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jueves, 26 de febrero de 2015

Un viejo caserón


Los primeros veinticinco años de mi vida, transcurrieron en Munro.
Viví en los confines del Partido de Vicente López, ahí donde se terminaba y se emparentaba con Villa Ballester, que pertenece al Partido de San Martín.
Cuando me mudé ahí, mi calle, Gobernador Emilio Castro estaba asfaltada. Y parece que bastante bien, porque hasta la última vez que la vi (seis meses atrás), estaba intacta. Pero la de la esquina más cercana, San Juan, era de tierra. Después llegaría el asfalto, y la modernidad se encargaría de la calle San Juan, que tenía doscientos metros de extensión. Sí, la calle San Juan existía entre Fray Cayetano Rodríguez y Triunvirato. Por supuesto, en el medio, estaba cortada por mi calle: Gobernador Emilio Castro. Y mi calle, entre San Juan y 5 de Julio, también era de tierra. Algo más de aquello, lo cuento acá: http://delnoamor.blogspot.com.ar/2013/03/en-camino-al-medio-siglo-mejor-empiezo.html
Para que no te mareés tanto, acá está el mapa que, más o menos, aclara un poco lo anterior.

En la esquina de San Juan y Gdor. Emilio Castro estaba la canchita, donde todos jugaban a la pelota. Por supuesto, por ahí yo no aparecía. Pegado a la canchita, estaba una especie de corredor con montañas de tierra irregulares donde jugábamos a apedrearnos (sí, nos tirábamos piedras) y para andar en bici, haciendo algo que después se llamaría “mountain bike”, pero con las bicis de aquella época.

No, esta no. Yo aparecí en el mundo un poco después.


Mi bici era una parecida a esta, de color naranja. No me acuerdo de la marca, pero en aquella época eran muy conocidas las Legnano, Aurorita, Sevillano… La mía no era ninguna de esas JAJAJJAJAJAJAJAJA
La canchita fue invadida por el obrador que se instaló para asfaltar la calle San Juan y la continuación de mi calle, Gobernador Emilio Castro.
Sigamos…
Mi calle, en su tramo de tierra (que luego dejaría de serlo), tenía una particularidad (que nunca perdió): tener la mitad del ancho de la calle asfaltada.
¿Y por qué es más angosta?


Mirando este mapa, que encontré en Internet y no tengo idea del año en que fue hecho, veo que hay dos grandes loteos: 1) Macedo y Cundiño (o Cuabiño o…) sobre el que se extendería la Av. Vélez Sarsfield hasta llegar a la Av. Alcorta (o Primera Junta o Urquiza, según para quien); 2) Andrés Badano, sobre el que se abrirían las calles Cerrito, Triunvirato, Gdor. Emilio Castro y sobre la que estuvo la cuadra de mi casa y, al menos, parte de un caserón fantasma.
La continuación de mi calle, Gobernador Emilio Castro, tenía la rara particularidad de ser la mitad de ancho, un misterioso caserón, la canchita y la cal. La canchita, la cal y la media calle eran zona abierta, habilitadas para el uso cotidiano.
Pero aquel caserón se erguía imponente, cercenando media calle con una de sus medianeras, mirándonos desde algunos de sus vitrales y regocijándose de su amplio jardín que daba sobre la calle 5 de Julio. Todo aquello me generaba una grandísima intriga. Intriga que se mantuvo durante todos estos años. Creo recordar que por ahí había una pileta de natación, pero no me acuerdo si estaba dentro del caserón o si era parte de la cal, lo mismo que creo recordar una cancha de tenis, pero no lo puedo asegurar.
¿A quién perteneció?
¿Quién vivió ahí?
¿Por qué dejaron fuera a la canchita y la cal?
Un montón de preguntas a las que nunca conseguí que me respondieran.
Alguna vez creí que el caserón había pertenecido a la Quinta Ader, pero este mapa que encontré hoy, se encargó de aclararme que no fue así.
La cuestión es que Internet no me brinda muchas más respuestas y en una página del Partido de Vicente López (http://www.vicentelopezportal.com.ar/partido%20de%20vicente%20lopez%201.htm) sólo se mencionan los apellidos que aparecen en esos grandes loteos.
La cuestión es que hoy sé algo más, lo que no es poco.
Hoy no tengo muchas más certezas.
Hoy no encuentro fotos de aquel caserón.
Hoy creo que perteneció a la familia Badano, pero no lo puedo asegurar.
Encima, hoy, aquel caserón ya no existe...

sábado, 21 de febrero de 2015

Estoy fallado...




Estoy fallado, no hay otra.
Resulta que hay un “algo” que me falta, que no está, que no tengo. No puedo asegurar que nunca lo haya tenido. No puedo decir si alguna vez lo tuve y después lo perdí o si, simplemente, nunca lo tuve.
Hay un tipo de pasión (¡mierda!, sorprendente la definición en el Diccionario de la lengua española, www.rae.es), apasionamiento, que no tengo. O que perdí. O no sé.
No me gusta el fútbol (lo que no es una novedad), pero tampoco  siento mucha inclinación a ningún deporte. Pero así como con el deporte, me pasa con muchas otras cuestiones: la política (que no sólo no me apasiona sino que me genera un grandísimo rechazo como consecuencia de los políticos), los artistas (músicos, actrices, actores, Etc.)… Y por esto es que no siento lo que sienten los fanáticos.
¿Sangre de horchata? MMMMMMMMMMMMMMMMno sé. A mí me parece más un cúmulo de decepciones, desestimación absoluta de probables ídolos, altas dosis de acidez y un sarcasmo afiladísimo. Y quizá la verificación empírica de una frase típica de mi viejo “NO SEAN PELOTUDOS ÚTILES” (o mi interpretación de ésta) que puede haber aportado lo suyo. O soy yo, que le otorgo a todo lo anterior la entidad suficiente como para deshacerme del fanatismo, o ese tipo de pasión parecida al fanatismo.
Veo a los fanáticos de equipos de fútbol y me cuesta entender el funcionamiento de la cuestión. No critico ni cuestiono, pero no entiendo el mecanismo. Pienso en que el “hincha” paga la cuota de socio, paga la platea, palco o lo que sea (y siente orgullo de eso);  compra la camiseta, gorro, pelota… O sea, invierte tiempo, sentimiento y guita. Como respuesta recibe que: todo tiene que pagarlo, quizá algo más barato, pero tiene que pagar; una gran parte de esa guita, va a la barrabrava; que los jugadores hacen lo que su bolsillo manda (los jugadores TRABAJAN de jugadores, no son hinchas) e, incluso, son capaces de complotar contra alquien del club, aunque eso implique unos resultados horribles y que le generan al hincha unos sentimientos de gran pena.
Veo a los fanáticos de distintos artistas siguiéndolos a todas partes, pagando lo que sea por ir a verlos y recibiendo sólo eso: una vista. Cualquier trato especial que se reciba estuvo precedido de la compra correspondiente, si no, todo es distante.
Veo las actitudes y no consigo entenderlas. Tampoco importa si la entiendo o no, porque lo que justifica todo esto, parece, es la pasión, el apasionamiento, el fanatismo…  Y son cuestiones ajenas, no mías.
¿Qué me pasa a mí con esto?
Para empezar no tengo ídolos. No creo en los ídolos. Los ídolos, según mi óptica, no existen. Los ídolos siguen siendo personas. Pueden hacer o decir grandes cosas, pero eso no los enaltece más allá de aquello que hicieron o dijeron. Pero siguen siendo personas que hacen cosas buenas y malas; lindas y feas; que tienen aciertos y desaciertos. Son personas. Y por tanto, falibles y perfectibles.
Cuando algo me gusta, me quedo con eso y no con quien lo hizo, protagonizó, interpretó o lo que sea. Me quedo con la cosa, no con el responsable. Y la explicación es la misma que la anterior: se trata de una persona.
El idealismo (http://lema.rae.es/drae/?val=idealizar) lo enfoco en otras cosas y quizá en otras personas pero que conozco y son parte de mis entornos. Fuera de mi entorno, de máxima, admiración. Esta cuestión no me pone en ningún lugar, excepto, que me corre de la posibilidad de creer desmedidamente en alguien, excepto que forme parte de mis círculos.
Como sobrevuelo una extraña zona gris, veo actitudes “fanáticas” poco agradables que quedan en un terreno de aceptación que, la mayoría de las ocasiones, me sorprende. No siempre para mejor. Pero sí me sorprende. Leer, escuchar o ver a algunos fanáticos deseándoles  cosas horribles a otros fanáticos sólo porque son fanáticos de cosas opuestas y justificando la acción, me sorprende. Y mucho más cuando critican en otros la misma actitud, y muchas veces en la misma situación.
Y nadie, en general, se detiene a observarse. Pero si a criticar a otros que hacen eso mismo. ¡En fin!, parte de nuestra forma de ser.
Esta situación de maltrato de unos con otros, particularmente, me duele. No me molesta, me duele, me genera bastante angustia ver que unos buscan destrozar a otros. Y que tanta animalidad es tolerada y aceptada. A mí, particularmente, me duele, me angustia, me preocupa… No me gusta nada y me gustaría que dejáramos de justificarla. Después todo el mundo habla de la violencia de los demás, pero ¿qué pasa con la que cada uno aporta?, ¿no deberíamos tratar de ser más responsables con nuestras actitudes?, ¿qué le transmitimos a nuestros hijos con nuestros actos?
Y de todo SIEMPRE es responsable el otro, y si reaccionamos de tal o cual modo, “la culpa” es del otro por hacer, no hacer, decir, no decir…
Todo esto me hace acordar al supuesto chiste de los zapatos embarrados: dependiendo de quien los lleve puestos, es la interpretación que los demás hacen.
Aunque todos sabemos que así funciona, que cada uno entiende lo que puede con lo que tiene, que la objetividad es un gran deseo y muy poco alcanzable, todo el mundo se proclama el adalid de la objetividad, cuando apenas si pueden asomar de la subjetividad… 
Ser subjetivo es una condición humana. 
Ser necio es un problema.

viernes, 20 de febrero de 2015

Breaking bad...


Fue una serie norteamericana (http://es.wikipedia.org/wiki/Breaking_Bad) que empezó en 2008  y terminó en 2013. Parecería que fue sensación.  Y yo llegué de casualidad. El nombre podría traducirse como "de mal en peor", "salimos de Guatemala y nos metemos en guatepeor", "estamos pa'trás", "negro, la REcagaste", o algo así. No sé si se entiende, pero es algo así...
Un día, hablando con Patricio, mi sobrino, salió el tema de esta serie. Serie que dio origen a otra serie "Better call Saul" ("Mejor llame a Saúl") (http://es.wikipedia.org/wiki/Better_Call_Saul) y serie que tiene su versión colombiana, con el nombre "Metástasis". La cosa es que él estaba más que entusiasmado con la serie, y me la requetecontra recomendó. Como soy un tipo un poco lento, me tomó algunos días empezar a verla. Lento y obsesivo...
La cosa es que en Netflix están los 62 capítulos de cuarenta y cinco minutos, excepto los dos últimos que son de casi sesenta. Arrancás y no para hasta que cambia la temporada. La cosa es que empecé el 15/02 y terminé de ver todos los capítulos el 19/02.
Esto ya me había pasado con "Six fit under" (http://es.wikipedia.org/wiki/A_dos_metros_bajo_tierra) que fueron 63 capítulos de cincuenta y cinco minutos.
Volviendo...
La serie trata de un profesor de química al que, al cumplir cincuenta años, le diagnostican cáncer de pulmón. Y la serie termina cuando cumple cincuenta y dos. El tipo es casado, tiene un hijo de quince años con parálisis cerebral leve y una bebé en camino. Claro, al terminar la serie, la bebé ya nació. Trabaja dando clases y en un lavadero de autos.
La cosa es que, frente al diagnóstico, decide que tiene que encontrar el modo de dejarle dinero a su familia, y hace la cuenta que necesita dejarle setecientos treinta y siete mil dólares. Decide asociarse a un exalumno drogón y distribuidor de drogas para fabricar metanfetaminas (http://es.wikipedia.org/wiki/Metanfetamina). El tipo consigue un producto de máxima pureza (entre el 96 y 99%) y de color azul, que lo distingue de todos los demás.
No te cuento más, si querés la podés ver.
La cosa es que me hizo acordar a la frase "el camino al infierno está tapizado de buenas intenciones" (http://hombrerefranero.blogspot.com.ar/2011/10/el-camino-del-infierno-esta-empedrado.html) ya que todo es una complicación detrás de otra y una mentira detrás de otra. Por mucho que sea una serie, impacta ver como cada nueva complicación arrastra a una peor; y todo va empeorando y arrastrando a más gente y los daños colaterales son cada vez mayores, aunque se busque minimizarlos... Impresiona.
Acá vi los capítulos todos seguidos, cuestión que hace que los detalles se mantengan frescos y la historia se mantenga. De todos modos, es más que recomendable.
Como sea: El camino al infierno está tapizado de buenas intenciones, podría ser una traducción posible para "breaking bad". Acá se cumple aquello de "lo que empieza mal, termina peor", pero en la realidad no siempre es así.
Breaking bad! = ¡Negro, la recagaste!

viernes, 13 de febrero de 2015

Mi soledad y yo...


Hoy (12/02/2015) me pasé el día con mi tía y con Clarita, una amiga de mi tía.
Fue un gran día. ¡Gracias tía por el día de hoy!, ¡Gracias Clarita por compartirlo!
Claro, de tanto que uno conversa, es inevitable recordar situaciones, personas, lugares, acontecimientos. Y de repente uno recuerda que no recordaba, recuerda que no había dicho o recuerda que ya lo había dicho. Como sea, parece como inevitable que uno vuelva a reflotar hoy algunas cuestiones de un hoy ya pasado.
Particularmente creo que "Lo mejor es hoy y en este preciso momento". Resulta desmedidamente cursi aclarar que no coincido con "todo tiempo pasado fue mejor" y mucho menos con "lo mejor está por venir". Aquí y ahora; lo demás es técnica publicitaria; según yo. Por otro lado, no soy un "añorante" cosuetudinario, es decir, no ando por el día a día pensando en todo lo que ya pasó, ni en lo ya no tengo, ni en la grandeza de ayer, ni...
¡No!
Sin embargo, conversando, desempolvando hechos que el tiempo convirtió en recuerdos, acariciando viejas lindas sensaciones (y de las otras); algo de todo lo que ya fue se hace presente. Y en el presente de aquellos recuerdos, aparecen algunas presencias de ayer que hoy ya no lo son. Nada nuevo, ni nada que no nos pase con cualquier cuestión. No se trata del pasado que vuelve, sino de un tierno y agradable recuerdo.
Pero como muchas otras cuestiones, ésta tampoco me resultó inocua y cuando volví a casa, detrás de la puerta me esperaba una vieja conocida: la señora "Ausencia de Compañero".
Ausencia resulta ser un nombre bastante poco usual, común y corriente, que al juntarse con algunos "rancios" apellidos resulta en unas combinaciones inquietantes: Ausencia de Valores, Ausencia de Agallas, Ausencia de Tacto, Ausencia de... lo que sea. Mi vieja conocida es la señora "Ausencia de Compañero".
Como dije, Ausencia de Compañero me esperaba pacientemente detrás de la puerta. En verdad nunca se fue de ahí, ocurre que como consecuencia de aquellas rememoraciones, encontró el resquicio para asomarse y recordarme que ahí está siempre. Aunque no la registre, ella cotidianamente está.  Quizá haya sido el paso del tiempo el que empujó a Ausencia a un sitio sin lugar, quiza haya sido la fuerza del acostumbramiento, quizá haya sido el aburrimiento, quizá algún día sepa qué empujó a Ausencia hacia el olvido momentáneo.
Y siguiendo con la temática que el día había tenido, con mi vieja conocida la señora "Ausencia de Compañero", conversamos y aprovechó para reclamarme que durante algún tiempo ni siquiera creía que fuera posible conocernos y mucho menos tratarnos;  que me había dejado llevar por mi expectativa favorable a conocer a quien pudiera ser un futuro compañero;  por la expectativa que depositaba en mi perfil en algún sitio gay (y que todavía mantengo); por las expectativas que ponía en los cafés generados; por mi excesiva confianza en la gente; por la supuesta seguridad que me había generado haber tenido dos parejas estables... Me reclamó que durante mucho tiempo jamás la había considerado y que, sin embargo, hoy la única que estaba firme ahí era ella, mi vieja conocida, la señora "Ausencia de Compañero".
Tenía razón. En parte tenía razón, pero es cierto que no tenía mucho sentido el pesimismo que supone la ausencia de todas las expectativas posibles. No por lo menos así de la nada. Después la experiencia haría lo suyo.
Y acá estamos.
Como diría Alejandro Sanz, "Mi soledad y yo"
https://www.youtube.com/watch?v=kXHEBVTTb70

domingo, 8 de febrero de 2015

Yo vivo en esta ciudad...

Desde 2009, yo vivo en una ciudad, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que por estos tiempos , a mí como vecino, cada vez me limita más el derecho a circular libremente.
Resulta que vivo, trabajo y pago todos mis impuestos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con esto quiero decir que mi cotidiano transitar ocurre dentro del éjido de la CABA, y que mis impuestos se usan para mantener la ciudad. O sea, todo lo que la Ciudad hace, cuenta con la parte que le corresponde de los impuestos que pago y tengo más que al día.
Resulta ser que, además de vecino, soy un vecino que tiene un auto.
Resulta ser que circular se está haciendo, cada vez, más complicado.
Veamos:
1)                      COCHERAS: Mi auto viven en la calle, lo mismo que tantos otros. Esto no significa nada, excepto porque ningún estado (de la Ciudad o Nacional) regula el precio de los estacionamientos. Esa falta de regulación hace que los precios de las cocheras sean una vergüenza y, en consecuencia, expulsan a muchos de los que las alquilaban; ergo, las calles reciben a los expulsados. Esto genera menos espacio para circular y estacionar.
2)                      NUEVOS EDIFICIOS: En CABA hay muchísimos emprendimientos inmobiliarios, muy bonitos, con muchos salones de usos múltiples  y piletas pero sin cocheras. ¿Por qué no se obliga que las nuevas construcciones tengan, además, una cochera por departamento (por lo menos)? Claro, como eso no se hace, los autos de esos residentes van a parar a la calle. Que se suman, por supuesto, a los que ya estaban. No es mi descubrimiento dejar expuesta la situación contradictoria de: más edificios, más gente, más circulación. 
3)                       METROBUS: No voy a entrar en muchos detalles, pero ese emprendimiento le arrebata a las calles algunos carriles, ya sea para la circulación de los colectivos como para las “estaciones” donde ascienden y descienden los pasajeros. Además, en avenidas donde se instala este servicio, no se puede estacionar. Menos espacio para estar, pero los vehículos ya existían, por lo tanto, lo único que se consiguió fue complicar a la gente que vive en la zona y a la que, por distintos motivos, debe ir.
4)                       CANTEROS CENTRALES: En algunas avenidas se construyen (hace poco en la Av. Montes de Oca) o hace tiempo ya que las tienen. En alguna avenida, ese cantero se destruye para construir el Metrobus. El cantero arrebata parte de un carril de circulación rápida.
5)                       CICLOVÍAS: El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires impulsa la idea de una “Ciudad verde”, que incluye como uno de sus ejes el uso de la bicicleta. No quiero entrar en mucho detalle, pero las objeciones que se me presentan para esta cuestión, pueden ser: 1) En invierno te congelás; 2) los días de lluvia te empapás; 3) los días de calor te insolás; 4) los empleos (fundamentalmente los del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que es quien intenta imponer esta cuestión) no están preparados para que uno llegue y se recomponga de la bicicleteada –duchas para bañarse, vestuarios para cambiarse la ropa, Etc.-.Las ciclovías aportan: 1) Se le resta al tránsito vehicular un carril, haciendo que las calles se congestionen con más facilidad; 2) Ese carril se resta de igual tamaño, sin importar si la calle es ancha o angosta; 3) Restan una mano para poder estacionar, ya que está prohibido hacerlo sobre el cordón de la ciclovía; 4) Se reduce la velocidad máxima de circulación de 40 a 30 Km/H, en las calles (¿intentaron circular a 30 Km varias cuadras seguidas?, ¿alguien lo intentó con los bondis que te “empujan” sin respetar las velocidades?); 5) Un descontrol adicional ya que no hay educación para los ciclistas que, en muchos casos, suponen que no deben cumplir con las leyes de tránsito (semáforos, prioridad de paso, Etc).
6)                       CONTENEDORES DE BASURA: El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires los instaló cómodamente sobre la calle, lo que resta parte de un carril, tanto para estacionar como para circular. De estos contenedores, en algunas zonas, hay dos: los de basura no reciclable y los de basura reciclable. Y esta cuestión de acomodarlos sobre la calzada ocurre tanto en vías anchas como en vías muy angostas. Si alguien quisiera tomarse el trabajo, la Av. Patricios tiene una traza muy angosta obstruida por estos elementos, y cuenta con unas veredas más que amplias.
7)                       ENSANCHAMIENTO DE VEREDAS: En algunos lugares, La Boca, por ejemplo, se ensancharon veredas y/o se ampliaron ochavas. A esto se suma, en muchos sitios, la ciclovía.
8)                       PARQUÍMETROS: Hay zonas donde están instalados desde hace mucho tiempo, lo que hace que ese estacionamiento sea medido, lo que reduce los lugares de estacionamiento. Y sobre esto no me queda claro qué pasa si uno vive en la zona de estacionamiento medido.
9)                       CARGA Y DESCARGA: Hay zonas reservadas exclusivamente para esto, restringiendo espacio para estacionar y para circular.
10)                   ESTACIONAMIENTOS RESERVADOS: Hay zonas reservadas para estacionamiento, sea por discapacidades o por privilegios.

La cuestión es que, se supone, la ciudad es un sitio para para todos, sin embargo, con todo lo anterior, circular con los autos se hace cada vez más complicado. La cantidad de vehículos es cada vez mayor, y los espacios para circular se reducen notoriamente. Sin embargo, los autos son un estorbo pero no dejan de generar interesantes ingresos: las autopistas, los grabados varios (autopartes, cristales), renovaciones de registros, patentes, multas, acarreos… Ya que pagamos impuestos en general y relacionados a los automotores en particular, ¿no nos merecemos, al menos, un trato menos acosador? Mientras somos útiles para tributar, somos hostigados al momento de circular.
UN DATO NO MENOR: todas las medidas se toman en un escritorio y están avaladas por funcionarios que se desplazan en vehículos que rezan “Libre tránsito y estacionamiento”, lo que implica que no están alcanzados por las restricciones que sí nos alcanzan “al resto”. Del mismo modo se intenta forzar el hábito del uso de la bicicleta, pero no se lo aplican a los funcionarios más altos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Convengamos que todo esto es lo mismo de siempre: al tipo común y corriente lo acorralan con cuestiones que a ellos no los toca. ¿Y por qué? Simple:  privilegios.
Ahora se habla de instalar parquímetros en el 52% de la Ciudad. Eso se haría después de las elecciones, lo que me hizo acordar a Ménem cuando dijo “si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me hubieran votado”. Bueno, parece que esta administración del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anda por esos caminos. Lo que periodísticamente se dijo (varias veces, ya) es que la idea es que la tarifa del parquímetro sea progresiva, es decir, a medida que pasan las horas, más caro es el valor de la hora. Y me pregunto: Si vivo, trabajo y tributo en CABA, ¿por qué, además, tengo que tener tantas restricciones?
En Vicente López, con la cuestión del Metrobus, la Municipalidad delimitó los estacionamientos callejeros. Imagino que el próximo paso es cobrar.
En Acassuso está lleno de carteles que prohíben estacionar, en las inmediaciones de la Av. Santa Fe.
Seguro este se repite en muchos otros lugares, y me pregunto: ¿nadie tiene en cuenta que uno necesita llegar a esos sitios? Quizá para pasear, pero ocurre que todas esas zonas están llenas de profeisonales de distintas disciplinas (abogados, dentistas, médicos, contadores), instituciones (municipales, centros médicos, centros de rehabilitación, geriátricos) y de parientes que reciben visitas por cualquier motivo.
Quiero que no se afecte mi mover dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Porque es donde vivo, trabajo y pago los impuestos. Porque colaboro con su mantenimento. Porque es mi derecho, ya bastante lesionado con las autopistas y con los caminos alternativos que no existe o están en mal estado.