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miércoles, 25 de noviembre de 2015

No voté a Ménem ni a Macri.

Nunca voté, ni votaría a Macri, por las ideas que representan, sostienen y llevan adelante.
Jamás le entregué un voto para que llegara a ser (o se mantuviera como) Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ni lo hice en estas elecciones en las que se presento, y ganó, la presidencia de la Nación.
Nunca lo voté, ni lo votaré.
Es lo mismo que con Ménem: nunca lo voté, ni lo votaría. Aunque la diferencia es que, en este caso, la primera vez que se presentó, no lo voté (y voté en blanco) porque (según yo) era uno de los artífices de las intensas desestabilizaciones que acosaron al Dr. Raúl Alfonsín (http://historiaybiografias.com/alfonsin/) (incluyendo los 13 paros que le hizo la CGT), lo que derivó en la renuncia y la transmisión del mando anticipada en favor de Ménem. En la reelección no lo voté porque suficiente desagrado sentía con todo lo que él llevaba hecho, al menos en mi concepción, durante su primer mandato.
No tengo nada en contra de las personas en sí mismas, no me gustan ni convencen las teorías político - económicas que sostienen. Desde ahí, y por ahora, es que mantengo mi más enérgico rechazo. La historia que viví, la mía propia, la que puedo recordar, es la que forma mis principios y refuerza mis decisiones. Lo que vi y viví, es lo que me formó.
No obstante, deseo estar equivocándome y que este nuevo gobierno resulte lo mejor que pudo habernos pasado. Mientras esto no sea así, seguiré con mis convicciones.
Como siempre.
ACLARACIÓN: No se trata de convencer a nadie. Sólo expongo mis argumentos, de modo que no es necesario que leas. Si leés y no estás de acuerdo, tampoco importa, porque no se trata de generar un debate sobre el tema. No me interesa convencer a nadie y, mucho menos, estoy buscando que me convenzan. Se trata de mis argumentos, sólo eso. Cuando quiera, necesite o considere que es el momento de pedir nueva data, lo voy a pedir. Por ahora, con todos los argumentos que me aporta mi propia historia, me alcanza.
Si tuvieras ganas de leer, además de mis consideraciones, dejo links y algunas citas, siempre mencionando la fuente. Como dije, es parte de mi historia y acá está contada.
Resulta que nací en 1963, y por entonces los "nenes" éramos muy nenes y caí tarde en algunas cuestiones. Era común que me sacaran de las conversaciones de adultos, lo que significaba que me enteraba si escuchaba algo de casualidad. Para más, mi casa no tenía ni media configuración de participación social y/o política. Mis viejos, por motivos distintos, eran profundamente antiperonistas y muy adeptos a justificar las desapariciones con el "algo habrán hecho" y con un dicho de mi viejo: "no hay que ser pelotudos útiles", que siempre pensé que "lo sugería" en referencia a los participantes de los movimientos armados de los setenta.
Como digo, mi casa nunca estuvo muy politizada. De hecho siempre desalentaron cualquier acercamiento a las cuestiones políticas.
Sin embargo, siempre leí (en mi casa se compraba Clarín).  Y por mucho que no entendiese, leía. Claro que las comunicaciones, el acceso a la información y las posibilidades de lectura actuales no tienen ni medio que ver con las de aquella época. Teníamos radios AM, TV blanco y negro con cuatro canales de aire (único aparato en la casa y para toda la familia), diarios, enciclopedias y diccionarios desactualizados... Eran otros tiempos.
La cosa es que, supongo, tarde fui dándome cuenta de algunas cuestiones.
De las situaciones que, apenas si consigo acordarme algo, está Krieger Vassena. Éste fue, dos veces, ministro de economía de gobiernos de facto. Si tenés ganas, acá leés de él: https://es.wikipedia.org/wiki/Adalbert_Krieger_Vasena, pero a modo de resumen voy a copiar sólo lo que tiene que ver con la actividad económica (fuente Wikipedia):
"En 1966, fue designado nuevamente Ministerio de Economía del país por el gobierno de Juan Carlos Onganía, reemplazando al demócratacristiano Jorge Néstor Salimei4 , lannzo elPlan Económico, las políticas económicas de Krieger Vasena fueron las siguientes:
  • La suspensión de los convenios colectivos de trabajo, la sanción de una ley de hidrocarburos, que permitía la participación de las empresas privadas en el negocio del petróleo y la sanción de la ley de alquileres que facilitaba los desalojos, fueron las medidas con las que comenzó su gestión el nuevo ministro.
  • También se suspendieron los aumentos de los salarios por el término de 2 años; después de un pequeño aumento, se congelaron tarifas públicas y de combustibles y se estableció un acuerdo de precios con las empresas líderes.
  • La represa hidroeléctrica de "Chocón–Cerros Colorados", con el fin de solucionar un fuerte déficit energético.[cita requerida]
  • Puentes sobre el Río Paraná y otras obras viales, constituyeron junto con las obras privadas las inversiones más importantes. Esta situación favoreció fundamentalmente a los contratistas del Estado.[cita requerida]
Existieron sectores que se vieron perjudicados, como los sectores rurales y los empresarios nacionales, por la falta de protección y la desnacionalización. La tasa inflación continuó su marcha ascendente (según el índice de precios mayoristas de diciembre de cada año las cifras indican que los precios aumentaron 3.9% en 1968, 7.3% en 1969, 26.8% en 1970, 48.2% en 1971 y 76% en 1972) 5 Además, y a pesar de que se los estimuló a la tecnificación y a la modernización, se sintieron perjudicados por las fuertes retenciones a la exportación. Las provincias de Tucumán, Chaco y Misiones sufrieron enormemente al suprimirse las protecciones.
Durante el gobierno de Onganía el ministro de Economía Adalberto Krieger Vasena (1967 y 1969) aplicó diferentes medidas económicas de corte liberal. La supresión de medidas proteccionistas perjudicaron a productores regionales del Chaco, Tucumán y Misiones. Consecuentemente, el PBI cayó un 1.2 por ciento y aumentaron los precios mayoristas y minoristas. La producción agrícola, disminuyó considerablemente, al igual que el sector industrial que sufrió una crisis. Disminuyeron las reservas, y aumentó la importación de combustibles un 300 por ciento, enfatizando la dependencia extranjera de insumos. Además se produjo una devaluación del 8%.6 7 Fue reemplazado por José María Dagnino Pastore. En 1970 en medio de una crisis económico-social Onganía y su ministro fueron reemplazados, asumiendo el poder Roberto M. Levingston.
Raimundo Ongaro, dirigente gráfico de orientación sindical, ganó en marzo de 1968 la conducción de la CGT, que de a poco se dividió.
La CGT de los Argentinos, creada a raíz de la división, cuyo líder fue el mismo Ongaro, encabezó un movimiento de protesta que el gobierno controló con amenazas y ofrecimientos. El grupo de Augusto Timoteo Vandor, carente por entonces de espacio para su política y los llamados "participacionistas", se reunieron. El mismo fue asesinado el 30 de junio de 1969, en su oficina de la Unión Obrera Metalúrgica.
En ese grupo de Vandor tenían centradas las esperanzas algunos militares que rodeaban a Onganía en que se podría iniciar el tiempo social. Por otro lado los empresarios rurales fueron escuchados por ciertos militares, quienes querían un desarrollo más nacional, más popular. Esto trajo tensión entre Onganía y el Ministro de Economía Entonces, a mitad de año Onganía relevó a los tres Comandantes en Jefe y reemplazó a Julio Alsogaray por Alejandro Agustín Lanusse. Por otro lado, grupos que apoyaban a Krieger Vasena, pensaron en buscar una sólida política a las desavenencias con Onganía.
En 1969 estalló en Córdoba un movimiento (conocido como "Cordobazo") que se venía gestando entre estudiantes de Universidades de distintas provincias y un fuerte grupo sindical de la provincia de Córdoba, donde se concentraban las principales fábricas automotrices.
El 29 de mayo de 1969, a raíz de una huelga general, obreros y estudiantes poblaron las calles cordobesas. Se produjo un fortísimo enfrentamiento con la policía que generó aún más violencia. Finalmente, intervino el Ejército y el 31 de mayo, lentamente se restableció el orden.
A fines de 1969, Onganía, al ver su autoridad resentida, la salida de los capitales extranjeros y una posibilidad de que reapareciera un brote de inflación, intentó modificaciones. Reemplazó entonces a Krieger Vasena por José Maria Dagnino Pastore".
Luego recuerdo el agite, las idas y vueltas, la efervescencia por el retorno de Perón, las negociaciones con Lanusse, Cámpora, el breve gobierno de éste (y acá un video http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=100359), la asunción de Perón en 1973, de su muerte (y del vertiginoso descontrol que se desató a partir de ahí) en 1974, de su reemplazo por María Estela Martínez de Perón (a la que se le decía "la lechuga, por que López la Rega", en alusión al amorío entre ambos; o "la perona", por ser la última esposa de Perón) de la importancia que López Rega... Y del RODRIGAZO. A modo de brevísima reseña, acá dejo un estracto del artículo en Wikipedia: "Asume el 2 de junio de 1975. El día 3 anuncia un aumento en las tarifas de pasajes aéreos y varios turistas quedaron varados porque se los obligaba a reconocer los aumentos de los pasajes de regreso. Rodrigo decía: “El que viaja no produce, pero sí gasta”. Y finalmente el 4 de junio anuncia el ajuste principal que consistía en:
Devaluación de más de un 150% del peso en relación al dólar comercial
".
Tengo MUY VÍVIDAMENTE PRESENTE el recuerdo de la escasez de productos. Faltaba azúcar (y se reemplazaba con azúcar negra, rubia, miel o lo que se consiguiese), faltaban combustibles (y como mi casa se calefaccionaba con estufas a querosén, había que recorrer muchas estaciones de servicio hasta conseguir alguna que tuviera), faltaba harina... Y recuerdo las colas que había que hacer para conseguir todo lo que faltaba.
Así llegamos al último período de interrupción democrática, al que denominaron "Proceso de reorganización nacional". Un desastre en todos los aspectos. TODOS. No hay un sólo aspecto que resulte rescatable, sino, para indicar claramente lo que es la barbarie en manos del estado. Cabe aclarar que, como a miles de argentinos, jamás tuve un inconveniente con las fuerzas armadas; sin embargo, fue una catástrofe. Un sitio muy interesante es este http://www.me.gov.ar/efeme/24demarzo/dictadura.html, que le pertenece al Ministerio de Educación. Las medidas económicas, al principio, estuvieron a cargo de un tal José Alfredo Martínez de Hoz. Parecería que, en lo político, muchos neoliberales coquetean con la toma del poder sin importar los como. Así, el diario La Nación, al día siguiente de haber ganado Macri las elecciones, publicó una solicitad vegonzosa: http://www.lanacion.com.ar/1847930-no-mas-venganza. Y tan vergonzante resultó, que hasta los periodistas y empleados del mismo diario, la repudiaron (https://www.google.com.ar/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=repudios+a+la+editorial+de+la+nacion).
Volviendo al último gobierno de facto, acá hay algunas tapas del 24/03/1976 de diarios.
Por estos tiempo de gobiernos militares, aparecen los términos: Chicago Boys, plata dulce (que, por si quisieras, existe una película homónima que retrata perfectamente la época), el "deme dos" (frase que aludía a los que iban a Miami a comprar, y pedían de a dos); el "algo habrán hecho" (que pretendía justificar las desapariciones); "los argentinos somos derechos y humanos" (porque empezaba a hablarse de las desapariciones forzadas de personas y estaba por llegar una comisión de no me acuerdo quien y trataban de cubrirse); "el silencio es salud"... Aparece algo de la modernidad y empiezan a expropiarse casas para construir autopistas. Será Osvaldo Cacciatore quien se encargue de esta tarea y de intentar erradicar las villas. De hecho, si tenés ganas, hay información que muestra el descenso en la cantidad de vecinos en asentamientos, como consecuencia del Mundial 78: En estos dos documentos, uno del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el otro del Gobierno Nacional, se muestra ese descenso:
 http://ssplan.buenosaires.gov.ar/dmdocuments/Informe%20aspectos%20sociales%20MT.pdf,

Martínez de Hoz tuvo algo que ver con la trágicamente conocida "circular 1050" (Fuente: Historia y Biografías -http://historiaybiografias.com/economia76/- Así, mientras los plazos fijos y las financieras se reprodujeron ferozmente, los que tomaron créditos hipotecarios durante esa época terminaron pagando tasas usurarias: el ejemplo fue la de la recordada circular 1050 del Banco Central, que determinó que miles de ahorristas terminaran pagando tasas siderales o que debieran entregarle sus viviendas al banco, ya que los intereses, fijados por un mercado de tasas que llegaron a mas del 100 por ciento al año, tornaba impagables los préstamos.)
Aparece Lorenzo Sigaut, con su famosa "el que apuesta al dólar, pierde". No sólo mintió, sino que agudizó la debacle. Por 1982, Domingo Felipe Cavallo, asume al frente del Banco Central de la República Argentina. Se dice que él fue responsable de estatizar la deuda de las empresas privadas. Pero, el mismo Cavallo lo niega: http://www.cavallo.com.ar/yo-no-estatice-la-deuda-privada-en-1982-fui-el-unico-que-denuncio-que-se-proponian-a-hacerlo/. De todos modos: 1) fue funcionario del último gobierno de facto; 2) fue parte de los funcionarios que accionaron con teorías neoliberales; 3) está orgulloso de ser un neoliberal. La dictadura deja un país destrozado en todos los sentidos. El 01/06/1983, aparece una nueva moneda: El Peso Argentino, que de movida, le recortó cuatro ceros a la moneda.
Y llega el 10/12/1983, asume el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín y todas las expectativas puestas en recuperar la democracia. La verdad, fue un período de mucha agitación. Acá podés leer varias cuestiones ocurridas durante su gobierno: http://economiaargentinahoy.blogspot.com.ar/2009/03/el-gobierno-de-raul-alfonsin.html.  Durante esta etapa aparecen el Plan Austral y el Plan Primavera. Y 6 meses antes de su fecha, renuncia.
Así llega Ménem.
Como dije, a Carlos Ménem nunca lo voté. La primera vez, por casualidad, pero la segunda, por convicción. Con él volverá Cavallo.
Los gobiernos de Ménem transcurrieron entre el 08/07/1989 y el 10/12/1999. Cavallo lanza el "Plan de Convertibilidad", una inmensa mentira que destruyó la economía nacional. Se estatizaron todas las empresas públicas, todo se importó, muchas fábricas (particularmente PYMEs) cerraron, se eliminó la educación técnica, la gente buscaba emigrar. Fue un gran caos. Para muchos, la mayoría. Para otros pocos muchos, una gran joda. Si miran el gráfico con la evolución de la población en barrios carenciados, van a ver que coincide con un gran crecimiento. Ese maldito plan fue el creador de los mal llamados "Cartoneros". Fue la época del "pizza con champagne". Era la fiesta de gente como Álvaro Alsogaray (al que se le ocurrió una isla, para solucionar los problemas del Aeroparque http://edant.clarin.com/diario/96/08/22/t-04201d.htm), su hija, María Julia Alsogaray, Adelina Dalessio de Viola, Amira Yoma, Ibrahim Al Ibrahim. Ménem fue acompañado en su primera presidencia por Eduardo Duhalde y en la segunda, por Carlos Ruckauf. Como dije, fiesta para unos pocos muchos, la ruina para la mayoría. Durante su primer mandato, se reforma la Constitución Nacional (1994) gracias al Pacto de Olivos con Alfonsín. Entre otras cosas, el período presidencial pasa de seis a cuatro años y se permite una reelección.
Desaparecieron las paritarias, de modo que tuvimos los sueldos congelados durante los dos períodos. Se congelaron las jubilaciones, y así aparece Norma Plá, una jubilada que hacía choripaneadas en la puerta de la casa de Cavallo. Ménem había prometido una revolución productiva y un salariazo, que nunca jamás llegaron. Aparecen los AFJP, que nos robaron los aportes (mis últimos resúmenes llegaban con montos negativos de capitalización). El sistema jubilatorio colapsó por la falta de aportantes... El lema de campaña "Síganme, no los voy a defraudar" quedó hecho añicos. Y se popularizó su frase: "si hubiera dicho lo que pensaba hacer, no me votaba nadie".
Así llegamos al surgimiento de "La Alianza para la Trabajo, la Justicia y la Educación", un refritado de dirigentes (Fernando De La Rúa, Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide, entre otros). A esta gente la voté por convicción. Y resultó un fiasco. Gobernaron entre 10/12/1999 y el 20/12/2001, cuando terminaron renunciando y dejando el país en llamas. Después de algunas cagadas, renunció el Vicepresidente y recuperaron a Cavallo (de nuevo Cavallo), quien vuelve a hacer muy bien de neoliberal, es decir, más de lo mismo. Así impusieron el corralito. Fue una época de saqueos. Patricia Bullrich, siendo Ministra de ese gobierno, decide un descuento del 13% en los sueldos de jubilados y empleados públicos. Y todo se fue al carajo.
Después llegó la sucesión de presidentes en una semana: Puerta, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Camaño y, por último Eduardo Duhalde que completa el mandato de De La Rúa.
Edurdo Duhalde gobernará del 2 de enero de 2002 al  25 de mayo de 2003.
¡En fin!
En función de todo esto que te acabo de contar, y de algunas cuantas que se me deben haber pasado es que no pienso votar a personas que representen filosofías neoliberales.
Mi cuestión no es con ellos.
Mi cuestión es con las ideas que representan.

jueves, 19 de noviembre de 2015

"Ya nadie devuelve nada", por segunda vez en este 2015.

Resulta que el lunes 16/11/2015, dejé el auto en el taller porque el acondicionador de aire, me formaba escarcha en el torpedo, que se parece a la imagen que sigue:

Me lo devolvieron el martes a la tarde, que di la vuelta manzana (el taller está en la esquina de mi casa) para estacionarlo en la puerta de mi casa, hasta el miércoles que me fui a trabajar.
El miércoles 18/11, cuando llego al trabajo (a eso de las 8:30 y después de haber estado dentro del auto por algo así como una hora) me doy cuenta que se habían olvidado en una de las salidas del aire, un aparato como el de la primera foto. Ese aparato, por lo que imagino, no es otra cosa que un termómetro que, seguramente, tiene un nombre estrafalario que no conozco. En fin, estaba en Liniers con un "coso" desconocido, que no me pertenecía, pero que definitivamente le pertenecía al taller mecánico. Ya como termino tarde de trabajar, decidí que el jueves 19, pasaba a devolverlo.
Y así fue.
Cuando llegué, eran casi 12:30, horario en el que cierran por una hora. Se lo dejé a uno de los muchachos que trabaja ahí, y otro que justo salía, me agradeció la devolución, pero agregó que "ya nadie devuelve nada". 
Ellos estaban cerrando para irse, y yo estaba llegando para quedarme en mi casa. Como dije, se los dejé y... llegué a casa.
Sin embargo, me quedó picando la frase "ya nadie devuelve nada" y me quedé tratando de entender por qué una persona como yo, que desconoce el uso de ese "coso", podría querer quedárselo.
Claro, no soy tan ingenuo, pero... ¿Para qué quedármelo?
En septiembre, teniendo al Yejuzilo en el taller arreglándole el acondicionador de aire, volviendo en bondi una noche (sería alrededor de las 22, poco más o menos), veo que a una persona se le cae el teléfono del bolsillo. El fono, creo, era un S6, de Samsung. Algo así: 


La cosa es que habiendo visto toda la escena, me rehusé durante cinco minutos a levantarlo de la Avenida Rivdavia, que era donde estaba caído. En ese lapso de tiempo, me imaginé embarcado en diez millones de quilombos hasta poder dar con el dueño y devolvérselo. Pero, dado que nadie más pasaba y que mi imaginación no era más que eso, lo levanté. Y mirándolo fijamente pensé "que llame tu dueño así te devuelvo". Y... sonó. Era el dueño que estaba a muy pocos metros. 
El señor llegó sin aliento y desencajado, en busca de su fono. Se lo devolví, me contó una serie de situaciones complicadas por las que estaba atravesando y se disculpó por no tener efectivo para darme, en reconocimiento por mi devolución. Le dije que no era necesario, que no eran así las cosas; me insistió para que le diera mi fono así me "acercaba un agradecimiento" y le dije que así como estaba, estaba bien; que no se preocupara más, que disfrutara de haberse reencontrado con su aparato; que era su teléfono, que yo sólo lo había encontrado y que no se me ocurría cobrarle rescate por algo que era suyo. Y este señor, me dijo lo mismo que me dijo hoy, el muchacho del taller: "ya nadie devuelve nada".
Para poner las cosas en su lugar: si me encontrase un millón de dólares en cualquier lugar, a menos que supiese MUY BIEN a quien le pertenecen, NI EN PEDO LOS DEVOLVERÍA. De hecho, seguramente, tendría un severísimo caso de pérdida total de la memoria a cortísimo plazo; tan corto como para olvidar cómo y dónde encontré la guita. Seguramente por estar tan seguro de NO DEVOLVERLO, es que no los encuentro.
La cuestión es que, en poco tiempo, me dicen "ya nadie devuelve nada" y... 
¿Y qué nos pasa que ya nadie devuelve nada?
No sé, la verdad, no sé. Y no sé si quiero saber.

martes, 10 de noviembre de 2015

¿Y, pa' qué?

El domingo 08/11/2015 a la madrugada, pasadas las 5:00, volvía a mi casa después de haber cenado con "los chicos de la cuadra", aquella gente con la que crecí, con quienes conviví durante mi infancia y adolescencia... Y volvía después de haber estado en Munro, zona en la que me crié, crecí... 
En el mapa, con una línea de color lila, está marcado el recorrido que hice para volver. Con números de 1 a 6, están marcados los puntos de contacto. Fue extraño y todavía no consigo entender "para qué" pasan estas cosas, situaciones que parecen simpáticas (al menso en principio), aunque siempre ME queda inconclusa la respuesta a : ¿¡PARA QUÉ!?
Como dije, volvía de haber cenado. Cuando llego al semáforo de Av. Antártida Argentina y San Martín (punto 1), me detengo detrás de una camioneta Ford porque estaba en rojo. La "camio" (como dice una compañera de laburo) se parecía a esta:
Y yo, en mi hermoso "Yejuzilo", modelo 1997, atrás de la F100.
Volviendo... 
Cuando el semáforo se puso verde, el conductor de la camioneta tardó en arrancar, así que lo pasé por la izquierda, y me adelanté. Pero los semáforos hacen lo suyo, y el siguiente rojo me detuvo en Gilardo Gilardi y San Martín (punto 2), donde "la camio" se detuvo a mi derecha. 
Se puso verde y me fui. El siguiente punto, el 3, fue rojo y la camioneta se me puso a la par, aunque con la distancia necesaria para "vernos" de "camio" a auto y viceversa. Quien conducía (rubio, con rulos, ojos celestes, de entre 40 y 50 años, cejas pobladas, cicatriz en la mejilla izquierda... Pero no lo pude ver muy bien JJAJAJAJJAJAJAJAJ. De verdad, no tengo idea), me saludó haciendo un gesto con la mano. Le respondí el saludo y al momento de habilitarme la salida, me fui.
El siguiente encuentro, fue el 4, la camioneta llegó bastante después que yo, así que al momento de "emparejarse" sobre mi derecha, se puso verde y me fui. Tenía vehículos atrás y no podía quedarme, pero intercambiamos miradas (creo).
Al siguiente, el punto 5, casi llegamos a la par. Los saludos fueron más efusivos, hubo algún gesto que podría haber entendido como una invitación a conversar, pero no puedo asegurarlo. Empecé a preguntarme si sería "prudente" detenerme y conversar; si esta sería una actitud "temeraria"; si valía la pena traducir a palabras, los gestos que no habían sido, al menos para mí, suficientemente claros. Como no conseguía ver si había más gente en ese vehículo, lo mismo que no podía ver la patente; al ponerse verde el semáforo, me adelanté para poder ver. El tránsito de camiones y otros autos me impidió cumplir con lo que había decidido hacer, y llegados al punto 6, ya no vi más a la camioneta.
Y...
¿¡Y!?
En lo que va de este 2015, ya son tres situaciones similares que me toca vivir. 
La cosa es que, cuando me pasan cosas de este tipo, siempre me pregunto "¿para qué me ocurrió?", "¿qué se supone que debo aprender?"... Y me quedo buscando la respuesta, que no consigo encontrar.
¿¡QUÉ DEBERÉ APRENDER!? No tengo idea.
Y si lo que hay que aprender es que NO HAY NADA QUE APRENDER. Sería extraño porque siempre hay algo que aprender.
Ya me enteraré... ¡Espero!

lunes, 13 de abril de 2015

Y un día...



Él tenía su vida y empezaba a acomodarla. Trabajo, hobby, mascotas y hasta varios meses antes, un amor de varios años que, por esas cosas de la vida, repentinamente, partió. Por supuesto que aquella partida puso su vida "patas para arriba".
Otro Él tenía su vida. Su hijo, sus amigos, su trabajo, su mascota... Pero desde hacía mucho tiempo, no tenía un compañero. Y eso ya lo había afectado. Y eso ya había dejado de afectarlo tanto. Casi, casi, se parecía a un estado de helada resignación.
Él y Otro Él, compartían, sin saberlo, el tener perfiles en una página gay. Para Otro Él, aquella página había sido un rinconcito de su vida. Su perfil estaba subido ahí desde 2003/2004  y gracias a eso había estado dos veces en pareja. Sin embargo, desde hacía bastante tiempo, sentía que no tenía nada que ver con todo aquello. La orientación de la página había cambiado y no se sentía parte.
Él, por su parte, tenía aquel perfil sin demasiadas expectativas; sin embargo, era como su primer asomo a volver a relacionarse con nueva gente. Así fue como un día de ¿finales de 2014, comienzos de 2015?, Él le envía un mensaje a Otro él y recibe como respuesta, entre alguna otra palabra, un número de teléfono. Pero no llamó.
Otro Él, llegando a las Pascuas de 2015, decide que los tres perfiles gay que tenía, ya no tenían sentido, sobre todo porque no se sentía parte de la nueva orientación que habían tomado las personas que integraban los sitios. Y los borró. Borraba, también  la "casi única" actividad gay que tenía. No sintió nada en particular, pero dejaba ir, así, la "casi única" posibilidad de conocer a un compañero.
Él, en aquel mismo tiempo Pacual, decidió depurar los contactos que estaban en  su fono, aquellos que no tenía sentido seguir teniendo. Entre esos, encontró el número que Otro Él le había envíado y, en lugar de eliminarlo, decidió que le enviaría un saludo.  Siglo XXI mediante, Whatsapp y una foto actualizada de perfil fueron los ejes que movilizaron sus ganas de saludar.
Y saludó.
La respuesta de Otro Él, llegó al otro día.
Otro él había terminado aquel sábado de Pascuas, con la mala noticia del fallecimiento del padre de una amiga. Y al día siguiente, domingo de Pascuas, lo empezó acompañando, un rato, a su amiga. Por eso la demora en responder. Y se saludaron.
El lunes empezaron a hablar. Y como estamos en los inicios del siglo XXI, toda la comunicación fue por Whatsapp, quedando en encontrarse el sábado. Mientras conversaban, aparecieron "llamativas coincidencias". Él vive bastante cerca de la excasa del padre de Otro Él; Él trabaja en la maternidad donde nació el hermano menor de Otro Él; la última pareja de Él, vivía en una zona donde Otro Él tiene amigos.
El martes ya tuvieron muchas ganas de verse, pero la semana, las obligaciones y demás, no ayudaron mucho. Eso sí, ya se agregaron en Facebook. Se agrega otra coincidencia: Él tiene el apellido de un familiar cercano de Otro Él, lo que hizo temer algún parentesco. Aquel martes estuvieron a un instante de una invasión: Otro Él, siendo como es Otro Él, en algún momento del martes pensó "¡ma, sí; me voy para allá con algo para cenar y nos conocemos!". Pero, mientras hacía su caminata por la ribera del Riachuelo, reflexionó y entendió que no era una buena idea. De todos modos, Él y Otro Él, al conversar esa noche de martes, combinaron con verse el jueves, cuando Otro Él terminaba un trámite en la AFIP de Boulogne. Pero Él tuvo la brillante idea de sugerir acompañar a Otro Él a hacer el trámite. Y quedaron en que el jueves, Otro él pasaba a buscar a Él y compartían lo que pudieran de ese día.
Llegado el miércoles, conversando, Otro Él le ofrece a Él, encontrarse después de las 22 a tomar un café.  Y se encontraron. Y la química que Otro Él sabe que es imprescindible para engancharse con alguien, se hizo presente. Y Él sintió lo mismo. Y Él y Otro Él sintieron que se habían conectado... Y la magia se dió.
Ya el jueves, volvieron a verse, tal como habían quedado, y ratificaron lo que venían sintiendo.
Y el viernes, un rato, volvieron a verse.
Y llegó el fin de semana.
Se juntaron el sábado y llegado el domingo, todo había transcurrido muy rápidamente. Intensa, feliz y rápidamente.
De una semana a la otra, para Otro Él, todo fue una montaña rusa de sensaciones y emociones: En el mismo día en que fallece el papá de su amiga, recibe el saludo de Él. Y el sábado que habían decidido juntarse, fallece una compañera de trabajo. Subes y bajas. La vida en montaña rusa...
Él y Otro Él se sienten felices. Para ambos, están en el camino que les gusta estar.
Para Él y Otro Él, empezó el tiempo de una historia compartida. Desde ahora y día a día, irán escribiéndola de a dos, así como tanto les gusta.
¡¡¡YUPIIIIII!!!, ¡¡¡SALUD POR ÉL Y OTRO ÉL!!!

EPÍLOGO:
Todo esto duró, apenas, cuarenta y cinco días. Desde el 26/05/2015, Él y Otro Él siguieron sus caminos, cada cual por su lado.
¡EN FIN!

(Y si no entendiste la imagen del principio, acá el video de la publicidad: https://www.youtube.com/watch?v=a9nkd8VpGkE)

jueves, 26 de febrero de 2015

Un viejo caserón


Los primeros veinticinco años de mi vida, transcurrieron en Munro.
Viví en los confines del Partido de Vicente López, ahí donde se terminaba y se emparentaba con Villa Ballester, que pertenece al Partido de San Martín.
Cuando me mudé ahí, mi calle, Gobernador Emilio Castro estaba asfaltada. Y parece que bastante bien, porque hasta la última vez que la vi (seis meses atrás), estaba intacta. Pero la de la esquina más cercana, San Juan, era de tierra. Después llegaría el asfalto, y la modernidad se encargaría de la calle San Juan, que tenía doscientos metros de extensión. Sí, la calle San Juan existía entre Fray Cayetano Rodríguez y Triunvirato. Por supuesto, en el medio, estaba cortada por mi calle: Gobernador Emilio Castro. Y mi calle, entre San Juan y 5 de Julio, también era de tierra. Algo más de aquello, lo cuento acá: http://delnoamor.blogspot.com.ar/2013/03/en-camino-al-medio-siglo-mejor-empiezo.html
Para que no te mareés tanto, acá está el mapa que, más o menos, aclara un poco lo anterior.

En la esquina de San Juan y Gdor. Emilio Castro estaba la canchita, donde todos jugaban a la pelota. Por supuesto, por ahí yo no aparecía. Pegado a la canchita, estaba una especie de corredor con montañas de tierra irregulares donde jugábamos a apedrearnos (sí, nos tirábamos piedras) y para andar en bici, haciendo algo que después se llamaría “mountain bike”, pero con las bicis de aquella época.

No, esta no. Yo aparecí en el mundo un poco después.


Mi bici era una parecida a esta, de color naranja. No me acuerdo de la marca, pero en aquella época eran muy conocidas las Legnano, Aurorita, Sevillano… La mía no era ninguna de esas JAJAJJAJAJAJAJAJA
La canchita fue invadida por el obrador que se instaló para asfaltar la calle San Juan y la continuación de mi calle, Gobernador Emilio Castro.
Sigamos…
Mi calle, en su tramo de tierra (que luego dejaría de serlo), tenía una particularidad (que nunca perdió): tener la mitad del ancho de la calle asfaltada.
¿Y por qué es más angosta?


Mirando este mapa, que encontré en Internet y no tengo idea del año en que fue hecho, veo que hay dos grandes loteos: 1) Macedo y Cundiño (o Cuabiño o…) sobre el que se extendería la Av. Vélez Sarsfield hasta llegar a la Av. Alcorta (o Primera Junta o Urquiza, según para quien); 2) Andrés Badano, sobre el que se abrirían las calles Cerrito, Triunvirato, Gdor. Emilio Castro y sobre la que estuvo la cuadra de mi casa y, al menos, parte de un caserón fantasma.
La continuación de mi calle, Gobernador Emilio Castro, tenía la rara particularidad de ser la mitad de ancho, un misterioso caserón, la canchita y la cal. La canchita, la cal y la media calle eran zona abierta, habilitadas para el uso cotidiano.
Pero aquel caserón se erguía imponente, cercenando media calle con una de sus medianeras, mirándonos desde algunos de sus vitrales y regocijándose de su amplio jardín que daba sobre la calle 5 de Julio. Todo aquello me generaba una grandísima intriga. Intriga que se mantuvo durante todos estos años. Creo recordar que por ahí había una pileta de natación, pero no me acuerdo si estaba dentro del caserón o si era parte de la cal, lo mismo que creo recordar una cancha de tenis, pero no lo puedo asegurar.
¿A quién perteneció?
¿Quién vivió ahí?
¿Por qué dejaron fuera a la canchita y la cal?
Un montón de preguntas a las que nunca conseguí que me respondieran.
Alguna vez creí que el caserón había pertenecido a la Quinta Ader, pero este mapa que encontré hoy, se encargó de aclararme que no fue así.
La cuestión es que Internet no me brinda muchas más respuestas y en una página del Partido de Vicente López (http://www.vicentelopezportal.com.ar/partido%20de%20vicente%20lopez%201.htm) sólo se mencionan los apellidos que aparecen en esos grandes loteos.
La cuestión es que hoy sé algo más, lo que no es poco.
Hoy no tengo muchas más certezas.
Hoy no encuentro fotos de aquel caserón.
Hoy creo que perteneció a la familia Badano, pero no lo puedo asegurar.
Encima, hoy, aquel caserón ya no existe...

sábado, 21 de febrero de 2015

Estoy fallado...




Estoy fallado, no hay otra.
Resulta que hay un “algo” que me falta, que no está, que no tengo. No puedo asegurar que nunca lo haya tenido. No puedo decir si alguna vez lo tuve y después lo perdí o si, simplemente, nunca lo tuve.
Hay un tipo de pasión (¡mierda!, sorprendente la definición en el Diccionario de la lengua española, www.rae.es), apasionamiento, que no tengo. O que perdí. O no sé.
No me gusta el fútbol (lo que no es una novedad), pero tampoco  siento mucha inclinación a ningún deporte. Pero así como con el deporte, me pasa con muchas otras cuestiones: la política (que no sólo no me apasiona sino que me genera un grandísimo rechazo como consecuencia de los políticos), los artistas (músicos, actrices, actores, Etc.)… Y por esto es que no siento lo que sienten los fanáticos.
¿Sangre de horchata? MMMMMMMMMMMMMMMMno sé. A mí me parece más un cúmulo de decepciones, desestimación absoluta de probables ídolos, altas dosis de acidez y un sarcasmo afiladísimo. Y quizá la verificación empírica de una frase típica de mi viejo “NO SEAN PELOTUDOS ÚTILES” (o mi interpretación de ésta) que puede haber aportado lo suyo. O soy yo, que le otorgo a todo lo anterior la entidad suficiente como para deshacerme del fanatismo, o ese tipo de pasión parecida al fanatismo.
Veo a los fanáticos de equipos de fútbol y me cuesta entender el funcionamiento de la cuestión. No critico ni cuestiono, pero no entiendo el mecanismo. Pienso en que el “hincha” paga la cuota de socio, paga la platea, palco o lo que sea (y siente orgullo de eso);  compra la camiseta, gorro, pelota… O sea, invierte tiempo, sentimiento y guita. Como respuesta recibe que: todo tiene que pagarlo, quizá algo más barato, pero tiene que pagar; una gran parte de esa guita, va a la barrabrava; que los jugadores hacen lo que su bolsillo manda (los jugadores TRABAJAN de jugadores, no son hinchas) e, incluso, son capaces de complotar contra alquien del club, aunque eso implique unos resultados horribles y que le generan al hincha unos sentimientos de gran pena.
Veo a los fanáticos de distintos artistas siguiéndolos a todas partes, pagando lo que sea por ir a verlos y recibiendo sólo eso: una vista. Cualquier trato especial que se reciba estuvo precedido de la compra correspondiente, si no, todo es distante.
Veo las actitudes y no consigo entenderlas. Tampoco importa si la entiendo o no, porque lo que justifica todo esto, parece, es la pasión, el apasionamiento, el fanatismo…  Y son cuestiones ajenas, no mías.
¿Qué me pasa a mí con esto?
Para empezar no tengo ídolos. No creo en los ídolos. Los ídolos, según mi óptica, no existen. Los ídolos siguen siendo personas. Pueden hacer o decir grandes cosas, pero eso no los enaltece más allá de aquello que hicieron o dijeron. Pero siguen siendo personas que hacen cosas buenas y malas; lindas y feas; que tienen aciertos y desaciertos. Son personas. Y por tanto, falibles y perfectibles.
Cuando algo me gusta, me quedo con eso y no con quien lo hizo, protagonizó, interpretó o lo que sea. Me quedo con la cosa, no con el responsable. Y la explicación es la misma que la anterior: se trata de una persona.
El idealismo (http://lema.rae.es/drae/?val=idealizar) lo enfoco en otras cosas y quizá en otras personas pero que conozco y son parte de mis entornos. Fuera de mi entorno, de máxima, admiración. Esta cuestión no me pone en ningún lugar, excepto, que me corre de la posibilidad de creer desmedidamente en alguien, excepto que forme parte de mis círculos.
Como sobrevuelo una extraña zona gris, veo actitudes “fanáticas” poco agradables que quedan en un terreno de aceptación que, la mayoría de las ocasiones, me sorprende. No siempre para mejor. Pero sí me sorprende. Leer, escuchar o ver a algunos fanáticos deseándoles  cosas horribles a otros fanáticos sólo porque son fanáticos de cosas opuestas y justificando la acción, me sorprende. Y mucho más cuando critican en otros la misma actitud, y muchas veces en la misma situación.
Y nadie, en general, se detiene a observarse. Pero si a criticar a otros que hacen eso mismo. ¡En fin!, parte de nuestra forma de ser.
Esta situación de maltrato de unos con otros, particularmente, me duele. No me molesta, me duele, me genera bastante angustia ver que unos buscan destrozar a otros. Y que tanta animalidad es tolerada y aceptada. A mí, particularmente, me duele, me angustia, me preocupa… No me gusta nada y me gustaría que dejáramos de justificarla. Después todo el mundo habla de la violencia de los demás, pero ¿qué pasa con la que cada uno aporta?, ¿no deberíamos tratar de ser más responsables con nuestras actitudes?, ¿qué le transmitimos a nuestros hijos con nuestros actos?
Y de todo SIEMPRE es responsable el otro, y si reaccionamos de tal o cual modo, “la culpa” es del otro por hacer, no hacer, decir, no decir…
Todo esto me hace acordar al supuesto chiste de los zapatos embarrados: dependiendo de quien los lleve puestos, es la interpretación que los demás hacen.
Aunque todos sabemos que así funciona, que cada uno entiende lo que puede con lo que tiene, que la objetividad es un gran deseo y muy poco alcanzable, todo el mundo se proclama el adalid de la objetividad, cuando apenas si pueden asomar de la subjetividad… 
Ser subjetivo es una condición humana. 
Ser necio es un problema.

viernes, 20 de febrero de 2015

Breaking bad...


Fue una serie norteamericana (http://es.wikipedia.org/wiki/Breaking_Bad) que empezó en 2008  y terminó en 2013. Parecería que fue sensación.  Y yo llegué de casualidad. El nombre podría traducirse como "de mal en peor", "salimos de Guatemala y nos metemos en guatepeor", "estamos pa'trás", "negro, la REcagaste", o algo así. No sé si se entiende, pero es algo así...
Un día, hablando con Patricio, mi sobrino, salió el tema de esta serie. Serie que dio origen a otra serie "Better call Saul" ("Mejor llame a Saúl") (http://es.wikipedia.org/wiki/Better_Call_Saul) y serie que tiene su versión colombiana, con el nombre "Metástasis". La cosa es que él estaba más que entusiasmado con la serie, y me la requetecontra recomendó. Como soy un tipo un poco lento, me tomó algunos días empezar a verla. Lento y obsesivo...
La cosa es que en Netflix están los 62 capítulos de cuarenta y cinco minutos, excepto los dos últimos que son de casi sesenta. Arrancás y no para hasta que cambia la temporada. La cosa es que empecé el 15/02 y terminé de ver todos los capítulos el 19/02.
Esto ya me había pasado con "Six fit under" (http://es.wikipedia.org/wiki/A_dos_metros_bajo_tierra) que fueron 63 capítulos de cincuenta y cinco minutos.
Volviendo...
La serie trata de un profesor de química al que, al cumplir cincuenta años, le diagnostican cáncer de pulmón. Y la serie termina cuando cumple cincuenta y dos. El tipo es casado, tiene un hijo de quince años con parálisis cerebral leve y una bebé en camino. Claro, al terminar la serie, la bebé ya nació. Trabaja dando clases y en un lavadero de autos.
La cosa es que, frente al diagnóstico, decide que tiene que encontrar el modo de dejarle dinero a su familia, y hace la cuenta que necesita dejarle setecientos treinta y siete mil dólares. Decide asociarse a un exalumno drogón y distribuidor de drogas para fabricar metanfetaminas (http://es.wikipedia.org/wiki/Metanfetamina). El tipo consigue un producto de máxima pureza (entre el 96 y 99%) y de color azul, que lo distingue de todos los demás.
No te cuento más, si querés la podés ver.
La cosa es que me hizo acordar a la frase "el camino al infierno está tapizado de buenas intenciones" (http://hombrerefranero.blogspot.com.ar/2011/10/el-camino-del-infierno-esta-empedrado.html) ya que todo es una complicación detrás de otra y una mentira detrás de otra. Por mucho que sea una serie, impacta ver como cada nueva complicación arrastra a una peor; y todo va empeorando y arrastrando a más gente y los daños colaterales son cada vez mayores, aunque se busque minimizarlos... Impresiona.
Acá vi los capítulos todos seguidos, cuestión que hace que los detalles se mantengan frescos y la historia se mantenga. De todos modos, es más que recomendable.
Como sea: El camino al infierno está tapizado de buenas intenciones, podría ser una traducción posible para "breaking bad". Acá se cumple aquello de "lo que empieza mal, termina peor", pero en la realidad no siempre es así.
Breaking bad! = ¡Negro, la recagaste!

viernes, 13 de febrero de 2015

Mi soledad y yo...


Hoy (12/02/2015) me pasé el día con mi tía y con Clarita, una amiga de mi tía.
Fue un gran día. ¡Gracias tía por el día de hoy!, ¡Gracias Clarita por compartirlo!
Claro, de tanto que uno conversa, es inevitable recordar situaciones, personas, lugares, acontecimientos. Y de repente uno recuerda que no recordaba, recuerda que no había dicho o recuerda que ya lo había dicho. Como sea, parece como inevitable que uno vuelva a reflotar hoy algunas cuestiones de un hoy ya pasado.
Particularmente creo que "Lo mejor es hoy y en este preciso momento". Resulta desmedidamente cursi aclarar que no coincido con "todo tiempo pasado fue mejor" y mucho menos con "lo mejor está por venir". Aquí y ahora; lo demás es técnica publicitaria; según yo. Por otro lado, no soy un "añorante" cosuetudinario, es decir, no ando por el día a día pensando en todo lo que ya pasó, ni en lo ya no tengo, ni en la grandeza de ayer, ni...
¡No!
Sin embargo, conversando, desempolvando hechos que el tiempo convirtió en recuerdos, acariciando viejas lindas sensaciones (y de las otras); algo de todo lo que ya fue se hace presente. Y en el presente de aquellos recuerdos, aparecen algunas presencias de ayer que hoy ya no lo son. Nada nuevo, ni nada que no nos pase con cualquier cuestión. No se trata del pasado que vuelve, sino de un tierno y agradable recuerdo.
Pero como muchas otras cuestiones, ésta tampoco me resultó inocua y cuando volví a casa, detrás de la puerta me esperaba una vieja conocida: la señora "Ausencia de Compañero".
Ausencia resulta ser un nombre bastante poco usual, común y corriente, que al juntarse con algunos "rancios" apellidos resulta en unas combinaciones inquietantes: Ausencia de Valores, Ausencia de Agallas, Ausencia de Tacto, Ausencia de... lo que sea. Mi vieja conocida es la señora "Ausencia de Compañero".
Como dije, Ausencia de Compañero me esperaba pacientemente detrás de la puerta. En verdad nunca se fue de ahí, ocurre que como consecuencia de aquellas rememoraciones, encontró el resquicio para asomarse y recordarme que ahí está siempre. Aunque no la registre, ella cotidianamente está.  Quizá haya sido el paso del tiempo el que empujó a Ausencia a un sitio sin lugar, quiza haya sido la fuerza del acostumbramiento, quizá haya sido el aburrimiento, quizá algún día sepa qué empujó a Ausencia hacia el olvido momentáneo.
Y siguiendo con la temática que el día había tenido, con mi vieja conocida la señora "Ausencia de Compañero", conversamos y aprovechó para reclamarme que durante algún tiempo ni siquiera creía que fuera posible conocernos y mucho menos tratarnos;  que me había dejado llevar por mi expectativa favorable a conocer a quien pudiera ser un futuro compañero;  por la expectativa que depositaba en mi perfil en algún sitio gay (y que todavía mantengo); por las expectativas que ponía en los cafés generados; por mi excesiva confianza en la gente; por la supuesta seguridad que me había generado haber tenido dos parejas estables... Me reclamó que durante mucho tiempo jamás la había considerado y que, sin embargo, hoy la única que estaba firme ahí era ella, mi vieja conocida, la señora "Ausencia de Compañero".
Tenía razón. En parte tenía razón, pero es cierto que no tenía mucho sentido el pesimismo que supone la ausencia de todas las expectativas posibles. No por lo menos así de la nada. Después la experiencia haría lo suyo.
Y acá estamos.
Como diría Alejandro Sanz, "Mi soledad y yo"
https://www.youtube.com/watch?v=kXHEBVTTb70

domingo, 8 de febrero de 2015

Yo vivo en esta ciudad...

Desde 2009, yo vivo en una ciudad, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que por estos tiempos , a mí como vecino, cada vez me limita más el derecho a circular libremente.
Resulta que vivo, trabajo y pago todos mis impuestos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con esto quiero decir que mi cotidiano transitar ocurre dentro del éjido de la CABA, y que mis impuestos se usan para mantener la ciudad. O sea, todo lo que la Ciudad hace, cuenta con la parte que le corresponde de los impuestos que pago y tengo más que al día.
Resulta ser que, además de vecino, soy un vecino que tiene un auto.
Resulta ser que circular se está haciendo, cada vez, más complicado.
Veamos:
1)                      COCHERAS: Mi auto viven en la calle, lo mismo que tantos otros. Esto no significa nada, excepto porque ningún estado (de la Ciudad o Nacional) regula el precio de los estacionamientos. Esa falta de regulación hace que los precios de las cocheras sean una vergüenza y, en consecuencia, expulsan a muchos de los que las alquilaban; ergo, las calles reciben a los expulsados. Esto genera menos espacio para circular y estacionar.
2)                      NUEVOS EDIFICIOS: En CABA hay muchísimos emprendimientos inmobiliarios, muy bonitos, con muchos salones de usos múltiples  y piletas pero sin cocheras. ¿Por qué no se obliga que las nuevas construcciones tengan, además, una cochera por departamento (por lo menos)? Claro, como eso no se hace, los autos de esos residentes van a parar a la calle. Que se suman, por supuesto, a los que ya estaban. No es mi descubrimiento dejar expuesta la situación contradictoria de: más edificios, más gente, más circulación. 
3)                       METROBUS: No voy a entrar en muchos detalles, pero ese emprendimiento le arrebata a las calles algunos carriles, ya sea para la circulación de los colectivos como para las “estaciones” donde ascienden y descienden los pasajeros. Además, en avenidas donde se instala este servicio, no se puede estacionar. Menos espacio para estar, pero los vehículos ya existían, por lo tanto, lo único que se consiguió fue complicar a la gente que vive en la zona y a la que, por distintos motivos, debe ir.
4)                       CANTEROS CENTRALES: En algunas avenidas se construyen (hace poco en la Av. Montes de Oca) o hace tiempo ya que las tienen. En alguna avenida, ese cantero se destruye para construir el Metrobus. El cantero arrebata parte de un carril de circulación rápida.
5)                       CICLOVÍAS: El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires impulsa la idea de una “Ciudad verde”, que incluye como uno de sus ejes el uso de la bicicleta. No quiero entrar en mucho detalle, pero las objeciones que se me presentan para esta cuestión, pueden ser: 1) En invierno te congelás; 2) los días de lluvia te empapás; 3) los días de calor te insolás; 4) los empleos (fundamentalmente los del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que es quien intenta imponer esta cuestión) no están preparados para que uno llegue y se recomponga de la bicicleteada –duchas para bañarse, vestuarios para cambiarse la ropa, Etc.-.Las ciclovías aportan: 1) Se le resta al tránsito vehicular un carril, haciendo que las calles se congestionen con más facilidad; 2) Ese carril se resta de igual tamaño, sin importar si la calle es ancha o angosta; 3) Restan una mano para poder estacionar, ya que está prohibido hacerlo sobre el cordón de la ciclovía; 4) Se reduce la velocidad máxima de circulación de 40 a 30 Km/H, en las calles (¿intentaron circular a 30 Km varias cuadras seguidas?, ¿alguien lo intentó con los bondis que te “empujan” sin respetar las velocidades?); 5) Un descontrol adicional ya que no hay educación para los ciclistas que, en muchos casos, suponen que no deben cumplir con las leyes de tránsito (semáforos, prioridad de paso, Etc).
6)                       CONTENEDORES DE BASURA: El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires los instaló cómodamente sobre la calle, lo que resta parte de un carril, tanto para estacionar como para circular. De estos contenedores, en algunas zonas, hay dos: los de basura no reciclable y los de basura reciclable. Y esta cuestión de acomodarlos sobre la calzada ocurre tanto en vías anchas como en vías muy angostas. Si alguien quisiera tomarse el trabajo, la Av. Patricios tiene una traza muy angosta obstruida por estos elementos, y cuenta con unas veredas más que amplias.
7)                       ENSANCHAMIENTO DE VEREDAS: En algunos lugares, La Boca, por ejemplo, se ensancharon veredas y/o se ampliaron ochavas. A esto se suma, en muchos sitios, la ciclovía.
8)                       PARQUÍMETROS: Hay zonas donde están instalados desde hace mucho tiempo, lo que hace que ese estacionamiento sea medido, lo que reduce los lugares de estacionamiento. Y sobre esto no me queda claro qué pasa si uno vive en la zona de estacionamiento medido.
9)                       CARGA Y DESCARGA: Hay zonas reservadas exclusivamente para esto, restringiendo espacio para estacionar y para circular.
10)                   ESTACIONAMIENTOS RESERVADOS: Hay zonas reservadas para estacionamiento, sea por discapacidades o por privilegios.

La cuestión es que, se supone, la ciudad es un sitio para para todos, sin embargo, con todo lo anterior, circular con los autos se hace cada vez más complicado. La cantidad de vehículos es cada vez mayor, y los espacios para circular se reducen notoriamente. Sin embargo, los autos son un estorbo pero no dejan de generar interesantes ingresos: las autopistas, los grabados varios (autopartes, cristales), renovaciones de registros, patentes, multas, acarreos… Ya que pagamos impuestos en general y relacionados a los automotores en particular, ¿no nos merecemos, al menos, un trato menos acosador? Mientras somos útiles para tributar, somos hostigados al momento de circular.
UN DATO NO MENOR: todas las medidas se toman en un escritorio y están avaladas por funcionarios que se desplazan en vehículos que rezan “Libre tránsito y estacionamiento”, lo que implica que no están alcanzados por las restricciones que sí nos alcanzan “al resto”. Del mismo modo se intenta forzar el hábito del uso de la bicicleta, pero no se lo aplican a los funcionarios más altos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Convengamos que todo esto es lo mismo de siempre: al tipo común y corriente lo acorralan con cuestiones que a ellos no los toca. ¿Y por qué? Simple:  privilegios.
Ahora se habla de instalar parquímetros en el 52% de la Ciudad. Eso se haría después de las elecciones, lo que me hizo acordar a Ménem cuando dijo “si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me hubieran votado”. Bueno, parece que esta administración del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anda por esos caminos. Lo que periodísticamente se dijo (varias veces, ya) es que la idea es que la tarifa del parquímetro sea progresiva, es decir, a medida que pasan las horas, más caro es el valor de la hora. Y me pregunto: Si vivo, trabajo y tributo en CABA, ¿por qué, además, tengo que tener tantas restricciones?
En Vicente López, con la cuestión del Metrobus, la Municipalidad delimitó los estacionamientos callejeros. Imagino que el próximo paso es cobrar.
En Acassuso está lleno de carteles que prohíben estacionar, en las inmediaciones de la Av. Santa Fe.
Seguro este se repite en muchos otros lugares, y me pregunto: ¿nadie tiene en cuenta que uno necesita llegar a esos sitios? Quizá para pasear, pero ocurre que todas esas zonas están llenas de profeisonales de distintas disciplinas (abogados, dentistas, médicos, contadores), instituciones (municipales, centros médicos, centros de rehabilitación, geriátricos) y de parientes que reciben visitas por cualquier motivo.
Quiero que no se afecte mi mover dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Porque es donde vivo, trabajo y pago los impuestos. Porque colaboro con su mantenimento. Porque es mi derecho, ya bastante lesionado con las autopistas y con los caminos alternativos que no existe o están en mal estado.

lunes, 26 de enero de 2015

CINISMOS - MICHEL ONFRAY Mis recortes

CINISMOS RETRATO DE LOS FILÓSOFOS LLAMADOS PERROS
MICHEL ONFRAY
(http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Onfray)
Editorial Paidos, 2002

Este libro me lo regaló mi psicólogo, el Licenciado Jorge Garaventa, hace mucho tiempo. Me encantó en aquel momento y me sigue gustando hoy. 
Acá mis recortes.

¿Qué es la Escuela cínica?

Personajes que aparecen en estos recortes:
Sócrates (470 – 399 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%B3crates
Xeníades: No encontré datos. http://es.wikipedia.org/wiki/Jen%C3%ADades
Antístenes (445 – 365 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%ADstenes
Aristipo (435 – 350 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Ar%C3%ADstipo
Platón (427 – 347 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Plat%C3%B3n
Diógenes de Sínope (412 – 323 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Di%C3%B3genes_de_Sinope
Eubulo (405 – 335 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Eubulo_(pol%C3%ADtico)
Aristóteles –discípulo de Platón- (384 – 322 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Arist%C3%B3teles
Teofrasto (371 – 287 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Teofrasto
Euclides (325 – 265 a. C.): http://es.wikipedia.org/wiki/Euclides
Diógenes Laercio SIII: http://es.wikipedia.org/wiki/Di%C3%B3genes_Laercio
Nietzche 15/01/1844 – 25/10/1900: http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Nietzsche
Año 0, no existe: http://www.uv.es/ivorra/Historia/Cero.htm
Siglo XIX: 01/01/1801 – 31/12/1900 http://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XIX
Siglo XX: 01/01/1901 – 31/12/2000 http://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XX
Siglo XXI 01/01/2001 – 31/12/2100 http://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XXI

Línea de tiempo



Prefacio La filosofía, el maestro y la vida

Con los versos del poema de Lucrecio ante mis ojos, yo aprendía cómo el hombre, solo, podía dar sentido a su existencia: no depender más que de sí mismo, ejercer el dominio sobre sí, trabajar la voluntad y hacer de sí un objeto que habrá de transformarse en sujeto, domesticar lo peor y practicar la ironía. La temática en que se encontraba inmerso Foucault cuando lo alcanzó la muerte.

La filosofía antigua se distingue de todas las que la siguieron en que propone ejercicios espirituales con el objeto de producir una transformación en la naturaleza del sujeto que los practica. Al respecto. Pierre Hadot escribió acertadamente: "El fin que procuran todas las escuelas filosóficas con estos ejercicios es el mejoramiento, la realización de uno mismo. Todas las escuelas coinciden en admitir que el hombre, antes de la conversión filosófica, se encuentra en un estado de desdichada inquietud, es víctima de la preocupación, está desgarrado por las pasiones, no vive auténticamente y no es él mismo. Todas las escuelas coinciden también en creer que el hombre puede librarse de ese estado, y puede tener acceso a la vida verdadera, mejorarse, transformarse, y así alcanzar un estado de perfección".

Yo habría de descubrir, juntamente con los laberintos del pensamiento antiguo, esa extraña paradoja que consiste en que un maestro pueda enseñar a su discípulo a desprenderse de él, a liberarse de él lo más pronto posible. Maestro de libertad al mismo tiempo que maestro de sabiduría.

El maestro realiza lo necesario para evitar el culto y pone así de manifiesto la distancia que hace posible la relación. Es él quien establece el silencio, y es él quien expresa los gestos, las palabras y los signos. Tiene asimismo a su cargo el empleo pertinente de la dialéctica de tipo socrático, de la burla y la ironía, así como la conciencia clara, sin infatuación, de obrar en el registro de lo electivo, de lo aristocrático (en el sentido etimológico).

En un siglo casi enteramente signado por lo gregario, que ha alentado sin tregua la formación de grupos, bandas y facciones, el ejercicio filosófico de estilo antiguo propone la más refinada reducción de la intersubjetividad: un maestro y un discípulo que en común simpatía practican la amistad como un argumento pedagógico.

Para los Estudios filosóficos estaba preparando aquel semestre un artículo sobre el suicidio por temor a la muerte practicado por los antiguos. Cuando recordé que yo mismo había redactado una ficha sobre los numerosos casos de muerte voluntaria encontrados durante mis lecturas de textos antiguos, me animé a manifestárselo y él, con toda naturalidad, me pidió que se la facilitara para comparar, confirmar y hasta completar sus propios datos. Luego, durante nuestro intercambio epistolar, me pidió autorización para utilizar dos referencias de mi ficha que se le habían escapado, cosa que acepté con gran placer y también con gran orgullo. Cuando su artículo apareció publicado con el título Grihonille et la mort, recibí un ejemplar dedicado y en una nota descubrí mi nombre y el agradecimiento por "dos referencias tan generosamente comunicadas". ¿Hay manera más pedagógica de enseñar a practicar el reconocimiento? Otros fueron menos refinados...

A manera de libro de texto, mi viejo maestro recurría pues a De natura rennn. En él descubrí un pensamiento materialista ateo, una ética pragmática, una manera eficaz de poner en evidencia la falsedad y un claro desdén por la condena eterna y el pecado, la falta y la mortificación, el infierno y la culpabilidad. Lucrecio enseña una moral de la pacificación consigo mismo y el reencuentro con la propia sustancia atómica.

Sócrates, por supuesto, sólo puede ser fascinante para quien busca la coherencia más allá de las perspectivas de Platón. ¿Cómo no coincidir, en mayor o menor medida, con quien afirma: "Nada de lo que preocupa a la mayor parte de la gente le interesa: las cuestiones de dinero, de administración de los propios bienes, las especulaciones del estratega, los éxitos oratorios, las magistraturas, las intrigas, las funciones políticas. No he seguido esa senda, sino aquella en la que pueda hacer el mayor de los bienes a cada uno de vosotros en particular, tratando de persuadiros de preocuparse menos por lo que uno tiene que por lo que uno es, a fin de hacerse lo más excelente y razonable posible?

También llegué a apreciar a Marco Aurelio por las páginas que dedica en su primer libro, los Pensamientos para mí misino, a hacer un balance de aquello y aquellos de quienes se siente deudor: sus abuelos, sus padres, sus amigos y maestros, a quienes dice deberles la calma y la fuerza, la liberalidad o la grandeza, la independencia o el dominio. El ejercicio es delicado y al mismo tiempo estético: reconocer y revelar a sus maestros, sus ejemplos o sus modelos permite advertir que el autor asigna a la memoria una virtud arquetípica.

De Aristipo, Diógenes Laercio decía que sabía gozar del instante presente y que consideraba los placeres del cuerpo superiores a los del alma. Frecuentaba alegremente las casas de placer, vivía con una joven cortesana y confesaba abiertamente su pasión por la buena mesa, la gula y la diversión. También sabemos que bailaba en las fiestas vestido con ropas de mujer. Pero sobre todo había un detalle que aumentaba la simpatía que despertaba en mí: amaba los perfumes, mientras tantos otros filósofos parecían haber sufrido de amputación de la nariz. En el plano teórico, los cirenaicos enseñaban que el "placer es un bien, aun cuando proviene de las cosas más vergonzosas".

Creo que fue en una carta fechada hace aproximadamente diez años donde mi profesor hizo referencia a una frase de Demetrio el Cínico. Invitándome a hacer caso omiso de las declaraciones de tal o cual imbécil, escribió: "Haga como Demetrio, quien decía de las personas que carecen de cultura: 'da lo mismo que hablen o se tiren pedos'".

Bréhier afirma: "En la historia de la filosofía, siempre conviene remitirse a los esfuerzos intelectuales de los individuos; sería vano buscar en ella tipos de sistemas, clases de conceptos fijos y rígidos que habría que tomar o dejar de lado y que deberían sucederse según un ritmo definido; sólo existe el pensamiento individual, que recibe influencias de otros pensamientos individuales y obra a su vez sobre otros".

Incipit comedia
Observemos a Teofrasto retratar a un cínico: es un hombre que maldice y tiene una reputación deplorable. Es sucio, bebe y nunca está en ayunas. Cuando puede hacerlo, estafa y golpea a quienes descubren el engaño antes de que puedan denunciarlo. Ninguna actividad le repugna: será patrón de una taberna y, si es necesario, encargado de un burdel, pregonero e incluso, si se quiere, recaudador de impuestos. Ladrón, habituado a las comisarías y a los guardias civiles, a menudo se lo encuentra, locuaz, en la plaza pública, a menos que se convierta en abogado de todas las causas, aunque sean las más indefendibles. Prestamista con fianza, tiene además la soberbia de un mañoso y no cuesta mucho imaginarlo como el gángster emblemático: "Puede vérselo haciendo su ronda -escribe Teofrasto-, entre los taberneros y los vendedores de pescado o salazones, para cobrar sus ganancias". Para completar el cuadro, no olvidemos que el cínico deja sin sentir vergüenza que su madre se muera de hambre...

Como se comprenderá, este cinismo no es el nuestro. Ésta es la acepción más difundida y común. El cinismo de Diógenes, el filósofo oriundo de Sínope, es antes bien una farmacopea contra este cinismo vulgar. El cinismo filosófico propone una gaya ciencia, un alegre saber insolente y una sabiduría práctica eficaz: "Tras la causticidad de Diógenes y su intención de provocar, percibimos una actitud filosófica seria, tal como puede haber sido la de Sócrates. Si se dedicó a hacer caer una tras otra las máscaras de la vida civilizada y a oponer a la hipocresía en boga las costumbres del 'perro', ello se debe a que Diógenes creía que podía proponer a los hombres un camino que los condujera a la felicidad". Diógenes se erige pues en médico de la civilización cuando el malestar desborda las copas y satura la actualidad.

La máxima del cínico es "no ser esclavo de nada ni de nadie en el pequeño universo donde uno halla su lugar".' Su voluntad es estética: considera la ética como una modalidad del estilo y proyecta la esencia de éste en una existencia que se vuelve lúdica. Todas las líneas de fuga cínicas convergen en un punto focal que distingue al filósofo, no ya como un geómetra, sino como un artista, el escenógrafo de un gran estilo. Diógenes es uno de estos experimentadores de nuevas formas de existencia.

"Me esfuerzo por hacer lo contrario de lo que hacéis todos vosotros en la existencia". Guiado por ese propósito, prefería perfumarse los pies antes que la cabeza, "pues -decía- el perfume derramado en la cabeza se pierde en el aire, mientras que, desde los pies, se eleva hasta mis narices". Más que las anécdotas en sí mismas, conviene ver en estos relatos el proyecto cínico de transmutación de los valores.

1. Emblemas del perro
Antístenes, a quien se considera el padre fundador de la escuela cínica, fue llamado "el Verdadero Can". La etimología confirmará el parentesco del animal y la escuela {cynós: "perro" en griego), y en el concepto podrá hallarse un misterioso perro brincando bajo el sol y las estrellas de Atenas.

Hay múltiples razones que hacen justicia al término. Los filósofos de la Antigüedad tenían la costumbre de dar sus lecciones en sitios particulares que se asociaban a la corriente filosófica. Así existieron la Academia y el Liceo, en los casos de Platón y de Aristóteles, y el Jardín en el caso de Epicuro. A manera de burla, Antístenes habría de elegir, en las afueras de la ciudad, un espacio independiente de ella. Desde el punto de vista de un urbanismo simbólico, el cínico decidió escoger un lugar lindero con los cementerios, los extremos, los márgenes. El Cinosargo concentraba toda la fuerza del emblema: estaba situado en lo alto de una colina, fuera de la ciudad, cerca del camino que conduce a Maratón. Durante un sacrificio ofrecido a Hércules, el dios preferido de los iniciados en la filosofía de Diógenes, un perro blanco, venido de no se sabe dónde, se habría apoderado con eficaz celeridad del trozo de carne destinado al dios. Rivalizar en impertinencia y ganarle de mano a los oficiantes era razón suficiente para situar al animal bajo los auspicios favorables. Habiendo interrogado al oráculo sobre lo que convenía hacer, el sacrificador habría recibido la orden, o quizás el consejo, de erigir un templo en el lugar para celebrar al perro y su rapiña simbólica. En el Cinosargo se encontraban los excluidos de la ciudadanía, aquellos a quienes el azar del nacimiento no había hecho dignos de tener acceso a los cargos cívicos. De modo que la escuela cínica vio la luz en los suburbios, lejos de los barrios ricos, en un espacio destinado a los excluidos, a aquellos a los que el orgullo griego había dejado de lado. Obsesionados por su código de nacionalidad, los ciudadanos redoblaban el desprecio por los advenedizos. Bajo el arcontado de Euclides, contemporáneo de Antístenes en la flor de la edad y de Diógenes cuando tenía alrededor de diez años, la reacción se hacía sentir incluso con insistencia... Otros especialistas en la Antigüedad griega vinculan el Cinosargo con el can ágil o brillante: Cerbero, el verdadero perro. Habitante de la Laguna Estigia, guardián de los Infiernos, Cerbero despedazaba a los mortales que tenían la mala idea de ir a ver qué ocurría más allá de la muerte y era también el compañero doméstico de Hércules, quien, como se sabe, era tenido en gran estima por Diógenes y sus compinches. Por añadidura, la bestia era tricéfala, lo cual multiplicaba los peligros para los hipotéticos amos. Tenía el cuello erizado de serpientes, cosa que no podía más que disuadir a los amantes de las caricias, y sus dientes eran capaces de provocar mordeduras como las de las víboras... ¿Es necesario extenderse más sobre las cualidades del moloso?

Lo cierto es que, independientemente de que se tratara de un perro blanco ladrón de carne, de Cerbero del Hades o de un cuerpo celeste, al cínico le gustaba llamarse perro sencillamente porque sentía una particular inclinación por las virtudes del animal. No es este perro el faldero dócil, sumiso y satisfecho, que vive protegido junto a amos tan ahítos como él; por el contrario, el cínico desconoce la correa, la casilla y la pitanza regular adquirida al precio del conformismo. "¿Qué clase de perro eres tú? -le preguntaron a Diógenes-. Cuando tengo hambre -respondió- soy un maltes, y saciado, soy un moloso: dos razas que la mayor parte de la gente elogia, pero que pocos se animan a seguir en la caza por temor al esfuerzo".' De modo que, para los lugares comunes y las mitologías seculares, se trataba de un sabueso.

A quien un día le reprochara comer afuera, a la sombra, pero a la vista de los paseantes, Diógenes le replicó: "¿Y qué hay de malo en ello? Sentí hambre en la plaza pública...". Si el argumento ad hominem no bastaba, Diógenes recurría a la lógica o a la retórica, sazonándolas con ironía: "Si desayunar no tiene nada de absurdo, tampoco está fuera de lugar hacerlo en público; de modo que, si desayunar no es absurdo, no es desatinado hacerlo en la plaza pública".' Por último, cuando a alguien no le bastaba una demostración expresada en actos o en conceptos, Diógenes optaba por la invectiva o el insulto. Así, a los curiosos que lo trataban de perro por sus prácticas alimentarias exhibicionistas, les contestaba: "Vosotros os parecéis más a los perros, puesto que me rodeáis mientras como".

Los cínicos hacían de la sencillez una virtud, y de la sencillez extrema, una extrema virtud. De ahí la invitación al desprendimiento y el repudio a comulgar con lo ostensivo cuando basta lo sumario.

Finalmente, el cínico posee del perro la virtud de la fidelidad y la preocupación por preservar y cuidar a su prójimo. Un día que Diógenes insistía en que lo llamaran perro, Polixeno, el dialéctico, se sintió incómodo y le comunicó su perturbación al sabio, quien lo tranquilizó diciéndole: "Tú también llámame perro; Diógenes, para mí, no es más que un sobrenombre; soy, en efecto, un perro, pero me cuento entre los perros de raza, los que velan por sus amigos"

La pareja formada por el perro y su amo también sirve para expresar la amistad, que Diógenes definía como la relación que permite que "una sola alma repose en dos cuerpos".

El cínico gruñe ante todo lo que contradice su ideal de virtud: cualquier cosa que se oponga a la autonomía y la independencia. Platón describe esta extraña manía -fidelidad al semejante, redoblada por la constancia- como el signo distintivo del guardián de la ciudad: "Al ver a alguien que no conoce, el perro manifiesta hostilidad, aun cuando ese hombre nunca antes le haya hecho ningún mal; pero si se trata en cambio de alguien que conoce, manifiesta amistad por más que hasta ese momento no haya recibido nada bueno de esa persona".

2. Retratos con barba y otras pilosidades
Aunque el modelo del filósofo -por decirlo así- fuera la estatuaria, en nuestro caso podemos coincidir con la prescriptiva hegeliana: la recopilación de anécdotas de Diógenes Laercio constituye una colección de fragmentos en la que se expresan la esencia del pensamiento cínico y la sustancia de la escuela y la corriente. Por esa razón, el significado del manto, el báculo, la barba y el cabello largo excede lo puramente anecdótico.

Con la intención de volverse intempestivo, el cínico reduce el vestido a la única función útil para la que fue concebido: proteger del frío, del sol, de la intemperie o de las agresiones naturales. En la época en que lo lucen Antístenes y Diógenes, el triboniun es el único bien de algunos viejos y también de los pobres.

Rechazar la moda implica también no sacrificarse a la uniformidad del momento y a las prácticas de masas, y al mismo tiempo preservar y afirmar una singularidad. De este modo, el comportamiento cínico vuelve inútil la lógica mercantil, ataca al comercio e invita a limitar la circulación de las riquezas y, por lo tanto, el enriquecimiento de los ricos.

Los cínicos usaban barba precisamente para afirmar su proximidad con las bestias.

El cabello estaba generalmente en armonía con el conjunto: largo y más bien descuidado. Sólo Diógenes de Sínope aparece con el cabello corto en la galería de personajes cínicos que nos dejó Diógenes Laercio."

Recordemos el hábito del cínico de dejar que la naturaleza haga su trabajo, y que el desorden y el largo se instalen en el cabello según el capricho del tiempo.

Así vestidos, con el rostro fácilmente reconocible, los cínicos andaban descalzos todo el año y disponían por todo accesorio de un zurrón y un báculo. Solían llevar en la alforja una pequeña colodra o taza con la que recogían agua de las fuentes y los manantiales. Pero un día, al ver que un joven bebía en el hueco de la mano, Diógenes, contrito y confuso, tiró el tazón al arroyo preguntándose cómo había podido cargar durante tanto tiempo un objeto tan molesto y superfluo...

Cuenta la anécdota Diógenes Laercio: "Llegado a Atenas, Diógenes se apegó a Antístenes. Este último lo rechazó: no quería que nadie lo siguiera. Pero la insistencia de Diógenes logró su objetivo. Un día, Antístenes levantó su porra contra él; Diógenes, adelantando la cabeza, le dijo: «Golpea, pues no encontrarás un leño tan duro que de ti me aparte durante tanto tiempo como para que me des la impresión de proferir palabras sensatas». A partir de ese día Diógenes se convirtió en su discípulo".

3. La virtud del pez masturbador
Aristóteles se ocupa de la fauna para establecer leyes

Fue un ratón el que hizo que Diógenes se convirtiera a la filosofía cínica. Mientras ocioso detallaba las idas y venidas del animal, el joven que era entonces Diógenes comprendió que el ratón era un modelo de despreocupación, independencia y libertad: iba y venía sin que le importaran un bledo la oscuridad y el futuro, absorto en un puro presente sin ramificaciones nostálgicas ni imaginarias. Algunos hermanos del anterior, salvo que hieran ratitas que se hubieran hecho adultas en el intervalo, reiniciaron su danza ante la nariz y las barbas de Diógenes, quien intentaba conciliar el sueño en un rincón de la ciudad, arropado en su manto, mientras a algunos centenares de metros del lugar, las familias atenienses acomodadas daban una suntuosa fiesta. Si bien allí se prodigaban las vituallas sin control alguno, Diógenes se había conformado con pellizcar una galleta marinera de la que dejaba caer de vez en cuando algunas migajas. Se preguntaba el cínico si no le convendría tomar algunas de las sobras del ágape ateniense, cuando vio aparecer, como de la nada, a un ratón que se dio un festín con los restos que él dejaba. La situación impresionó de tal manera al sabio que lo hizo meditar sobre la lección recibida: "¿Qué me dices, Diógenes? He ahí un ratón que se regocija y se alimenta con tus sobras mientras tú, en cambio, de alma bien nacida, te compadeces y te lamentas por no poder embriagarte allá, tendido sobre la mórbida alfombra bordada". Y el hombre se hizo filósofo.

La teoría de las Ideas defendida por el autor del Fedón no podía gustarle al sabio de la lámpara. En su manía por las definiciones. Platón había acuñado una frase que, a su entender, definía perfectamente al hombre, a quien llamó en aquella ocasión "un bípedo sin plumas"... Los platónicos consideraron que era una expresión acertada y una clasificación válida, pero no ocurrió lo mismo con Diógenes, quien en su rincón preparaba una contrademostración de facto: después de haber desplumado a un gallo vivo, lo lanzó en medio de una reunión presidida por Platón, con lo cual demostró, silenciosamente, que la definición era inadecuada y que, de todas formas, lo real no podría reducirse al concepto ni a las palabras.

Antístenes se especializó en mostrar hasta qué punto los hechos a menudo contradicen los efectos del lenguaje, de la dialéctica sutil y de la retórica ampulosa de la metafísica.

Los cínicos atacan con ironía y ardor la teoría platónica de las Ideas: se interesan por la inmanencia y las cosas próximas, por la vida cotidiana y lo concreto. Así, ante una mesa, Platón se abismaba en los detalles para demostrar que no tenía realidad en sí misma, puesto que participaba de la mesa "en sí", de la Idea de mesa, sin la cual no habría nada, y lo mismo hacía con las tazas y otros objetos que permitían una aprehensión concreta y sensible. Por su parte, Diógenes afirmaba que no tenía ninguna dificultad para ver objetos como una mesa o una taza, pero que no veía en absoluto las esencias de donde supuestamente derivaban.'" El filósofo idealista conseguía salir del apuro diciéndole al sabio realista que carecía de los ojos de la inteligencia para descubrir aquellas verdades... Antístenes, que ya había combatido en ese mismo sentido, se negaba a enseñar la existencia de "constitutivos específicos y sólo atribuía existencia al ser concreto, individual"." Admitía naturalmente que veía un caballo, pero permanecía ciego a la "caballosidad".

Finalmente encontramos al pez masturbador... El animal le sirve a Diógenes para responder a las preguntas que le formulan sobre Afrodita: ¿cómo comportarse en relación con los deseos? ¿Debemos refrenarlos, contenerlos, tratar de ignorarlos? Al respecto. Platón enseñaba que había que distinguir entre una Afrodita celeste, amorosa guía capaz de conducirnos a lo verdadero, al bien y al conocimiento de las Esencias, y una Afrodita vulgar, consagrada al amor carnal de los cuerpos y al placer sensual. Por supuesto. Platón exaltaba a la primera e infamaba a la última, y luego frecuentaba los burdeles para calmarse. Por el contrario, Diógenes estaba a la altura de sus palabras: vivía en consonancia con su pensamiento y pensaba en consonancia con la vida que llevaba. Dejando a otros la tarea de desacreditar al cuerpo en teoría antes de ir a buscar -legítimamente- el goce, Diógenes invocaba al extraño pez modelo de virtud. Cada vez que sentía un deseo, Diógenes lo satisfacía a fin de no dejarse esclavizar por él y de conservar libre el espíritu. Si no encontraba prostitutas, mujeres fáciles o complacientes, siempre podía recurrir al onanismo antes que a la continencia: "En este sentido -decía Diógenes-, los peces demuestran tener casi más inteligencia que los hombres: cuando sienten la necesidad de eyacular, salen de su retiro y se frotan contra alguna superficie áspera. Me sorprende que los hombres no quieran gastar dinero en hacerse frotar los pies, las manos o alguna otra parte del cuerpo -ni los más ricos querrían desembolsar un solo dracma con ese fin-, pero en cuanto a ese miembro en particular, hay quienes gastan más de un talento e incluso hay quienes han llegado a arriesgar la vida"." No hay manera más clara de expresar hasta qué punto es imperioso el deseo y en qué medida es importante satisfacerlo con la mayor de las celeridades. El sabio no permite que el deseo lo aliene; antes bien, lo encauza a través del placer, único remedio a la libido. Todo el pensamiento cínico está atravesado por esta estrategia de evitación: cuando el combate es inútil, porque moviliza un exceso de energía y voluntad, hay que eludir el enfrentamiento y contentarse con los medios que permiten hacer caso omiso del deseo. Antes que complacerse en el ascetismo, hacer de la resistencia al placer una ley, sentirse orgulloso de la laceración y otras mortificaciones, el cínico se vuelve hedonista al preferir la calma que ofrece el goce, más seguro que el estado en que lo deja a uno cualquier renunciamiento. Obedecer al deseo es la mejor manera de olvidarlo.

Ahora bien, procurar el dominio de sí es menos una especificidad estoica que un signo distintivo del sabio antiguo. Para alcanzar la felicidad, el filósofo debe pagar el precio de mantener una relación armónica con el mundo: se trata de que lo real sea menos un obstáculo que una compañía circunstancial. El hombre de Sínope expresaba un franco voluntarismo: "En la vida -decía- nada tiene oportunidad de alcanzar el éxito sin una preparación previa; es el entrenamiento lo que permite superarlo todo. Por lo tanto, para vivir feliz, en lugar de hacer esfuerzos inútiles conviene hacer aquellos que recomienda la naturaleza: los hombres son infelices a causa de su propia estupidez"."

"Para Diógenes, hay dos clases de ascetismos: el del alma y el del cuerpo. En este último, mediante un ejercicio continuo se forman las representaciones capaces de asegurar la soltura de los movimientos que apuntan a realizar actos virtuosos. Ambos ascetismos son imperfectos si no se complementan entre sí, porque tanto la buena forma como la fuerza son igualmente esenciales para el alma y para el cuerpo."-" No debe haber disociaciones que sólo crearían, por un lado, deportistas imbéciles y, por el otro, sacerdotes contritos: unos habrían olvidado el fin de cultivar las aptitudes y los otros habrían descuidado los medios. Ni juegos de estadio –Diógenes dedicó una buena parte de su tiempo a ridiculizarlos- ni prácticas de monasterio. El dominio del cuerpo, de sus posibilidades, de sus capacidades y de sus límites, es el signo que permite reconocer el carácter completo de un asceta.

Diógenes también se ríe de algunos sedientos que, pasando por allí, se desesperan por no encontrar un puesto donde beber un vino de Quios o de Lesbos, mientras a dos pasos de su suplicio corre generosamente un manantial...-

4 El voluntarismo estético
Filósofo es. aquel que, en la sencillez y hasta en la indigencia, introduce el pensamiento en su vida y da vida a su pensamiento. Teje sólidos lazos entre su propia existencia y su reflexión, entre su teoría y su práctica. No hay sabiduría posible sin las implicaciones concretas de esta imbricación. Durante varios años, Cioran estuvo en contacto con uno de estos hombres, un vagabundo, un mendigo que lo interrogaba acerca de Dios, el mal, la libertad y la materia. "Nunca conocí a alguien -escribe Cioran- tan en carne viva, tan ligado a lo insoluble y lo inextricable." Un día Cioran le confió a su visitante que lo consideraba un auténtico filósofo, y desde entonces no volvió a verlo. Este episodio lo hizo llegar a la conclusión de que el filósofo se distingue por su "preocupación por avanzar siempre hacia un grado más elevado de inseguridad".

Las raíces de una auténtica sabiduría escudriñan primero el vientre y luego la cabeza.

Diógenes tiene la intención de promover una vida bienaventurada y dice cómo hacerlo: "El objeto y el fin que se propone la filosofía cínica, como por otra parte se propone toda filosofía, es la felicidad. Ahora bien, esa felicidad consiste en vivir de conformidad con la naturaleza y no según la opinión de la multitud". Demonax irá aún más lejos al decir que sólo el hombre libre es capaz de alcanzar la felicidad. A quien se sorprende ante semejante declaración y cree conveniente señalar que, en su opinión, hay muchas personas felices, el cínico le responde: "Por el contrario, creo que sólo es libre quien no espera nada ni le teme a nada". Desesperar, pues, en el sentido etimológico: dejar de esperar, destruir las ilusiones y las mitologías que rezuma la civilización y que se cristalizan por medio de los instrumentos del conformismo y la convención. Luchar, en suma, contra la fastidiosa tendencia humana a preferir la idea que se tiene de la realidad a la realidad misma.

Antístenes y los cínicos procuran alcanzar la virtud con la menor dilación posible. Nada de largos caminos para alcanzar la sabiduría: la vida es demasiado breve y la sabiduría apremia.

Los caminos largos atribuyen demasiada importancia a los medios, hasta el punto de hacer casi desaparecer los fines. Se olvida el fin para concentrarse en las maneras de llegar a él. Mientras tanto, el período preparatorio es demasiado absorbente. Por una suerte de irónica compensación, hay que pagar con dificultades el tiempo ganado: se avanza más rápido, pero el camino es más arduo. Lo que se gana se pierde en comodidad. Para el asceta cínico la acción es el entrenamiento privilegiado. La anécdota cínica da testimonios en este sentido: el filósofo es un practicante, su método es el gesto, las huellas que deja se concentran en historias -que constituyen el corpus cínico- y en su originalidad.

Si se hubiesen aplicado a ello, Diógenes y sus acólitos habrían alcanzado la consagración. Pero la notoriedad no se adquiere sin poner en tela de juicio la respetabilidad y la dignidad. Y en este sentido era imposible contar con ellos. Eran demasiado rebeldes, demasiado libres. El fragmento, la anécdota, el comentario ocurrente son las formas que más se ajustan al propósito cínico. Sus acciones fueron plurales, múltiples como miríadas. El sistema cínico es comparable al principio espermático de los granos: diversos, sembrados al voleo y abandonados a los flujos, siempre terminan por germinar en una misma inflorescencia.

Los hechos y los gestos cínicos expresan la necesidad de la soberanía singular: cada hombre debe llegar a ser un dios. No hay manera más eficaz de volver caduca la fábula de un dios como figura arquetípica, modelo de un estilo. La vida se vuelve sagrada mientras sea única y susceptible de ser embellecida, porque se la vive a la sombra de una confusión entre ética y estética.

El nihilismo social de Diógenes es fortificante. Con él, reconocemos el carácter definitivamente ilusorio de las perspectivas y las líneas de higa que se nos proponen. Uno no se vuelve sabio aceptando el papel de engranaje de la maquinaria social, sino que, por el contrario, llega a serlo negándose a colaborar. La rebelión es la virtud que fortalece las posiciones estéticas. En el extremo opuesto de la actitud filosófica encontramos las instituciones que quebrantan las singularidades para hacerlas cooperativas: la escuela y la disciplina, el ejército y la obediencia, la fábrica y la docilidad. A las posiciones aglutinantes que se nutren de \os hombres y sus libertades, Diógenes opone la insurrección que libera de toda traba.

El voluntarismo estético cínico incluso es optimista si se hace hincapié en el hecho de que ofrece salidas y soluciones al problema de la existencia. El futuro no es un horizonte limitado, sin perspectivas, pues sólo quien nada espera, quien desespera, es capaz de alcanzar el goce y la beatitud. No esperar lo imposible permite no decepcionarse nunca, y por lo tanto evolucionar en completa calma.

Los trabajos del cínico implican el repudio de los caminos que no conducen a ninguna parte -las sendas del ideal ascético y del renunciamiento- y la preferencia por los senderos que guían a la autonomía y a la independencia: se trata de construir la propia singularidad como una obra de arte que no tiene copia.

El nihilismo estético de Diógenes se complementa con un arduo voluntarismo; la actitud espectacular carece de sentido si no la completa un ardor por la acción en la única dirección que merece el trabajo del estilo; la existencia. En este sentido vale la pena leer la frase de los Ensayos en la que Alontaigne dice: "Nuestro oficio es configurar nuestras costumbres, no componer libros ni ganar batallas o provincias, sino alcanzar el orden y la tranquilidad de nuestra conducta. Nuestra obra de arte más grande y gloriosa es vivir oportunamente. Todas las demás cosas, como reinar, atesorar, ganar, no son más que apéndices y accesorios de lo mayor"."

Anacrónico, este programa ya no parece atraer a los filósofos contemporáneos, más preocupados por fundar nuevas teologías y ortodoxias. El concepto mató a la vida, los malabarismos del lenguaje inocularon el tétanos en lo cotidiano: la existencia es la menor de las preocupaciones actuales. Pero nada nos prohibe desear que en este paisaje de desolación sople un espíritu pagano sobre los montes desiertos y las vastas extensiones lúgubres y poco hospitalarias de nuestro pensamiento contemporáneo. Ese es el precio de una ética poscristiana.

5. Principios para una ética lúdica
Para algunos, el juego tiene su raíz en la voluntad de diversión que, a su vez, surge del conocimiento de lo trágico o de la miseria humana. El juego como tentación de olvidar lo peor. Para los cínicos, el juego parece producir únicamente los goces inmediatos surgidos de la turbulencia, la improvisación, la despreocupación o la fantasía descontrolada. El prójimo no tiene un rol de actor, sino que basta como espectador. También en esto, los cínicos expresan su certeza acerca del atolladero solipsista. En la plaza pública, Diógenes considera a los demás como espectadores, auditorio destinado a un voyeurismo pedagógico: ellos verán, oirán y tal vez comprenderán. La anécdota, la palabra ingeniosa o el retruécano apuntan a producir efectos éticos: una toma de conciencia, podría decirse. Así entendido, el juego revela sus virtudes heurísticas.

[Diógenes] pensaba que así como un buen médico debe ir a socorrer a las personas allí donde abundan los enfermos, es conveniente que el sabio se establezca allí donde hay mayor número de necios, a fin de desenmascarar y corregir su estupidez"

Diógenes practica pues una terapia que es un arte: la psicogogía cínica supone, en efecto, la existencia de dones y talentos, el dominio de ciertas técnicas, una inspiración que nunca flaquea y un sentido afianzado y agudo del diagnóstico y de la prescripción de medicinas. Todo esto imbricado en un ballet que da su lugar al vértigo tanto como a la mascarada, y en el que se encuentran los principales componentes del juego. En los juegos ístmicos, Diógenes practica su arte jubiloso, pero se lamenta de tener tan escasos clientes, lo cual no es extraordinario, ya que tomar conciencia del mal supondría que uno está ya en el camino de la curación. Además hay que decir que el sabio multiplica las dificultades al presentarse en los estadios durante las competencias deportivas. ¿Puede haber preocupación más irrisoria que la prudencia en un lugar dedicado a los fervores deportivos? Diógenes sabe que vencer sin afrontar peligros es triunfar sin gloria.

El cínico revela a sus pacientes las dolencias que sufren. A él le corresponde imponer las consultas, porque no hay nada peor que un enfermo que ignora su mal... "Con todo, me sorprendo -clamaba durante los juegos-. Si pretendiera curar los dientes, todos los que necesitaran una extracción acudirían a mí; si dijera que puedo curar los ojos, todos los que tienen los ojos enfermos se presentarían ante mí; y lo mismo ocurriría si yo pretendiera conocer un remedio para curar la hipocondría, la gota o el catarro. Pero cuando prometo liberar de la locura, la perversidad y la intemperancia a las personas que me escuchen, ya nadie me presta atención, nadie me pide que lo cure, aun cuando pudieran obtener un importante beneficio pecuniario. Pareciera ser que las personas se preocupan menos por estos últimos males que por las otras enfermedades, o que fuera más terrible para un hombre soportar un bazo inflamado o un diente cariado que un alma estúpida, ignorante, ruin, arrogante, voluptuosa, servil, irascible, cruel, perversa, en una palabra, completamente corrompida."- Los males que sufre la humanidad pueden resumirse en un único y mismo orden: los hombres están enfermos de no saber vivir en libertad y de no conocer las delicias de la autonomía, la autosuficiencia y el pleno gobierno de uno mismo. La gran salud, diría Nietzsche. Los síntomas son evidentes: el gusto por lo frívolo, la liviandad, el dinero, el poder, los honores, la mezquindad, la estrechez de proyectos, el conformismo y la sujeción a ideales seculares tales como el trabajo, la familia o la patria.

Obrar según el punto de vista cínico es esculpir la propia existencia como una obra de arte, informar la materia en el sentido aristotélico: dar volumen, superficie, naturaleza, espesor, consistencia y armonía a la vida cotidiana que de ese modo se transfigura. Una vida debe ser el resultado de una intención, un pensamiento y un deseo, y todo hombre debe ser como el artista que apela al conjunto de su energía para producir un objeto irrepetible, único.

Diógenes detesta más que nada a los hombres que contribuyen con ardor y determinación a su propia alienación y se abandonan al azar y la suerte con la mayor de las pasividades. Los cínicos aborrecen la indolencia. La acción supone un compromiso y un conflicto con lo real, un combate singular con la resistencia del mundo. Los hijos de Antístenes saben que la filosofía es un juego y un arte, pero además, al mismo tiempo, un combate.

Diógenes señalaba que también él tenía aptitudes para el combate, la lucha y la competencia, pero que la suya era una batalla contra un enemigo menos ficticio. Cuando se le preguntaba quiénes eran esos adversarios tan implacables que él caracterizaba como espectros espantosos, Diógenes respondía que eran los más temibles, aquellos "que no se dejan vencer fácilmente, aquellos que ningún griego podría mirar a la cara; sin embargo -agregaba-, no son personas que corran, luchen ni salten con pértiga, como tampoco son luchadores ni lanzadores de jabalinas ni discóbolos, sino más bien personas que corrigen a los hombres".

A manera de conclusión, Diógenes atribuye a esos hombres "menos alma que a los cerdos" y señala como sus opuestos a aquellos que se burlan de tales dificultades como lo hacen ciertos niños del juego de dados.

El imperio sobre uno mismo es el único éxito digno del cínico, el único propósito que merece que el filósofo combata y comprometa su energía: "Uno soporta los infortunios despreciándolos; cuando los abordamos diligentemente nada pueden hacer contra nosotros, pero si les rehuimos, si retrocedemos ante ellos, tenemos inmediatamente la impresión de que son más poderosos y más temibles"/

6. Los juegos del filósofo-artista
A mitad de camino entre la tensión y la sensibilidad, entre el concepto y la intuición, este tipo particular de sabio se caracteriza por una aptitud singular para inventar nuevas posibilidades de vida que contrastan con las que ofrecen el hábito y la convención: un nuevo estilo de existencia, un nuevo tipo de expresión. Nietzsche hablaba del superhombre, Diógenes de "almas fuertes" y Antístenes de "seres excepcionales que son en sí mismos una ley viva". El cínico se esfuerza por construir una manera diferente de ser en el mundo y subvierte la retórica clásica que invita a someter la singularidad a la ley y a los principios de lo universal. Con él, la antinomia entre el individuo y la sociedad se resuelve en beneficio del primero y, sistemáticamente, en detrimento de la instancia normativa social. Rebelde y solitario, el cínico hace una única contribución social: la pura soledad.

En vida, Diógenes respondía de buena gana a quienes le preguntaban cómo había alcanzado la sabiduría mediante su trato con Antístenes: "Él me mostró lo que me pertenecía y lo que no me pertenecía. La propiedad no es mía: los padres, los sirvientes, los amigos, la reputación, los lugares familiares, las relaciones humanas, todo eso me es ajeno". En cuanto a lo que sí le pertenecía, continuaba diciendo: "El uso de las representaciones. Antístenes me mostró que ese uso me pertenece de manera inviolable e irrestricta: nadie puede ponerme obstáculos ni obligarme a disponer de él de otro modo que no sea a mi antojo".' Esto en cuanto al Sí...

El No de los cínicos remite a todas las mitologías favorecidas y alentadas por la civilización, a saber: todo lo que obstruye la expresión libre de la singularidad. Todas las instituciones están implicadas, como también las ideologías y los valores comúnmente admitidos, tanto en tiempo de los cínicos como en la actualidad... Si hiciera falta una formulación contemporánea del programa cínico, podría hallársela del lado de los libertarios que no reconocen ni dios ni amo.

Para alcanzar el poder sobre sí, el dominio de sí mismo, Diógenes proponía una técnica sencilla que consistía en reprocharse con idéntica intensidad a uno mismo aquello que con tanto ardor les reprochamos a los demás.* Comenzar entonces por el perfeccionamiento de uno mismo, ocupándose con mayor pasión de las vigas que nos enceguecen que de las pajas en el ojo ajeno... La primera tarea es la purificación: deshacerse de los propios defectos.'

Nietzsche insistía en la parte de fuego que necesita quien intenta superar una moral: "Quienquiera que intente ser un creador en el dominio del bien y del mal debe ser primero un destructor y quebrantar los valores". Inventar y destruir son el reverso y el anverso de una misma moneda, acciones necesariamente vinculadas.

Un día, no se sabe bien por qué, Diógenes terminó siendo ofrecido en venta junto con varios esclavos y aprovechó la ocasión para lanzar imprecaciones a los clientes. A un eventual comprador que examinaba la mercancía y le preguntaba a cada uno qué era lo que mejor sabía hacer, Diógenes le respondió con altivez e indiferencia: "Mandar a los hombres".'' Y, como para ayudar al mercader en su tarea, agregaba: "Anuncia, pues: ¿alguien quiere procurarse un amo?". El carácter arrogante del sabio de Sínope debe de haber seducido a Xeníades -gloria a él-, quien adquirió la filosofía hecha hombre por un puñado de monedas. Las primeras palabras que dirigió Diógenes a su nuevo amo fueron un llamado de atención: "Tendrás que obedecerme aunque yo sea tu esclavo, porque aun siendo esclavos, un médico o un ti monel deben hacerse obedecer"." Sabemos por Eubulo que el filósofo envejeció en la casa de Xeníades, lo cual hace suponer que éste disponía de una cantidad increíble de virtud y humorismo, lo que también lo convierte en sabio. Si bien las tradiciones divergen, se sabe que Diógenes habría sido enterrado junto a los hijos de su amo, a quienes les había enseñado el arte de bastarse a sí mismos.

A manera de imperativo capaz de definir al filósofo artista, podría decirse que es aquel que sabe que el hombre debe superarse para permitir la realización de una subjetividad sin obstáculos: "Conocer lo que es más elevado que el hombre, tal es el atributo del hombre pleno".

7. Metodología del flatómano
El pensamiento occidental teme al vacío y a lo irracional Y se desvela por excluirlos recurriendo a la autoridad de tópicos o formulaciones silogísticas. Así desaparece la subjetividad pura bajo un montón de demostraciones y de operaciones austeras. Y se recobra la paz del alma. Desde Platón, el modelo matemático se vuelve obsesivo cuando habría que restaurar en sus prerrogativas el modelo poético y perentorio que se halla en el pensamiento de algunos sabios presocráticos.

Todo conocimiento es impuro, y quienquiera que avance sin ocultamientos pondrá empeño en reivindicar la impureza de su pensamiento destacando cuáles son sus intereses. Así se impediría que ciertas ideas fijas desaparezcan bajo engañosos megalitos con el pretexto de que han experimentado la mediación de un silogismo, del materialismo dialéctico o de cualquier ley de los tres estados.

Diógenes encontró a un individuo que rendía homenaje a las divinidades lógicas. Con ayuda de proposiciones mayores, menores y premisas, el hombre intentó confundir al cínico. Le dijo: "No has perdido lo que tienes; ahora bien, no has perdido los cuernos, por lo tanto, tienes cuernos". Esto podría confundir a algunos pero no a Diógenes, quien buscó una refutación que no necesitara palabras, o que requiriera de muy pocas: Diógenes "replicó tocándose la frente y agregando: 'Y bien, yo no los veo' "."

Diógenes Laercio la presenta de este modo: "Un día, estando en medio de un ejercicio oratorio, a Metrocles se le escapó una ventosidad involuntariamente. Sintióse tan avergonzado que se encerró en su casa decidido a dejarse morir de hambre". Ciertamente, el flatómano no se andaba con rodeos: la muerte por un poco de aire viciado... Grates el libidinoso, pedagogo por añadidura, a quien un viento -que se me perdone la facilidad- le había traído el chisme de la desventura, preparó su refutación o al menos su consuelo de manera por demás extravagante: en lugar de elaborar un florido discurso inspirado en Demóstenes, se atracó con un plato de habas... Ahora bien, todo el mundo conoce las virtudes carminativas de la legumbre fetiche de Pitágoras. ¡Qué manera más original de construir una diatriba! Así cargado con el gas culpable, el cínico se presentó en el domicilio de un Metrocles contrito y deprimido. Apelando primero a la tradición. Grates hizo un discurso en el cual explicaba que era ridículo mortificarse hasta tal punto por tan poca cosa, que el pudor era una falsa virtud, que no se cometía ningún pecado digno del Hades por dejar escapar inadvertidamente una ventosidad. El flatómano persistía en la amargura y la melancolía. Crates le explicó que aquello era natural, que todos estaban sometidos a estas leyes elementales de la física gastronómica y que de vez en cuando eran víctimas de ellas, incluso el mismo Alejandro. El hermano de Hiparquia se mantenía en sus trece: la vergüenza se había abatido sobre él y ya le sería imposible recuperarse...

Veamos cómo un elogio del flato podría encontrar nobles avales en la historia y la literatura: Hipócrates, por ejemplo, en su apartado titulado De las ventosidades escribió: "Ciertamente, la fuente de las enfermedades no debe buscarse en otra parte (más que en las ventosidades), ya sea porque resulten excesivas o demasiado escasas o que entren en el cuerpo con demasiada precipitación o contaminadas de miasmas morbíficas".'- Aquí ya tenemos un aval médico. Si éste se revela insuficiente, se podría recurrir a la historia de las ideas políticas. Leamos un poco a Suetonio, olvidemos las fechas y juguemos con la cronología. En las páginas que el historiador dedica al emperador Claudio, nos informa que el predecesor de Nerón "pensó en publicar un edicto por el cual daría permiso para emitir ventosidades y flatos durante una cena porque había descubierto que alguien se había enfermado por retenerlos y por respetar las convenciones". "Por supuesto, no había ningún consuelo de efecto retroactivo, pero Metrocles ¿no se habrá sentido reconfortado? De todos modos, si persistía en el marasmo podrían convocarse algunas celebridades más tardías, como Erasmo. "Si un flato sale sin hacer ruido, está bien... Sin embargo, más vale que salga con ruido que retenerlo". O bien Aristófanes, quien pone en escena a Estrepsíades, gran genealogista de los pedos: "Enseguida me atormenta, se revuelve, ruge como un retumbo y después estalla con estrépito. Primero hace, con ruido apenas perceptible, pax; luego pappax; en seguida, papappax, y cuando hago mis necesidades es un verdadero trueno. Parappappax lo mismo que las nubes". Otros habrían invocado al Gitón del Satiricán: "Levantaba a cada instante la pierna y llenaba el camino de ruidos inconvenientes y al mismo tiempo de hediondez". Y por último está Crepitus, a quien Flaubert quiso elevar solemnemente al rango de dios del pedo'^ y muchos otros... Mientras tanto, Metrocles continuaba sin convencerse: no lo persuadían ni la impotencia manifiesta y característica de los discursos y las palabras, ni las demostraciones. Seguía sintiéndose culpable, y ser un "baritronador del culo"," como decía Rabelais, le parecía la peor de las inconveniencias.

La letanía de los filósofos de la ventosidad no había logrado arrancarle una sola sonrisa al desdichado... Fiel al método cínico que prefiere el gesto a la palabra, el acto y el hecho a los dichos. Grates abandonó los libros y aprovechó la ingestión de habas: "Al fin de cuentas. Grates se puso a su vez a ventosear y así reconfortó a Metrocles dándole consuelo con la imitación de su acto. A partir de aquel día, Metrocles se convirtió a la escuela de Grates y llegó a ser un hombre de valor en filosofía". Destinos irónicos: bastaba un espíritu pagano para convertir a un peripatético siniestro en un cínico regocijado.

8. Estrategias Subversivas
Los instrumentos de la psicogogía cínica son múltiples y variados. Es una nueva metodología que privilegia el gesto, el acto o el signo sobre la palabra o el discurso, y que termina por autorizar los juegos de palabras, el humorismo, la ironía y la provocación. A veces el sarcasmo llega a la injuria, pero siempre atendiendo a la idea de iniciar al otro en una sabiduría superior. Nada más alejado del gusto de Diógenes que la maldad pura y gratuita.'

El cínico prefiere la agudeza oportuna reforzada por la brevedad y la concisión, de modo que la sustancia del mensaje se conserve y se haga aún más efectiva. Indudablemente los juegos de palabras son una vía de acceso de tipo mnemotécnico al saber cínico.

El cínico se niega a practicar, como Platón y Aristóteles, una enseñanza esotérica reservada a especialistas, a iniciados, mientras se entrega una enseñanza exotérica a los demás, a quienes no se considera dignos de la otra. Antístenes y Diógenes están interesados en llegar a la mayor cantidad posible de oyentes y no es que crean en las virtudes de una vulgarización masiva; no son necios hasta ese punto. Pero no quieren efectuar una selección a priori en su auditorio: ésta se efectuará a posteriori. El cínico es demócrata, por cuanto da a todos la oportunidad de escuchar el discurso cínico y, por lo tanto, de comprender el alcance del mensaje filosófico. Y al mismo tiempo es aristocrático, porque sabe que no todo el mundo se sentirá interesado y que sólo algunos adherirán a las opciones del perro.

Antístenes y Diógenes confían en este método que fue el que eligieron en los albores de sus magisterios. Saben que la única aristocratización válida es la que se produce ante los hechos y no ante las palabras. La risa que provoca la salida ingeniosa, el rasgo de espíritu o el humor señalan al mejor, a quien podrá comprender. Ser sensible a la singularidad es manifestar una aptitud particular respecto de la subversión y la desestructuración. Freud demostrará que "no todos los hombres son igualmente capaces de adoptar una actitud humorística; éste es un don raro y precioso y muchos hasta carecen de la facultad de gozar del placer humorístico que se les ofrece". He ahí el principio de selección: la capacidad de captar la burla, la broma, si no ya la fantasía. Así se distingue al otro, se lo elige para un proyecto de sabiduría, se valoriza y se promueve su carácter excepcional.

Escuchemos a Antístenes responder a alguien que le pregunta qué clase de mujer conviene desposar: "Si te casas con una bella muchacha, tendrás una mujer fácil; si desposas a una fea, tendrás una vida difícil"." Ya lo dijeron Aristófanes, Plauto y Terencio, también nos lo repitieron Labiche y Feydeau, y para persuadirse definitivamente sólo haría falta echar una mirada alrededor... A pesar de todo, el matrimonio goza de buena reputación y continúa siendo la causa principal del adulterio y los divorcios... Sólo el cínico nos pone sobre aviso y asocia las bodas con los sinsabores...

En el transcurso de otras peregrinaciones, Diógenes se encontraba sobre el pontón de un barco pirata. Los bucaneros lo estaban dejando morir de hambre, cosa que no le hacía ninguna gracia al filósofo, quien se puso a increpar a sus guardias. "Es sumamente curioso -decía- que se cebe con alimentos cuidadosamente preparados a cerdos y corderos destinados a la venta a fin de realzar sus carnes, y que al animal más hermoso, el hombre, se lo entregue a precio vil después de haberlo extenuado a fuerza de hacerlo ayunar."" Habiendo obtenido satisfacción a sus reclamos, completamente despreocupado por el hecho de que sería vendido poco más tarde, Diógenes se dedicó a distribuir sus alimentos y a divertir a los comensales.

los cínicos tampoco aprecian a los hombres de culto ni de Iglesia. Antístenes no se privó un día de zaherir a un sacerdote de los ritos de Orfeo que prometía la salvación a los nuevos conversos, pero sólo después de la muerte. El cínico le preguntó entonces al religioso por qué no moría en ese instante para obtener de inmediato la paz del alma..." Ironía contra los vendedores del más allá

El cínico apela a la duda sistemática e instala el escepticismo en el corazón mismo de los lugares comunes: promueve una lógica emancipadora.

La ironía es una estrategia subversiva que recurre al rayo y a las temperaturas del apocalipsis: con ellos el cínico procura socavar las bases mismas de las mitologías sociales. Menos propicio para desencadenar el caos, el humorismo es más cortés. Con todo, a menudo es el oyente, el espectador, el otro, quien determina el uso de un arma antes que de otra. ¿Es humorismo el que aplica Diógenes cuando le responde a un calvo que lo injuriaba: "No seré insolente contigo, pero felicito a tus cabellos por haber abandonado una cabeza tan sucia"?'* ¿Es ironía lo que lo impulsa a decirle al hijo de una cortesana que le arroja piedras a la gente: "¡Cuidado, podrías pegarle a tu padre!"?" En ambos casos, hay que precisar la actitud defensiva del filósofo: en el primer caso reacciona ante una injuria, en el segundo fustiga a un aprendiz de linchador.

9. Breve teoría del escándalo
Algunos de sus amigos se inquietaban al verlo profesar semejantes opiniones y le preguntaban sobre el sentimiento que le provocaba la certeza de que sería devorado por las aves de presa, las fieras o las ratas. Como materialista convencido que era, Diógenes decía entonces que pusieran un bastón junto a sus restos, a fin de que pudiera desembarazarse de las bestias inoportunas. "Y ¿cómo podrías hacerlo?", le replicaban los amigos. "Estarás inconsciente." Y Diógenes les contestó: "Pero si estoy inconsciente, ¿qué mal podrían hacerme las mordeduras de los animales?"." Apelando a la ironía, Diógenes no podía expresar con una mayor economía de medios su falta total de ilusiones y su repudio de las mitologías y las fábulas que se difunden sobre el destino que nos deparará el más allá. "Podredumbre", le respondía Diógenes a quien le hablara de salvación o de condenación...

Sólo hay verdades relativas a un país y una historia, a un lugar y un tiempo. Nada tendría valor para la totalidad del universo independientemente de las fronteras. Las prohibiciones, al igual que las verdades, son relativas. Lo que es certeza aquí, es duda allá y error en otra parte.

10. Las fiestas del monedero falso
Es necesario que nos demos cuenta de la ingenuidad de nuestros ideales y que sepamos que, en la creencia de haberle asignado la interpretación más elevada posible, no hemos conseguido darle a nuestra existencia humana el valor medio que, justamente, le corresponde"/' Cambiar la ética, y no someterla ya a imperativos utilitarios sino a la exigencia lúdica. De ahí el alineamiento de la moral con una regla del juego que legisla la fiesta.

"Antístenes sostenía (...) que el placer es un bien, pero enseguida agregaba: no cualquier placer, sino el placer del cual uno no ha de arrepentirse.'"" Elogio de un eudomonismo en cierto modo ingenuo, separado de sus relaciones con el principio de realidad y sometido por entero al principio del placer. Se sabe que la culpabilidad y la mala conciencia se responden en eco: la resolución de la antinomia en favor del placer quita toda condición de posibilidad del malestar. Antístenes invita a un placer que no sea culpable, es decir, que no tenga ramificaciones producto de la moral adherida a un ideal ascético.

El filósofo hace del placer un medio, un momento que necesariamente debe atravesarse para alcanzar la tranquilidad y el sosiego del espírim.

11. Gemonías para dioses y amos
La política y la religión son dos de las modalidades de lo sagrado. Ya no hace falta demostrar que la ideología mantiene relaciones íntimas con la trascendencia.

Al cínico no le agrada la religión: sabe hasta qué punto se fortalece limitando las libertades y singularidades individuales. Un sacerdote, del culto que sea, es siempre un censor que trabaja en contra de la vida a través del renunciamiento, que enfrenta a Tánatos contra Eros.

la raíz de toda religión es la alienación de las potencias que se encuentran en el interior de cada uno, la transformación de esas potencias en una hipóstasis, en dioses a los cuales pueda rendírseles culto. La carne de los dioses está hecha de la sangre de los hombres y lo que se le da a uno se le quita al otro. Poco importa que se trate de politeísmo, de monoteísmo o de panteísmo.

Diógenes decía: "El éxito y labuena fortuna de la gente deshonesta reducen al absurdo toda la potencia y la fuerza de los dioses".

Los ritos se ridiculizan abundantemente: Diógenes se burla de las abluciones rituales y proclama por todas partes que tales enjuagues son tan ineficaces paa lavar las faltas de la conducta como para lavar las faltas de gramática.'"A manera de síntesis sobre esta cuestión, Diógenes decía que "cuando veía ocupados en lo suyo a navegantes, médicos o filósofos juzgaba que el hombre era el más inteligente de los animales; pero cuando se detenía ante los intérpretes de sueños, ante los adivinos y ante cualquiera de sus asistentes o ante todas las personas inflamadas de gloria o de riquezas, no encontraba nada más idiota que un hombre". A modo de conclusión, agregaba: "Para vivir bien, hace falta disponer de una razón recta o de una soga para colgarse".

La irreverencia en relación con los dioses aparece acompañada con fiecuencia por una insolencia manifiesta en relación con el poder y especialmente con los que lo ejercen. Los artificios son tan viejos como el mundo: nadie que ejerza el poder -sea legítimo o no, pero ¿cuándo lo es?- se resiste a la tentación de hacerlo derivar de una estirpe sagrada.

La historia ha mostrado que dioses 7 reyes, jefes divinos y soberanos comparten igualmente la carga de respeto, de admiración y de temor. Investidos de un desmesurado bovarismo, los reyes y quienes ocupan cargos semejantes se identifican en mayor o menor medida con demiurgos. Algunos hasta osarán confesar una identidad completa.

Con frecuencia -con demasiada frecuencia-, acercarse al monarca constituye para los intelectuales y los filósofos la ocasión de ofrecer sus senados, y a modo de recompensa o de participación, gozar de una parte del aura que nimba al jefe. Al vivir por procuración, abandonan el espíritu crítico, con todos sus petates, a cambio de lustre. Así encuentran a quien adorar, venerar y luego por quien interceder. Devociones y ejercicios de piedad de toda índole reemplazan la lucidez y la libertad de espíritu. Tocados por la gracia, ofrecen sus buenos y leales servicios: tal el caso de Platón, que cortejó al tirano Dionisio el Viejo de Siracusa, y como si eso no bastara, también a su hijo. Gloria al destino que hizo bien las cosas: en dos ocasiones, las misiones del autor de Las leyes terminaron en fracaso. Una de ellas hasta resultó en un periplo de iniciación durante el cual Platón saboreó el encanto de la esclavitud.

Diógenes es el antídoto de estos oportunistas que prostituyen sus talentos en las causas más deplorables: un jefe de Estado es siempre un hombre deplorable; todo es sencillamente una cuestión de medida y el acomodo es una regla del género. El cínico es impertinente con Alejandro: en esta relación hay un estilo que puede cristalizarse en principio. Verdades elementales: un hombre de poder es la expresión misma de la corrupción, de la venalidad y de la oportunidad. Las ideas son las primeras víctimas de sus caprichos. Todo se sacrifica en aras del pragmatismo, suerte de altar donde el realismo y la eficacia hacen las veces de incienso y turiferario. Paradójicamente, el término que mejor califica a estos señores es "cínico", entendido en su acepción corrompida y vulgar. Para esta ralea, la razón de Estado transfigura el crimen, la traición, el prevaricato y la estafa en gestos heroicos, si no ya patrióticos, destinados al bien de la nación. El intelectual -y el filósofo, por cuanto es una de las figuras de la inteligencia- debe ser la mala conciencia de los amigos de los Elíseos políticos.

El menor detentor de poder que se presentaba como tal o que indicaba su condición en ese sentido, atraía inmediatamente las pullas de Diógenes. Por ejemplo, un eunuco vicioso y desagrada ble había escrito en el frente de su casa: "Nada malo entra aquí". Diógenes le preguntó sorprendido: "¿Cómo podrá entonces entrar el dueño de casa?'"''. No tenía en mayor estima a los custodios o guardias de la institución que fuera.

Un día vio en las calles de Atenas a un ladrón que había robado un jarrón de propiedad del tesoro y pasaba escoltado por dos guardias. Sin demora apostrofó al trío: "He aquí a dos grandes ladrones que arrastran a uno pequeño",'' prefigurando así con muchos siglos de antelación la tesis desarrollada por Michel Foucault en Vigilar y castigar, segiin la cual cuanto más se reprime con rigor y de manera ejemplar a la pequeña delincuencia tanto mejor se enmascara la grande, institucionalizada y practicada con la bendición, si no ya con la complicidad, de los poderes: el ladrón de jarrones como chivo emisario que dispensa del peso de la ley a los auténticos delincuentes.

Una vez le preguntaron a Diógenes cuáles eran los animales más feroces y él respondió: "En las montañas, los osos y los leones; en las ciudades, los funcionarios del fisco y los sicofantas".

A la pregunta: "¿Qué es lo mejor del mundo?", Diógenes respondía: "La libertad en el decir".'"Y el comentarista que nos relata su declaración agrega que "[Diógenes] ponía la libertad por encima de toda otra cosa".

La posición del cínico respecto de la política es el tema de una de las imágenes transmitidas por Estobeo: cuando se le preguntaba a Antístenes hasta qué punto había que implicarse en las cosas públicas o en los asuntos de la ciudad, él respondía: "Como uno se acerca al fuego; si se mantiene demasiado alejado, sentirá frío; si se coloca demasiado cerca, se quemará".

Etienne de la Boétie en su Discurso sobre ¡a scrcidinnhre voluntaria, en el cual podemos leer: "Es una desgracia extrema estar sujeto a un amo del que nunca puede asegurarse que sea bueno, porque siempre tendrá el poder de ser malo cuando le plazca".-

La lección de semejante peripecia es que uno siempre pierde su alma al ir en el sentido del rey y que, en cambio, gana en nobleza despreciando los ideales comunes con que los poderosos sientan las bases para fiíndar su dominio.

Para convencerse de la nobleza de la misión, ante todo hay que hacer el duelo de un viejo mito inoportuno que surgió con Platón en La República: el del filósofo rey. Hay quienes creen que basta acercase al rey para convertirlo en un filósofo, como si por osmosis la inteligencia circulara de uno al otro en un misterioso proceso de vasos comunicantes. Colocad a un filósofo junto a un monarca y éste se volverá sabio: primer error, primer lugar común. Un rey no podría llegar a ser auténticamente un filósofo sin desear al instante deshacerse de la carga de soberano para ocuparse de la única realeza que vale: la que hace de uno su propio amo. Otros piensan que habría que persuadir al filósofo de convertirse en rey: segundo error, segundo lugar común. Marco Aurelio muestra, si hiciera falta, que se puede ser filósofo y conducir los asuntos del imperio sin luces particulares, e incluso equivocándose, en su caso, en cuanto a los cristianos. Además, cualquier sabio que llegara al trono perdería su humanidad y sus principios en el momento mismo de sentarse en él.

No podría tenderse un puente entre el filósofo y el rey, entre el saber y el poder, a menos que se dé una corrupción radical de uno de los dos términos, casi siempre el de la sabiduría.

12. Exégesis de tres lugares comunes
Actualmente el trabajo es la instancia que permite que la esclavitud perdure adquiriendo formas modernas y convenientes. Además, tienen la suerte de ser apreciadas como tales y de que se las acepte globalmente, a veces hasta con cierta complacencia...

Los griegos no se equivocaban en este sentido y reservaban el trabajo a los esclavos y a todas las categorías excluidas de la ciudadanía: "El trabajo era indigno del ciudadano, no porque estuviera reservado a las mujeres y a los esclavos, muy por el contrario, estaba reservado a las mujeres y a los esclavos porque 'trabajar era rendirse a la necesidad'".- Someter la subsistencia, la supervivencia material al trabajo es caer en la categoría de los trabajadores en el sentido más estricto del término.

Antístenes repudiaba el trabajo no por esta razón, sino porque el trabajo corresponde fundamentalmente a la civilización:^ es la actividad prometeica por excelencia, y exige un tributo pagado a la sociedad, al grupo y a las estructuras. El hecho de que la actividad laboriosa se reserve a los esclavos y a las mujeres y distinga a los excluidos de la Ciudad sería para él, más bien, una razón seductora. Si Antístenes critica esta variación sutil sobre el tema de la esclavitud, lo hace porque el trabajo supone un exceso de sumisión al orden social.

En nuestra época los cínicos habrían disfrutado leyendo El derecho a la pereza, que insiste en mostrar el trabajo como la suprema alienación. En él, Paul Lafargue dice: "Una extraña locura posee a las clases obreras de las naciones donde reina la civilización capitalista. Esta locura conlleva miserias individuales y morales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y su progenie. En lugar de reaccionar contra esta aberración mental, los sacerdotes, los economistas y los moralistas han santificado el trabajo".*^ Texto programático y premonitorio... ¡Cómo han llegado a confirmarse hoy las observaciones de Lafargue! La evolución del mundo contemporáneo le da cada día más la razón. La prisión se ha vuelto dorada; se la acondiciona, se hace cada vez más solapada y, por oscuras alquimias, termina por presentarse como un nuevo Edén, la condición de posibilidad de la realización de uno mismo o el medio de alcanzar la plena expansión individual. No seamos ingenuos: nadie puede esperar que los sacerdotes, los economistas y los moralistas hagan otra cosa que no sea cantar a coro los méritos de esta virtud que exime tan eficazmente de aplicar cualquier vigilancia

El único que escribió algunas líneas muy pertinentes sobre esta cuestión fue Nietzsche, el vilipendiador de sacerdotes, economistas y moralistas. Dice en Aurora: "En la glorificación del 'trabajo', en los infatigables discursos sobre la 'bendición del trabajo', veo la misma segunda intención que en las loas dirigidas a los actos impersonales y útiles a todos: a saber, el temor de todo lo que sea individual. En el fondo, a la vista del trabajo -nombre con el que siempre se hace referencia a la dura labor que se extiende de la mañana a la noche-, uno siente hoy que esa faena constituye la mejor de las policías, que es una rienda que contiene al individuo y consigue obstruir vigorosamente el desarrollo de la razón, de los deseos, del gusto por la independencia. Al tiempo que consume una extraordinaria cantidad de fuerza nerviosa y la sustrae a la reflexión, a la meditación, a la ensoñación, a las preocupaciones, al amor y al odio, presenta constantemente ante la vista un objetivo mezquino y asegura satisfacciones fáciles y regulares. Así es como una sociedad donde la gente trabaja tenaz y permanentemente tendrá mayor seguridad: y hoy se adora a la seguridad como la divinidad suprema".' ¿Hace falta agregar algo más?

El ocio sólo puede funcionar como un concepto operativo, partiendo del cual es posible distinguir al hombre libre del siervo. Nietzsche da la fórmula: "Quien no disponga de las dos terceras partes de su jornada para sí mismo es un esclavo, independientemente de lo que sea además: político, comerciante, funcionario o erudito"/ Y Lafargue no nos dice otra cosa cuando invita a reducir al máximo el tiempo dedicado al trabajo: "Que [el individuo] se obligue a no trabajar más de tres horas diarias y a holgazanear y jaranear el resto del día y de la noche".' Podemos imaginar que éstos son textos que los cínicos aprobarían unos veinticinco siglos después de su tiempo.

Diógenes se reía de las virtudes burguesas y "afirmaba que hasta el mismo Sócrates llevaba una vida de molicie: en efecto, se recluía en una confortable casita. Un lecho pequeño y un par de pantuflas elegantes, que usaba de vez en cuando"

Castillos y propiedades alejan al hombre de la autenticidad. El tener es siempre un obstáculo para el ser: lo que uno compra no podría tener verdadero valor. La auténtica riqueza es la autosuficiencia"^, pues uno no posee la riqueza sino que es ella la que nos posee. Favorino enseñaba las mismas cosas sobre este tema, pero además agregaba algunas recetas para alcanzar la sabiduría. "Uno se enriquece de verdad -decía- en la medida en que su saber se sitúe de este lado de sus deseos".'** El pobre es siempre quien desea más de lo que puede adquirir. En definitiva, es menos una cuestión de cantidad que de relación con el dinero: una cuestión de calidad. No es pobre quien creemos. Lo necesario es suficiente: desear lo que uno puede ofrecerse es encaminarse hacia la felicidad.

Continuando su exégesis de los lugares comunes, el cínico ataca a la familia y las prácticas virtuosas asociadas con ella. Tal el caso del matrimonio, que corresponde a la religión doméstica según la cual la mujer se hace cargo de un sacrificio sistemático: deja al padre para encontrar un marido, con lo cual no hace más que cambiar de cadenas.

Contra el matrimonio, el cínico promueve la unión libre, confiada al capricho de la fantasía. Cuando uno es joven siempre es demasiado temprano para casarse; y cuando uno es viejo siempre es demasiado tarde."

De modo que los cínicos manifestaron una mayor tolerancia que todos los demás griegos, incluso mayor que la del resto de los filósofos griegos, contrariamente a lo que se ha escrito sobre este tema.'" Pues hay que destruir el mito según el cual Grecia fue un lugar privilegiado para las prácticas homosexuales desculpabilizadas.

Lo que hoy y desde hace mucho tiempo se nos presenta como un modelo de democracia merece una revisión a fondo. En efecto, ¿qué clase de democracia es aquella que deja de lado a la mitad de la humanidad al excluir a las mujeres, y que entre los hombres pasa por alto a todos aquellos cuyos padres no sean ciudadanos? Los metecos, es decir, los extranjeros domiciliados en Grecia, tenían prohibido comerciar, ser propietarios de tierras, participar en los tribunales y asambleas o casarse con mujeres atenienses. ¿Hace falta decir que los siervos, los obreros, los menores y los marineros no tenían derecho a la ciudadanía, que sólo podían pretenderla los hijos varones nacidos de padre y madre ciudadanos?

Las leyes civiles son inútiles; sólo las leyes naturales merecen consideración, ya que "sean cuales fueren sus destinatarios, buenos o malos, los buenos no tienen necesidad de ellas y los otros no se volverán mejores a causa de ellas".''' El positivismo jurídico, como puede conjeturarse, no satisface al cínico, quien conoce la carga de engaño contenida en el derecho positivo. El contrato, la norma social o la legislación no impiden que las naturalezas peligrosas se expresen y causen perjuicios. Más conveniente sería en cambio invitar a una mayor práctica filosófica, a un mejor conocimiento de las leyes naturales, a fin de regular los instintos destructores. Pero sobre este tema los cínicos no son proselitistas: saben que nada puede esperarse de lo colectivo. Sólo unos pocos serán captados; los demás continuarán su vida desordenada y mezquina. El proyecto cínico no es colectivo; por el contrario, propone una revolución singular como consecuencia de la cual el derecho positivo pierde su razón de ser en favor de una ley superior -la ley de la naturaleza-, que es la única que le concierne al filósofo.

Libre de ir adonde más le plazca, el filósofo cínico se siente en su casa esté donde esté, porque en todas partes es un exiliado. Por lo demás, con mucha frecuencia se le notificó un exilio que él abrazó por su propia cuenta: ¿cómo sorprenderse entonces de que Diógenes hiciera el elogio del exilio y de que Grates siguiera sus pasos?" Así es cómo a la pregunta "¿De dónde eres?", Diógenes respondía: "Soy ciudadano del mundo, (pues) la única verdadera ciudadanía es la que se extiende al mundo entero"."Y Crates acuñará esta soberbia fórmula para responder a la misma interrogación: "Soy ciudadano de Diógenes".

Conclusión
Los cínicos son atemporales y, por consiguiente,de una candente actualidad. La mejor manera de perdurar consiste en no pertenecer a ninguna época, pues de ese modo todo tiempo es el tiempo de uno. Indiscutiblemente, Diógenes podría encontrar su lugar en las postrimerías del siglo XX. Que no esté presente no significa que no haga falta.

La filosofía muere por vivir únicamente en el claustro universitario y por descubrirse parsimoniosamente sólo en lugares confidenciales. Ha perdido todo contacto con la calle y la interrogación común para convertirse en una nueva teología a la medida de los laicos nostálgicos del poder de la Iglesia. En este sentido, Nietzsche escribió: "En las universidades nunca se enseñó el único método de la crítica, el único método convincente que se puede aplicar a una filosofía, es decir, el que consiste en preguntarse si es posible vivir según sus principios; allí sólo se enseña la crítica de las palabras mediante las palabras".^

Ni grosero, ni inclinado a las lamentaciones, ni plañidero ni presagiador del retorno de la barbarie o la decadencia, el cínico es un insolente para quien la filosoñ'a es un antídoto contra la perpetua arrogancia de los mediocres.

Apéndice
Fragmentos de cinismo vulgar
Esbozar una breve teoría del cinismo vulgar equivale a proponer un resumen de la historia de la humanidad. La altanería, la hipocresía y el engaño son los motores de lo real. Como tales, dan volumen y forma al mundo. Tratar de encontrar algunas figuras emblemáticas implicaría casi inmediatamente intimar a todas o casi todas las funciones sociales a presentarse en el singular tribunal. Veamos, en cambio, cuáles son las prácticas que caracterizan el cinismo vulgar.

La esencia de esta retórica engañosa estriba en subordinar exclusivamente la acción a la eficacia, al éxito, sin dar lugar a ninguna otra consideración. El pragmatismo funciona como una garantía seudofilosófica: lo verdadero se confunde con lo eficaz, con lo que surte efecto. Difundida por la expresión proverbial, esta lógica se concentra en la fórmula según la cual el fin justifica los medios.El cínico vulgar se manifiesta ante todo en virtud del sacrificio evidente que hace del estilo en favor del éxito.

El cinismo religioso pone en escena una mitología que recurre al terror para asentar su poder. Se apela a lo sagrado, a lo intangible y a lo divino para promulgar una serie de prohibiciones y de invitaciones a la purificación que siempre apuntan a la realización de lo que Nietzsche llamaba con justicia "el ideal ascético".

Toda religión apunta a la muerte de la singularidad y a la realización de una comunidad, de una asamblea, a lo que la etimología cristiana formulará mediante la palabra "iglesia".

Los medios son religiosos, los discursos teológicos, y el objetivo, policial. Todo cinismo vulgar apunta siempre a un orden.

Las religiones funcionan en virtud del odio a la vida y del nihilismo: se apoyan en la repugnancia y luego invitan a anticipar la muerte como el mejor modo de instalarla en el corazón de la vida. El cinismo religioso es un cinismo vulgar por cuanto invita a preferir la hipótesis a lo real, y desacredita la vida de aquí abajo en nombre de una vida en el más allá. Se desprecia lo real en favor de lo imaginario, transfigurado en certeza por la mediación del objeto de fe.

El juego consiste en desmerecer la vulgaridad del presente en nombre de un hipotético futuro. La exacción presente se justifica en virtud del resultado mirífico que se obtendrá más adelante. El cinismo político supone recurrir excesivamente a la moralidad del mañana para ocultar mejor la inmoralidad de hoy. El perspectivismo político pretende legitimar el estado de hecho cínico en nombre de un ideal de la razón esencialmente teórico.

La acción política es, por definición, cínica: justifica mediante el derecho, la ley o la necesidad histórica lo que corresponde fundamentalmente a pulsiones neuróticas. Estar en posesión del poder corrompe a cualquiera. La tentación de usarlo primero y de abusar de él después es demasiado grande.

Después de Platón, parece imposible formular mejor el imperativo hipócrita inherente a la política. Botero o Maquiavelo no hacen más que ofrecer variaciones sobre este tema platónico. El autor de El príncipe modula la suya partiendo de la noción de pragmatismo. Se trata de encontrar en el resultado la legitimación de los medios. Para hacerlo, escribe: "Es justo, cuando las acciones de un hombre lo acusan, que el resultado lo justifique, y mientras ese resultado sea feliz, como lo muestra el ejemplo de Rómulo, siempre lo excusará".' El florentino nunca ocultará que el único problema de filosofía política que merece plantearse es el doble aspecto del acceso al poder y el mantenimiento en el poder. El bien se identifica con aquello que permite obtener el poder y conservarlo.

Lo demás es vicio. Maquiavelo anuncia que hay que "vencer por la fuerza o por la astucia"" y enumera los métodos apropiados que van del fingimiento al asesinato, de la hipocresía a la expedición punitiva, de la mezquindad al pillaje. El Príncipe tiene la obligación ética de "obrar contra la palabra, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión".' Bien sabemos hasta qué punto está presente la lección de Maquiavelo en la invitación a hacerse pasar, según la oportunidad, por león o por zorro, hacerse fiíerte o astuto.

El cinismo militar consiste en presentar el apocalipsis guerrero o terrorista como algo útil, necesario para mantener el orden establecido o para producir un orden nuevo. El fin disciplinario justifica los medios brutales y desenfrenados.

Recordemos que Platón describe una sociedad donde reinan la justicia, la armonía y la inteligencia.) En Las leyes, el filósofo llega a mostrar sin ambigüedad que

La obediencia es el fundamento de todo orden político: de todas las leyes, "la más importante es que nunca nadie, ni hombre ni mujer, esté sin un jefe; que nadie, ni en sus ocupaciones serias ni en sus diversiones, deje que su alma tome la costumbre de hacer lo que sea por sí misma, dejándose aconsejar únicamente por ella misma; que, por el contrario, tanto en plena guerra como en plena paz, viva siempre con los ojos puestos en ese jefe y siga siempre sus pasos, aceptando que hasta en las cosas más ínfimas lo gobierne". El objetivo platónico, que por lo demás se confunde con el de los políticos, los sacerdotes y los militares, es que "siempre la vida forme, en la medida de lo posible, un bloque único"." Aborrecimiento de la singularidad, del carácter único, de la mónada: todo el cinismo vulgar está animado por este temor a la falta de cohesión, a la falta de consistencia del orden social. Los reyes y sacerdotes elaboran el modelo político y los guerreros lo ponen en práctica asegurándose la docilidad, la sumisión y la obediencia de los subditos. Con el pretexto de proteger, de impedir el disenso y de evitar el caos, el guerrero instala el terror, la arbitrariedad y la coacción.

El cinismo es inherente al ámbito militar: jerarquizar es una manera de ejercer la dominación, de justificarla, de hacerla entrar en la realidad. Disciplinar es combatir, instalar el caos, adelantarse al desorden con el pretexto de instaurar un nuevo orden.

El cinismo militar es vulgar por cuanto propone los medios más bárbaros -agresividad, asesinatos, torturas, odio, salvajismo, violaciones, pillajes, desdén- para lograr fines enmascarados con oropeles por completo diferentes: triunfo de la civilización, el orden, la libertad, la independencia. Quizás éste sea el ámbito en el que los fines están más alejados de los medios y en que resulta más palmaria la contradicción entre ambos. Soldado de la paz, un militar es ante todo un profesional de la muerte.

La tercera y última instancia de lo social está compuesta por todos aquellos que no son ni reyes, ni sacerdotes, ni militares. En este grupo se encuentra, por supuesto, el pueblo, pero convengamos que el término es muy vasto e impreciso cuando se considera que habría que incluir en él a quienes ejercen el poder en el interior mismo de esta esfera. Los otros dos ámbitos de lo social afirman su poderío en terrenos que no son exclusivamente los suyos. En este caso, la masa organizada cuenta con comerciantes, artesanos, productores en general, pero también con hombres que sencillamente están comprometidos en la más desnuda de las intersubjetividades; aun cuando no se pueda negar esta dimensión entre los sacerdotes, los reyes y los militares, para mayor comodidad examinaremos ahora el cinismo ético.

Marx puso en evidencia la rapacidad de los capitalistas, de los economistas y de los financistas que aceitan la maquinaria con vidas humanas, al precio de la salud psíquica y la integridad corporal. Para reconocer la objetividad de las preocupaciones de Marx basta detenerse en las páginas en las que se limita a citar informes de inspección redactados por enviados del ministerio del Interior: el trabajo comienza antes de la hora legalmente estableciday termina después. Las horas ganadas así, ilegalmente, terminan por totalizar veintisiete jornadas laborales por persona y por año. El funcionario del ministerio escribe:

"Cuando sorprendemos a obreros trabajando durante las horas del almuerzo o en cualquier otro momento ilegal, se nos da el pretexto de que ellos mismos son los que no quieren, por nada del mundo, abandonar la fábrica, y que hasta [la empresa] tiene que obligarlos a interrumpir el trabajo (para efectuar la limpieza de las máquinas, por ejemplo), particularmente los sábados a la tarde". Ahora bien, continúa el informante, si no se detienen es porque sencillamente no se les permite un momento de descanso. Y no se les permite simplemente porque la multa a que se expone [la empresa] en caso de que se compruebe el delito es menos elevada que las ganancias obtenidas gracias a este subterfugio. Se trata, dicen los inspectores, de "pequeños hurtos del capital" o de una "pequeña ratería de minutos". Económicamente, este escamoteo contribuye a la formación "de la plusvalía mediante el trabajo adicional".

Este tipo de cinismo no vacila en hacer de la vida humana el combustible de sus ganancias y beneficios. El dinero es el fin que autoriza todas las exacciones. Las formas han evolucionado un poco, pero la sustancia de la empresa capitalista ha permanecido idéntica: sacrificar hombres a los imperativos económicos, dejar de lado la singularidad en beneficio del conjunto. El objetivo es la rentabilidad y todo lo que la contradiga será implacablemente restringido. Por otra parte, los salarios de miseria a cambio de las tareas más humillantes, más repetitivas, más maquinales, permiten obtener rendimientos inconmensurables de los que se dice, cínicamente, que no están destinados a los propietarios sino a la reinversión para adquirir medios de producción superiores. Y, sin pérdida de tiempo, ese dinero inyectado en la adquisición de nuevas máquinas multiplica aún más los beneficios. La riqueza de unos se paga con la explotación de los otros y todo se ajusta perfectamente en un movimiento infernal.

En realidad, podríamos sencillamente asociar el cinismo mercantil al cinismo ético, pues este último fragmento del cinismo vulgar es el motor de los demás, y es el fundamento de los cinismos religioso, político, clerical y militar. Estriba claramente en el repudio de la intersubjetividad en favor de una relación disciplinaria y jerarquizada. El cinismo ético se distingue esencialmente por la denegación de la dignidad, la voluntad deliberada de hacer del prójimo un medio para alcanzar los propios fines: el otro es alguien a quien hay que vencer, una presa que debe ser atrapada, un adversario al que hay que reducir.