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viernes, 10 de abril de 2020

En fin, será en otro momento...

Estoy en la madrugada del 09/04/2020, comienzo de la Semana Santa de 2020.
En un año sin sobresaltos, para mí, debería empezar mi Semana Santa, incluyendo al sábado, aclaración más que pertinente porque, para mí, es una jornada laboral.
Pero este no es un año sin sobresaltos, todo lo contrario. Esta pandemia de Corona virus (Covid - 19) rompió todo. Rompió las sociedades, imponiendo cuarentenas y aislamientos sociales para reducir las consecuencias de los posibles contagios. Pero también las sociedades porque rompió el sistema capitalista que, después de esto, necesariamente deberá ser distinto. Rompió con toda cuestión, más o menos, organizada.
Y nos desorganizó.
O, si lo vamos a ver positivamente, nos está obligando a organizarnos distinto, y si quisiera verlo más positivamente, nos está obligando a organizarnos de un modo más inclusivo. Parece un poco temprano para esto, pero...
Una cuestión que parece un dato de color (pero que no lo veo de ese modo), es la aparición de animales en estado natural, en tierras que los ¿seres humanos?, les restringimos. Así andan los carpinchos por barrios privados, palomas haciendo nido en los autos que llevan días estacionados, aves caminando por una calle de Olivos... Es casi como que la película "Vecinos invasores" (hasta el título de la "inocente película" es una mierda) resultó premonitoria.
Pero esta pandemia no es un chiste. Es un grandísimo desastre. Por mucho que el mundo está reponiéndose de nuestro mal uso (el agujero de ozono se redujo en un 30%, en los cananles de Venecia hay peces y otras especies acuáticas, Etc.)
Pero, desde mi mismidad, o de nuestra mismidad, esta pandemia nos dejó sin salida de Semana Santa.
En enero perdí mi tarjeta de débito. Y como si no alcanzara, el que la encontró (o me la "bolsiqueó") me gastó $ 11.000,00. Cuestion que entre los incontables reclamos, nos prometí, que en cuanto me devolvieran el dinero robado, íbamos a reservar algo para la Semana Santa. Dos meses después, cuando me hicieron el reintegro,  elegimos que íbamos a pasar cuatro días en Mar del Tuyú y señamos el lugar. Nuestro período de iba a ser del 9/04 al 12/04, lugar que señamos el 10/03.
Y llegó el Corona virus...
Y nos dejó, no sólo aislados y distanciados (Raúl está en su casa y yo en la mía), sino con todas las complicaciones impensadas, de una situación absolutamente inesperada.
Iban a ser unos días geniales, donde iba a satisfacer mi gusto de manejar en ruta, parar en Atalaya de Chascomús (tanto a la ida como a la vuelta), parar en la YPF - ACA que está a la entrada de Dolores, de pasar por la esquina de Croto y de conocer (apenas) un sitio que no conozco: Mar del Tuyú. Después, la vuelta.
La salida iba a ser el 09/04/2020 a la mañana temprano, a eso de las 6:00; y el regreso desde allá, sería el 12/04/2020, más o menos al mediodía.
Pero nada de eso fue. Y ya no será. Será otra salida, a otro lugar en otras fechas y con otros horarios, pera esta salida, planificada como estaba, YA NO SERÁ.
Claro que no hay discusión posible. Hay una cuestión de responsabilidad individual y de peligro social, más allá de las limitaciones a la circulación que nos imponen.
Medidas que, a la vista de lo que ocurre en otros sitios, agradezco que se tomen.
La cancelación involuntaria de esta salida, me hizo acordar que, en noviembre de 2018 habíamos reservado para febrero 2019 en un hotel de Necochea, pero dos semanas después de la reserva, el dueño del hotel, se murió.
Y nos quedamos sin conocer Necochea.
Y ahora me quedo sin conocer Mar del Tuyú.
Cuando algo no debe ser, no es.
Esta pandemia vino para algo, hay algo que debemos (o debo) aprender. Cada quien deberá encontrar su "¿para qué?", más allá del "¿para qué?" genérico.
Bueno, a esperar que todo esto pase lo más rápido posible, con la menor cantidad de consecuencias negativas posibles y con la mayor capacidad de beneficios posibles.