agradable.
Pasaron cinco años desde mi visita anterior hasta esta última.

¡¡¡QUÉ BUENO HABER VUELTO!!!