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jueves, 31 de julio de 2014

Con mi terapia todo fue ganancia.


Fue en 2002.
Fue durante junio.
Fue un llamado al Licenciado Jorge Garaventa (www.jorgegaraventa.com.ar)
Fueron doce años de terapia, yendo una vez por semana.
Fue todo ganancia.
Fue una grandísima experiencia.
Fue.
Para principios de 2002, empezaba a reunirme una vez por semana con un grupo de gente gay, que tenía como nombre “Grupo de los jueves”, que encontré por Internet, a finales de 2001. A la vez, me daban de alta en el Instituto Ameghino (http://www.buenosaires.gob.ar/areas/salud/sistemas_salud/ficha.php?id=101) donde estaba haciendo terapia desde finales de 2000, si no me equivoco. Aquella alta llegó en el momento en que la necesitaba. Y comenzar con el Grupo de los jueves, tuvo que ver con mi necesidad de estar con “pares”, de compartir con otros gays y conocer sus historias para dejar de sentirme “el único puto sobre la faz de la tierra”.
Después de un tiempo de participar, empecé a necesitar retomar mi terapia. Hablé con el coordinador del grupo, el Licenciado Jorge Horacio Raíces Montero, quien me recomendó muy especialmente a Jorge, Jorgito, con el tiempo, para mí. De aquel grupo me quedaron dos amigos: Sergio Rivero, Jorge Pedrozo; mi terapeuta, el Licenciado Jorge Garaventa (www.jorgegaraventa.com.ar); y la experiencia de haber conocido gente, sus historias y todo lo que eso significa, al menos, para mí.
La cosa es que tuvimos un par de sesiones previas, como para ver si nos sentíamos cómodos. En la primera, además de alguna cuestión, le planteé que necesitaba un espacio donde poder hablar cara a cara, todo aquello que sentía y tal como lo sentía; y que necesitaba que no me tratara de “usted” sino de “vos” para no establecer ese tipo de distancia, además de necesitar aceptar mi homosexualidad, sintiéndome orgulloso de eso.
Como voy a hablar de “mi terapia”, voy a aclarar qué es para mí, “mi terapia”: Mi terapeuta, yo, la vocación que puso en escucharme, leerme e interpretar todo aquello, mi voluntad de encontrar soluciones, sus aciertos en observaciones que hicieron las diferencias y mi capacidad de cambiar, el consultorio, el vínculo de confianza y comodidad. Todo esto formó parte de “mi terapia” y si no hubiera sido así, hoy no me sentiría como me siento, ni hubiera conseguido todo lo que conseguí.
La conclusión que me queda, sin lugar a dudas, es que todo fue ganancia, visto desde cualquier lugar que lo vea. Fue todo ganancia. Por tanto, habiendo sido ganancia, hoy es una capitalización. Si me siento una mejor persona, también es responsabilidad de “mi terapia”. Pero esta es la conclusión final.
Sin embargo, alguna vez…
- Empecé una terapia sintiéndome absolutamente fragmentado. Cada sesión empezaba, transcurría y terminaba en medio de llantos que me resultaban incontrolables y que expresaban la angustia que sentía. Y fue ahí, en mi terapia, donde los descargué.
- Empecé una terapia, en la que Jorge me habilitó enviarle correos contándole cómo me iba sintiendo y cualquier cosa que quisiera o necesitara contarle. Él, Dios y yo, sabemos la cantidad infinita de mensajes de extensiones impensadas que le envié.
- Empecé una terapia sabiendo que debía deshacer toda una identidad para poder armar MI propia identidad, esa de la que había escapado muchísimos años antes, más de veinte años antes; esa identidad que desconocía que pudiera existir a partir de mis cinco años; esa misma identidad que, de haber sabido que existía, todo hubiera sido distinto.
Así empecé un junio de 2002, en un consultorio sobre la calle Jerónimo Salguero, a media cuadra de Av. Santa Fe y que terminé en otro consultorio de la calle Aráoz, a una cuadra y media de Av. Santa Fe. Durante doce años, anduve por “Villa Freud” y visité bares, shopping y distintos tipos de negocios.
Cuando empecé mi terapia, vivía en la casa que había sido de mi viejo, esa casa donde uno de mis hermanos lo encontró muerto en el baño, el mismo día de mi cumpleaños de 2001. Durante mi terapia empecé a redondear la idea de mudarme y se me frustró un alquiler sobre la calle Amenábar, entre Virrey del Pino y Virrey Arredondo, en Belgrano; pero se concretó otro sobre Av. Maipú y San Martín, en Vicente López donde viví por siete años y donde fui muy feliz. También durante mi terapia se concretó la compra de mi departamento en La Boca.
Durante mi terapia recuperé el vínculo con mi hijazo. Algunos vínculos se mantuvieron, aparecieron nuevos, otros se repararon y otros, definitivamente, tuve que dejarlos ir.
Durante mi terapia tramité y obtuve mi divorcio.
Durante mi terapia tuve mis dos últimas parejas y algunos intentos previos. Y con mis dos parejas, en algún momento, fue un motivo de discusión.
Durante mi terapia transcurrieron los últimos doce años de mi vida.
Durante mi terapia respondí millones de veces las preguntas “¿Por qué seguís haciendo terapia?, ¿para qué hacés terapia?, ¿te sirve hacer terapia?”.
Durante mi terapia conseguí ser esta persona que me llena de orgullo ser. Esta persona con aciertos, errores; flexible, inflexible; con deseos realizados y pendientes; por momentos lindo, por momentos feo; inteligente y lelo.
Mi terapia fue una de las mejores inversiones que hice. Sin dudas.
Mi terapia fue fabulosa, lo que no significa que no tenga pendientes. Los pendientes los resolveré más adelante, en otra “mi terapia”. Si siguieron pendientes, en parte, se debe a que no era este el momento en que debían resolverse ya que algo está faltando, o no se está dando, o lo que sea. Por lo que fuera, no era este el momento en que debían resolverse. Y son estos mismos pendientes los que refuerzan mi conclusión final: sin lugar a dudas, TODO ES GANANCIA, visto desde cualquier lugar que lo vea.

jueves, 24 de julio de 2014

Y de repente...


Resulta que estaba escribiendo sobre el ser “ciudadano” (tema que todavía no terminé, pero que terminaré), cuando un hecho cambió mi tema.
Conversaba sobre mi estado amoroso por WhatsApp (no lo usé porque todavía no lo encontré, pero creo que ya está aceptado por la Real Academia Española el término wasapear, como acción y efecto de enviar mensajes mediante el programa WhatsApp) con un amigo y le dije: “…No sé. Pero todo termina muriéndose. Lo que no consigue desarrollarse, se atrofia. No hay otra”... “ Sí, todo tiene un porqué, pero todo tiene un precio. Nada es gratuito…
Y resultó ser que, al final, por un rato cambié el tema de disquisición. Y por ahora voy a escribir sobre lo que se crece o no.
Después de algún tiempo y dejando de lado la poesía, las esperanzas,  los pensamientos fantásticos, las películas de Walt Disney, las canciones de amor y todo posible endulzamiento de oreja; el escepticismo me ganó y terminé aceptando que:
1) El amor de pareja es un hermoso sentimiento que lo cambia todo.
2)  El amor de pareja NO ES NATURAL, no está presente en NADA MÁS QUE LA CONSTRUCCIÓN CULTURAL DEL HOMBRE.
3)  Con o sin amor de una pareja, una persona vive igual; lo que no se tolera y puede llegar a matar es la falta de afecto.
4) El amor es una construcción que justifica vaya uno a saber qué.
5) DETESTO a lo que se redujo mi vida sin amor de pareja, pero me la tengo que fumar (aunque no fumo desde el 14/06/2011)
6) Nada reemplaza el amor de pareja, uno lo maneja de algún modo, pero nada lo reemplaza.
7) Ya lo dijo La Bersuit en su canción “Coger no es amor”: “Esta noche cargada, / Con bolas de fraile salgo a cazar. / Mucha grasa de chancho / Corre en mis venas, / Energia bestial. / A pesar de que quieras / Lavar tu perfume original, / Tengo olfato sensible, / A la fragancia vaginal. / Te descubriré... / Te encontraré... / Te seduciré... / Te empotraré... Mis redes perfectas, / invisibles te van a atrapar, /  Y un tejido de baba, / Crosta ácida, te encapullará. / Palabras anzuelo / atraerán tu parecer, / Lo más grosero para esta noche / es no poder coger.  / Te irritaré... / Te socavaré... / Te babosearé... / Te atormentaré... / Y no tengo la culpa de / Que todavía pienses que el amor / Lleva trámites absurdos / de frívola seducción. / El romanticismo / es la misma flor con la que te velarán. / ¿Querés que siga hablando? / O... sacate la ropa ¡ya! /Que te oleré... / Te chuparé... / Te lameré... / Y te comeré... / Y el rebaño de gente / Que todavía piensa como vos / No merece la más mínima consideración. / Y no tengo asco a lamer / Tu repugnante moral, / Nadie hasta ahora estuvo tan cerca... / de hacerte el amor. / Coger no es amor... ¡es mucho mejor! / Coger no es amor... ¡es mucho mejor! / Coger no es amor... ¡es mucho mejor! / Coger no es amor... ¡es mucho mejor! / Mucho mejor, mucho mejor... / Mucho mejor, pero... ¡mucho mejor! / Mucho mejor, / Mucho mejor, / Mucho mejor, /Coger es... ¡Mucho mejor!” Fuente: http://www.musica.com/letras.asp?letra=881748

La cosa es que, a fuerza de aciertos, desaciertos, felicidades y decepciones, mi temperamento se vio afectado, reflejando un cambio. Puesto a ver un poco las cuestiones, lo primero que se me cruzó fue que “el amor de pareja no es natural”, se trata de una construcción cultural que lleva tiempo y que justifica la unión de dos personas. No pienso hacer comparaciones con otros mamíferos del reino animal, porque no me parece que justifiquen.
La cultura nos influencia desde hace tanto tiempo y de un modo tal, que tendemos a “naturalizar” cuestiones que son fundamentalmente culturales.
Siendo una construcción cultural, si el amor de pareja no se practica, se olvida. Quizá sea como “andar en bicicleta”, que uno puede olvidar pero después del décimo pedaleo, vuelve a la práctica. Pero si se olvidara, ¿por qué tantos nos quejamos de los desamores? Porque la cultura no te deja olvidar que estás sin amor de pareja. En la mayoría de circunstancias de la vida aparece algún recordatorio de eso que no tenés. Sabés que existe, pero olvidás cómo llegar a volver a tenerlo. Quizá ese “olvidar” lleve a elegir entre: 1) más vale algo, que nada; 2) resignarse a que ya nunca será; 3) buscar sin hacer concesiones; 4) más opciones que no se me ocurren.
Básicamente el amor de pareja es la elección cotidiana de continuar con ese alguien que, por muchas consideraciones propias, es con quien deseo continuar. Y es a mi entender que esas consideraciones cotidianas conforman lo que llamo amor de pareja. O lo que la gente denomina amor.
El sentimiento de amor de pareja lo cambia todo. Sin dudas que es así. Uno deja de pensar en singular y empieza a pensar en dos; de a ratos uno se olvida que se trata de dos y quiere rectificar para volver a pensar en dos. Porque ese otro, ese que hace que sienta ese sentimiento creado por la cultura que se llama amor de pareja, es un alguien que deseamos incluir, tener con nosotros, al que queremos halagar y agradar; que se sienta que nos importa y que sintamos que somos importante para aquel alguien. Cualquier cosa que sea, se sostiene por dos voluntades de estar y permanecer. Una vida singular, se convierte a una vida NO singular. Para andar de a dos es necesario un alguien incluido y con deseos de estar incluido. Así es que el sentimiento de amor de pareja lo cambia todo; hay que empezar a pensar teniendo en cuenta a un otro que desea ser tenido en cuenta.
Nadie se muere por falta de amor de pareja. La situación se sobrellevará de distintos modos según quien sea, pero nadie muere. Como todo lo que falta, de algún modo, termina supliéndose; incluso con la insistente queja respecto de la falta. Y si no está, si no es, no hay forma. En todo caso habrá algún “paleativo”, si es que tal cosa existe. Alguna vez me dijeron: “la frustración encuentra satisfacciones alternativas”, supongo que la insatisfacción podría llegar a ser una de esas satisfacciones alternativas.
Yo decía que “…No sé. Pero todo termina muriéndose. Lo que no consigue desarrollarse, se atrofia. No hay otra”... “ Sí, todo tiene un porqué, pero todo tiene un precio. Nada es gratuito…
Y es que todo tiene un costo; siempre hay un precio que pagamos por las decisiones / elecciones que tomamos. Ya sea que nos conformemos con lo que sea que nos conformemos, ya sea que sigamos adelante haciendo lo que podamos por aquello que creemos que nos merecemos; ya sea lo que sea; el precio que pagaremos no será poco. Y es que sencillamente es así. Por todo lo que decidimos hacer o no; por cada decisión; por cada elección; siempre, siempre habrá un costo. Que nos guste más o menos, creo, tendrá que ver con que obtengamos, o no, lo que deseábamos. Pero siempre hay un algo que pagar.
Todo termina muriéndose: Es la ley de la vida, nacer, crecer, desarrollarse y morir.
Lo que no se desarrolla, se atrofia: porque aquello que no puede seguir su curso habitual, se adaptará a uno nuevo, que no es el que debería, el que tendría que tener.
Todo tiene un precio, nada es gratuito: básicamente todo es así, obtengo algo pero dejo de obtener otro algo. Eso que dejo de obtener puedo o no conocerlo. Pero siempre algo dejaré de tener.

Como sea: “…No sé. Pero todo termina muriéndose. Lo que no consigue desarrollarse, se atrofia. No hay otra”... “ Sí, todo tiene un porqué, pero todo tiene un precio. Nada es gratuito…

lunes, 21 de julio de 2014

Mi punto de vista es otro



“El lobo siempre será el malvado si sólo escuchas a Caperucita”

Por alguna causa que no entiendo demasiado, veo las cosas de un modo diferente al resto. No es nuevo, es de siempre.
No digo que mi visión sea mejor. Ni siquiera es peor (excepto que se trate de mí). Es otra.
No siempre es diferente, obviamente. Coincido en muchos casos, pero en otros… ¡No hay caso! Y no me importa lo que opine nadie. Lo veo y entiendo distinto.
La cuestión más clara es mi propia vida. Entre mis hermanos (soy el del medio) y yo, la visión de aquel tiempo es sumamente diferente.
Pero es lo que suele pasarme: veo y entiendo las cosas desde otro lugar. Igual, nada de eso importa frente al valor de sostener aquello en lo que creo y doy por válido.
La cuestión es que, como siempre, frente a una misma situación dos personas ven algo diferente. Y el ejemplo más claro está dado por  parejas que discuten por la visión que individualmente tuvieron de un mismo suceso.
Cada uno construye una imagen en función de su propia historia.
El problema es que a nadie, parece, le gusta admitir que carece de la objetividad necesaria como para dejar de lado la interpretación y ceñirse al hecho en sí mismo. En realidad, creer, como  ya lo sostuve en algún otro posteo, no es más que una expresión de fe. Creo en lo que alguien / algo según lo que me parece sin muchos más elementos.
Pero no es sólo que nos cuesta asimilar la falta de objetividad (si es que existe), sino que todo debe coincidir con nuestros propios filtros. Entonces miramos actitudes de otras sociedades y opinamos como si nuestras acciones fueran las mejores existentes y olvidándonos del respeto a los otros (sobre todo cuando no los compartimos) y dejando de lado que cada visión es particular. Se me ocurre, por ejemplo, que suelen aparecer cadenas para pedir por la vida de alguien que será apedread@ en alguna determinada sociedad, olvidándonos que sus ideas, creencias y valores son absolutamente diferentes. Nada que justifique una postura o la otra. Lo mismo ocurre con eso que se da en llamar “noticias”, que siempre está adjetivado de algún modo (nunca inocentemente) y que nos gusta más o menos según estemos más o menos de acuerdo; cuando dejen de adjetivarse las “noticias”, quizá, sean más confiables. Es lo mismo que nos ocurre cuando tratamos de justificar algo que no nos gusta demasiado.
Pero en todo actuamos igual: cuando vemos a los animales que se comen entre sí, al que nos gusta, lo justificamos. Pero si no nos gusta, lo insultamos. El león es el Rey de la Selva, mientras que el tiburón es un depredador; con toda la carga que esas denominaciones carga. La zuricata es  un bicho “simpático” porque come carne y sobre todo víboras, pero la víbora es un asco porque carne y se arrastra. La cuestión es, ¿no están haciendo lo mismo?  Interpretamos que los animales son un tipo particular de persona, cuando los animales SON ANIMALES. Los animales tienen  actitudes de animales, no de personas. Las personas intentamos “humanizar” lo que es inhumanizable porque los animales SON ANIMALES. Si el gorila acurruca a sus crías, es un buen gorila; pero si el gorila mata a su cría para que no crezca en cautiverio (o por los motivos que el / la gorila tenga), es un “animal” despreciable. SON ANIMALES, y si actúan de un modo en que las personas no lo hacemos, se debe a que SON ANIMALES.
A pesar de tantas cuestiones, nada de todo esto nos ayuda a cambiar el modo de ver y entender el entorno. Seguimos sin poder despegar de nuestra subjetividad y, quizá lo más notable, no reconocemos nuestra subjetividad.
Ahora, ya, en esto momento, estoy escuchando toda una discusión sobre el conflicto entre Israel y Palestina. Tanto el “experto” como la periodista son judíos, lo que me lleva a preguntarme ¿y la otra opinión dónde está? Por supuesto que a cada supuesta explicación sobre las acciones de Israel se adhiere un comentario del tipo “se ve obligado a”, “no tiene intenciones de”, “debe hacer”…  Mientras que a las acciones de Palestina se las acompaña de “pudiendo evitar, elige hacer…”, “Palestina decide seguir...”.  Y  sigo diciendo que las “explicaciones” sobran. Los hechos son hechos; lo demás son “adjuntos”.
Ni mejor, ni peor. Así somos. Parciales, subjetivos, tendenciosos. Raramente somos objetivos, imparciales y justos (si es que existe la justicia). La cosa es que nos resulta casi imposible reconocernos así.
“El lobo siempre será el malvado si sólo escuchas a Caperucita”
¿Podremos pensarlo?

Dos grandes situaciones, dos


Hoy, 21/07/2014, tuve los papeles listos para presentarlos en el seguro del que me arrancó el paragolpes delantero, el 27/06. Como su seguro es Sancor Seguros, tuve que ir a una oficina en Reconquista  559, 7º piso. Como dato adicional, ahora se van a tomar entre 10 y 15 días hábiles para decidir. ¡En fin!
La cosa es que el día está bárbaro y decidí volverme caminado, ya que no vivo tan lejos y caminar un poco está bueno. Lo cierto es que, incluyendo un par de volteretas que di por mi casa, fueron treinta y seis cuadras y las disfruté mucho. Y siempre me pasa lo mismo: me arrepiento de haber salido sin la cámara de fotos. O no debería, porque ahora tengo la motivación para hacerlo de nuevo, pero con la maquinita en la mano.
Pero en el camino se dieron dos situaciones más que agradables:
La primera: Voy  caminando por Reconquista hacia  Av. Corrientes. Él en sentido opuesto y acompañado por otro muchacho y una chica. Parecería que los dos nos “llamamos la atención” porque nos quedamos sosteniéndonos las miradas.
Yo seguí mi camino.
Él siguió el suyo.
Yo nunca me di vuelta.
El, no sé.
Yo seguí mi camino feliz.
Él, no sé.
Y me acordé de Marilina Ross, que en su tema “Ojos de ciervo” canta (https://www.youtube.com/watch?v=j1HmEzprnHI)  “Ojos de ciervo asustado / huyendo de mi mirada / que obsesiva no lograba / desconectar de tu cara / Ojos profundos de ciervo / que a escondidas me miraban / y al descubrirse observados / huían en desbandada / No sabrán cómo los busqué / por pasillos y salones / detrás de anteojos de sol, / de nieve, de desamores. / No sabrán que los encontré / en el sueño de esta noche / sobre una sonrisa abierta / sin miedo ni cazadores / Ojos cansados mis ojos / por tantas lluvias pasadas / se encendieron de repente / al descubrir tu mirada / Y aunque nunca más se vieron / agradezco la esperanza / que volvió a nacer en mi / iluminándome el alma. / Ojos profundos de ciervo... / los recordaré mañana”.
La cuestión es que, por un brevísimo instante, ese en el que dos miradas se cruzan y se sostienen, sentí que la invisibilidad que me acompaña, esta sensación de ser transparente, se había desvanecido. Fue ese momento en que la mirada ajena revaloriza la propia certeza de ser y estar. Y si no la revaloriza, por lo menos, deja flotando un “mirá que bien”. Y si no deja flotando nada, al menos, es un mimito para el ego. Y si no es un mimito para el ego, por lo menos, es la certeza que alguien se me quedó mirando. Y si no es la certeza que alguien se me quedó mirando, es todo lo anterior. Por los motivos que él haya tenido, pero estuvo bueno que se quedara mirándome. Así como agradezco los halagos que significan algunas situaciones, esta, también lo es.
¿Qué hará que dos personas se queden mirándose a los ojos? No tengo idea. Por lo general, cuando hablo con alguien, miro a los ojos. Cuando veo a alguien que llama mi atención, también lo miro a los ojos. Miro a los ojos porque así me sale. Y no significa más que eso: mirar a los ojos; hay algo en eso que me intriga. Y de tanto mirar a los ojos, puedo asegurar que a mucha gente le molesta. No sé por qué, ni siquiera sé si más que molestia es intimidación, incomodidad… Desconozco. Es como todo: en alguna gente genera una reacción de comodidad y en otros, de incomodidad; también de indiferencia, por supuesto.
La segunda: Seguí caminando siempre derecho por Reconquista, crucé la Plaza de Mayo (siempre invadida de palomas y turistas, aunque no sé de cuál hay mayor cantidad) y se convirtió en Defensa (que cuando se termina, al 1700, se convierte en Av. Patricios que es el límite entre los barrios de La Boca y Barracas). Pasé por Defensa y Alsina donde está la Basílica de San Francisco de Asís (http://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_San_Francisco_(Buenos_Aires)), pasé por Defensa y Chile, sitio en el que se encuentra un banco de plaza en el que está sentada Mafalda y que indica el inicio del Paseo de la Historieta (http://www.turismo.buenosaires.gob.ar/es/atractivo/paseo-de-la-historieta) Seguí por Defensa y llegué a la Plaza Dorrego (Defensa, Don Anselmo Aieta, Bethelm, Humberto Iº; http://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_Dorrego), que es la plaza más reconocida en la zona. La plaza tiene mesas de un bar que está enfrente, además de algún artesano aunque la mayoría de ellos están presentes en el fin de semana. La cosa es que iba por la vereda de la Plaza, y un mozo con el que me crucé, me saludó con un “¡Hola, buen día!” y me encantó el gesto. Por educación, por confusión, por el motivo que haya sido; en momentos en que el otro no parece prójimo ni mucho menos próximo; y cuando un saludo es entendido de mil modos distintos pero nunca como un gran gesto; recibir un saludo en la calle y de alguien desconocido es magnífico. O a mí me lo parece.
Salí esta mañana a hacer un trámite.
Volví al mediodía después de hacer un trámite y me traje el plus de haber sido objeto de dos situaciones fabulosas.

domingo, 6 de julio de 2014

Los domingos tienen...

cosas de domingo.
Aunque en la semana también estén, hay cosas que los domingos parecen ser distintas. Y hay otras que sólo ocurren los domingos. ¡En fin!
Para Simona y Berta, domingo es sinónimo de...
 
 
baño seco en su marmolina, limpieza de jaula y alfalfa en rama.
 
 
Ropa secándose en el tender...

 
y más ropa secándose, pero en el secador.  Las sábanas, "casi" son una exclusividad que se seca los domingos.
 
 
También es una jornada que resulta agradable para encender un sahumerio...

 
o dos, dependiendo del momento, del día...

 
La lámpara de lava está encendida desde el sábado, aunque a veces sea sólo por el domingo...

 
y la lámpara de sal que sigue el mismo camino que la lámpara de lava...

 
lo mismo que la fuente, que si no le acomodo las piedras, hace mucho ruido...

 
y el elctrocutachobis que no trabaja tanto estos domingos invernales, como en los de verano.
 

 
Y un domingo es ideal para encender una vela...

 
o dos, según sea.
 
Los domingos tienen cosas de muy domingo. Lo que sea, está bueno para marcar la diferencia.



miércoles, 2 de julio de 2014

Certificado: Somos, fuimos y, si no conseguimos cambiar, seremos una SOCIEDAD ETERNAMENTE ADOLESCENTE

Desde el 12/06/2014 y hasta el 13/07/2014, se desarrolla en Brasil La Copa Mundial de fútbol 2014.
Que no me gusta, ni me interesan los deportes en general, y el fútbol en particular, no es una sorpresa para cualquiera que me conozca.
No me gusta, ni me interesa el fútbol. La verdad es que si Argentina gana una competeción deportiva de cualquier tipo, me gusta sólo porque el país resulta campeón en algo. Y destacarse, está bueno. Pero por gusto individual, no sigo ni me interesa ningún tipo de deporte. Menos el fútbol, que ya lo dije en muchas oportunidades, pero es así.
La cuestión es que ayer, 01/07/2014, se jugó el partido entre Argentina y Suiza, que ganó Argentina casi al terminarse el alargue, por uno a cero.
La cosa es que vengo escuchando algunas declaraciones y sostengo lo que dije en http://delnoamor.blogspot.com.ar/2012/08/y-si-un-dia-crecemos.html: estaría bueno que algún día crezcamos.
Para empezar voy a decir que, al menos para mí, no le quita significación que se trate de un deporte; creo que todo lo que hacemos nos identifica, incluso, el deporte. Si no, parecería, que no tiene importancia. En particular creo que la tiene, justamente, porque nos define; porque por todos lados se habla de cuanto nos identifica el fútbol y de todo lo que representa en nuestro "SER NACIONAL", así como el asado, el tango, el Obelisco. Y tampoco creo que todo se justifique, ni mucho menos creo en que "es parte de nuestro folclore".
Escucho a periodistas decir que "yo quiero que gane Argentina, que pierdan todos porque NOS ODIAN", como si eso fuera justificación para que uno se comporte del mismo modo. Lo que los demás hagan, sientan o piensen, define a los demás. A nosotros nos define lo que nosotros hacemos. Por otro lado, es bastante arriesgada la afirmación ya que uno no es los demás, ni mucho menos, TODOS los demás. Y suponer que todos están representados por una minoría en un estadio, resulta, por lo menos, arriesgado, también.
Esta mañana entrevistaban a alguna gente que volvía de Brasil, de haber visto el partido ayer. Mucha gente coincidía en que había muchos brasileños alentado a la selección Suiza, de como gritaban "ole" durante el partido, de... Y mientras escuchaba todo eso como una letanía por el maltrato recibido, no podía dejar de preguntarme, ¿a nadie se le ocurre que las hinchadas argentinas llevaron un cántico de MIERDA a los estadios brasileños? La verdad es que si nos tratan mal, nos lo merecemos por haberles ido a cantar:
"Brasil, decime qué se siente
tener en casa a tu papá.
Te juro que aunque pasen los años,
nunca nos vamos a olvidar...
Que el Diego te gambeteó,
que Cani te vacunó,
que estás llorando desde Italia hasta hoy.
A Messi lo vas a ver,
la Copa nos va a traer,
Maradona es más grande que Pelé..."
¿Qué nos pasaría a los argentinos si nos vinieran a cantar esto?, ¿qué nos pasaría si alguien echara a rodar la versión que "Maradona debutó con un pibe"?
A ver... ¿qué estaríamos diciendo?
Insisto: el día que crezcamos, no haremos lo que no nos gusta que nos hagan.
Mientras, si hay argentinos cantando lo que se canta,  si hay argentinos diciendo lo que se dice... A llorar a la iglesia.
¿Cómo se puede pretender que si agredimos, no nos respondan igual? Y si esto es el famoso "folclore del fútbol", ¿de qué carajos se están quejando? Recibimos lo mismo que damos.
Si pudiéramos crecer, quizá, dejaríamos de justificar todo lo que hacemos para empezar a hacernos cargo de lo que hacemos.
¡EN FIN!