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viernes, 25 de enero de 2013

Abrázame - Kathleen Keating - 1986 - Editorial Vergara.

Se terminaban los años ochenta y yo trabajaba en una empresa en Piñeyro (http://www.mda.gob.ar/index.php?s=58), Avellaneda.
Un día nos dejaron las tapas de un libro. Pequeño gran libro.

Acá unos recortes:























 

sábado, 5 de enero de 2013

Mis recortes de: Las voces del desierto de Marlo Morgan

Mucho tiempo después comprendería que aquella liberación del apego a los objetos y a ciertas creencias era un paso imprescindible en mi desarrollo humano hacia el ser.

Había recorrido una corta distancia cuando noté un dolor punzante en los pies. Miré hacia abajo y vi que me asomaban unas espinas. Me las arranqué, pero cada vez que daba un paso me clavaba más… Outa se detuvo para esperarme, y la expresión de su rostro parecía más comprensiva cuando dijo: «Olvídate del dolor. Sácate las espinas cuando acampemos. Aprende a resistir. Fija la atención en otra cosa. Después nos ocuparemos de tus pies. Ahora no puedes hacer nada».

Elige con prudencia, porque lo que pides podría ser muy bien lo que recibas.

Una cosa era segura: ¡jamás llegaría a estar tan hambrienta como para comerme un gusano! Pero en aquel mismo momento estaba aprendiendo una lección; nunca digas «jamás». Desde entonces he intentado borrar esa palabra de mi vocabulario. He aprendido que prefiero ciertas cosas y que otras las evito, pero la palabra «jamás» no deja espacio para las situaciones inesperadas, y «jamás» indica un lapso de tiempo demasiado largo

La tribu no llevaba provisiones. No plantaba semillas y no participaba en ninguna cosecha. Caminaba por el ardiente Outback australiano, sabiendo que recibiría diariamente las generosas bendiciones del universo. El universo no le decepcionaba nunca

Era importante que no usáramos nunca una planta en su totalidad; siempre se dejaba la raíz para que crecieran nuevos brotes. Los de la tribu tenían un extraordinario sentido de lo que ellos llamaban la canción o los sonidos no expresados de la tierra. Ellos perciben la información que les envía su entorno, realizan una tarea única de decodificación y luego actúan conscientemente, casi como si hubieran desarrollado un diminuto receptor celestial a través del cual llegaran los mensajes del universo.

Durante toda mi vida me habían estado hablando de seguridad en el trabajo, de la necesidad de construirse un parapeto para protegerse de la inflación comprando bienes raíces y ahorrando para la jubilación. En el desierto la única seguridad era el ciclo infalible de amanecer y ocaso

Los Auténticos no creen que la voz estuviera destinada al habla. Para hablar se utiliza el núcleo corazón-cabeza. Cuando se usa la voz para hablar, uno tiende a enredarse en pequeñas conversaciones innecesarias y menos espirituales. La voz está hecha para cantar, para loar y para sanar

Tenía que aprender a perdonarme a mí misma y aprender del pasado, en lugar de juzgarme. Ellos me demostraron que lo fundamental era aceptarme, ser sincera y quererme a mí misma para obrar de igual manera con los demás.

Pregunté a varios miembros del grupo cómo podían permanecer eternamente inmóviles, dejando que los insectos les cubrieran el cuerpo. Ellos se limitaron a sonreír. Luego me dijeron que el jefe Cisne Negro Real quería hablar conmigo.
-¿Comprendes cuánto tiempo implica un «para siempre»? -me preguntó-. Es mucho, mucho tiempo. Sabemos que en tu sociedad lleváis el tiempo en la muñeca y hacéis las cosas según un horario, así que yo pregunto, ¿comprendes cuánto tiempo implica un «para siempre»?
-Sí -le respondí-. Comprendo qué significa «para siempre».
-Bien -continuó él-. Entonces podemos decirte algo más. Todo en la Unidad tiene un propósito. No hay monstruos, inadaptados ni accidentes. Sólo hay cosas que los seres humanos no comprenden. Tú crees que las moscas son malas, son un infierno, así que para ti lo son, pero sólo porque te faltan entendimiento y sabiduría. Lo cierto es que son criaturas necesarias y beneficiosas. Se meten en nuestras orejas y nos limpian la cera y la arena que tenemos después de dormir cada noche. ¿Te das cuenta de que nuestro oído es perfecto? Sí, se meten por nuestra nariz y también nos la limpian. -Señaló mi nariz y dijo-: Tú tienes unos agujeros muy pequeños, no tienes la nariz de un gran koala como nosotros. Los días venideros van a ser mucho más calurosos y tú vas a sufrir si no tienes la nariz limpia. Con un calor extremo no se debe abrir la boca al aire libre. De todas las personas que necesitan una nariz limpia, tú eres la más necesitada. Las moscas se nos acercan y se pegan a nuestro cuerpo y nos quitan todo lo que se elimina. -Extendió un brazo y prosiguió-: Mira lo suave y lisa que es nuestra piel, y fíjate en la tuya. Nunca habíamos conocido a una persona que cambiara de color sólo por caminar. Llegaste a nosotros de un color, luego te pusiste roja, y ahora se te está pelando la piel. Cada día que pasa te vuelves más pequeña.
Nunca habíamos visto a nadie que se dejara la piel en la arena como una serpiente. Necesitas que las moscas te limpien la piel, y algún día iremos al lugar en que las moscas han depositado sus larvas y se nos volverá a proporcionar el alimento. -Exhaló un profundo suspiro. Me miró con fijeza, y dijo-: Los seres humanos no pueden existir si eliminan todo lo que es desagradable en lugar de comprenderlo. Cuando llegan las moscas, nos rendimos a ellas. Tal vez tú estés preparada ya para hacer lo mismo.
La siguiente ocasión en que oí el zumbido de las moscas a lo lejos, desaté la cinta para la cabeza que llevaba sujeta a la cintura y la estudié, pero resolví hacer lo que mis compañeros sugerían. Así que cuando llegaron las moscas, me fui. Me fui a Nueva York con la imaginación, a un balneario superconfortable. Con los ojos cerrados sentía que alguien me limpiaba las orejas y la nariz. Me imaginé el diploma de aquel experto colgado de la pared sobre mi cabeza. Sentí cientos de diminutas bolas de algodón limpiando todo mi cuerpo. Por fin las criaturas se fueron y yo volví al Outback. Era verdad, la rendición es sin duda la respuesta correcta en ciertas circunstancias.

No comprendemos vuestras costumbres, no estamos de acuerdo con ellas ni las aceptamos, pero no las juzgamos tampoco. Honramos vuestra posición en el mundo. Estáis donde se supone que debéis estar, dadas vuestras alternativas pasadas y vuestra libre voluntad actual para tomar decisiones. Este lugar nos sirve a nosotros para el mismo propósito que cualquier otro lugar sagrado. Es un momento para detenerse a reflexionar, a confirmar nuestra relación con la Divina Unidad y con toda la vida. No queda nada ahí, ¿sabes?, ni siquiera los huesos. Pero mi nación respeta a tu nación. Bendecimos el lugar, lo liberamos y nos volvemos mejores porque hemos pasado por aquí.

Empezaba a comprender: automáticamente le damos algo a cada persona que conocemos, pero elegimos lo que queremos dar. Nuestras palabras, nuestros actos, deben crear el escenario para la vida que deseamos llevar.

Cuando les hablé de las fiestas de cumpleaños, me escucharon atentamente. Hablé del pastel, de las canciones, de los regalos, y de la nueva vela que se incorpora cada año.
-¿Para qué lo hacéis? -me preguntaron-. Para nosotros una celebración significa algo especial. Pero no hay nada especial en hacerse viejo. No exige ningún esfuerzo. Ocurre, simplemente.
-Si no celebráis que os hacéis mayores -dije yo-, ¿qué celebráis?
-Que nos volvemos mejores -fue la respuesta-. Lo celebramos si este año somos personas mejores y más sabias que el año pasado. Sólo uno mismo puede saberlo, así que eres tú quien debe decirle a los demás cuándo ha llegado el momento de celebrar la fiesta.
«Vaya, vaya -pensé-, eso es algo que debo recordar.»

El Anciano me advirtió que ellos están seguros de que las nuevas vidas que llegan al mundo deben hacerlo por decisión propia, con el propósito de amarlas y darles la bienvenida. Una nueva vida para la tribu de los Auténticos ha sido siempre, desde el principio de los tiempos, un acto creativo consciente. El nacimiento de un niño significa que han proporcionado un cuerpo terrenal a un alma compañera. Al contrario que nuestra sociedad, ellos no esperan siempre que los cuerpos aparezcan sin defectos. Es la joya invisible que se lleva en el interior la que carece de defectos y da, al tiempo que recibe, ayuda en el proyecto común de las almas para refinarse y mejorar.
Yo tuve la impresión de que si ellos rezaran a nuestro modo, no sería para pedir por el niño abortado sino por el niño no deseado. Todas las almas que deciden experimentar la existencia humana serán honradas, si no a través de un padre y unas circunstancias determinadas, a través de otro, en otro tiempo. El Anciano me comentó que el promiscuo comportamiento sexual de ciertas tribus, sin tomar en consideración el nacimiento resultante, era tal vez el mayor retroceso que había dado la humanidad. Ellos creen que el espíritu entra en el feto cuando anuncia su presencia al mundo mediante el movimiento. Para ellos un niño que nace muerto es un cuerpo que no albergaba ningún espíritu.

Mujer que Cura me preguntó: -¿Comprendes cuánto tiempo implica «para siempre»?
-Sí -repliqué-. Lo comprendo.
-¿Estás segura?
-Sí, estoy segura.
-Entonces podemos decirte algo más. Todos los humanos son espíritus que sólo están de paso en este mundo. Todos los espíritus son seres que existen para siempre. Todos los encuentros con otras personas son experiencias y todas las experiencias son relaciones para siempre. Los Auténticos cierran el círculo de cada experiencia. No dejamos cabos sueltos como los Mutantes. Si te alejas con malos sentimientos en el corazón hacia otra persona y ese círculo no se cierra, se repetirá más adelante. No lo sufrirás una sola vez sino una y otra hasta que aprendas. Es bueno observar, aprender y almacenar la experiencia para ser más sabios. Es bueno dar las gracias, dejarlo bendecido, como vosotros decís, y alejarse luego en paz.

Ellos creen que sólo las emociones tienen una verdadera importancia; se quedan grabadas en cada célula del cuerpo, en el núcleo de personalidad, en la mente y en el ser eterno. Así como ciertas religiones hablan de la necesidad de alimentar al hambriento y dar agua al sediento, aquella tribu decía que el alimento y el líquido que se dan y la persona que los recibe no son esenciales. Lo que cuenta es el sentimiento que se experimenta cuando se entrega uno con sinceridad y afecto. Dar agua a una planta o a un animal moribundos, o dar ánimos a una persona, proporciona tanta sabiduría sobre la vida y nuestro Creador como dar de beber a una persona sedienta. Cada uno de nosotros abandona este plano de la existencia con una tarjeta de puntuación, por así decirlo, en la que se refleja momento a momento el modo en que se han dirigido las propias emociones. Son los sentimientos invisibles e incorpóreos que llenan nuestra parte eterna los que marcan la diferencia entre los buenos y los menos buenos. La acción es tan sólo un canal mediante el que se permite expresar y experimentar el sentimiento, la intención.

En mis largas conversaciones con Hombre Medicina y Mujer que Cura, descubrí una nueva e increíble perspectiva sobre la salud y la enfermedad. «Curar no tiene absolutamente nada que ver con el tiempo -me dijeron-. Tanto la salud como la enfermedad se producen en un instante.» Según yo interpretaba estas palabras, el cuerpo es un conjunto, bueno y saludable a nivel celular, pero de repente se produce el primer desarreglo o anomalía en una parte de una célula. Pueden pasar meses o años antes de que se identifiquen los síntomas o se establezca el diagnóstico. Y la curación es el proceso inverso. Uno está enfermo y su salud va decayendo; según la sociedad en la que viva, recibirá un tipo u otro de tratamiento. En un momento el cuerpo detiene su declive e inicia la primera etapa de su recuperación. La tribu de los Auténticos cree que no somos víctimas al azar de una mala salud, sino que nuestro cuerpo es el único medio que tiene nuestro nivel superior de conciencia para comunicarse con nuestra conciencia personal. Con su declive, el cuerpo nos da la oportunidad de mirar en derredor y analizar las heridas que son realmente importantes y que hemos de reparar: las relaciones en crisis, las brechas abiertas en nuestro sistema de valores, los tumores amurallados del miedo, la fe erosionada en nuestro Creador, las emociones insensibilizadas que impiden el perdón, y tantas otras cosas.

Ante mí tenía el ejemplo de los seres humanos más antiguos de la Tierra, que usaban técnicas transmitidas de generación en generación y que me habían demostrado su valor. Sin embargo, nosotros, la llamada sociedad civilizada, no queremos utilizar la transmisión de pensamientos positivos porque tememos que sea tan sólo una moda, y convenimos prudentemente en que sería mejor esperar un tiempo y ver cómo funciona bajo ciertas condiciones.

Me contaron que el halcón pardo que nos seguía recordaba a la gente que algunas veces sólo creemos en lo que tenemos delante de las narices. Pero si nos elevamos para volar más alto, obtendremos una visión mucho más amplia. Me dijeron que los Mutantes que mueren en el desierto porque no ven agua y se enfurecen y se desalientan, en realidad se mueren de emoción.

Los humanos parecen estar demasiado ocupados en existir como para ocuparse de su auténtico ser.

Me hablaron del canguro, la silenciosa criatura, habitualmente apacible, que crece de los sesenta centímetros a los dos metros de altura y cuya piel tiene los colores de la tierra, desde el pálido gris plata hasta el rojo cobrizo. Ellos creen que los Mutantes le conceden demasiada importancia al color de la piel y la forma de los cuerpos. La principal lección que nos da el canguro es que él no retrocede jamás. No le es posible hacerlo; tiene que ir siempre hacia delante, aun cuando esté trazando círculos. Su larga cola es como el tronco de un árbol y equilibra su peso. Muchas personas eligen al canguro como tótem porque sienten una verdadera afinidad con él y reconocen la necesidad de mantener una personalidad equilibrada. A mí me gustó la idea de hacer un repaso de mi vida y considerar que, aun cuando diera la impresión de que había cometido un error o había elegido mal, en cierto nivel de mi existencia, era lo mejor que podía hacer en ese momento y que, a la larga, resultaría ser un paso hacia delante. El canguro controla también su reproducción y deja de multiplicarse cuando las condiciones de su medio ambiente son adversas.

La sinuosa serpiente es una herramienta de aprendizaje cuando observamos la frecuencia con que cambia de piel. Poca cosa se ha hecho en la vida si lo que crees a los siete años sigue siendo lo que sientes a los treinta y siete. Es necesario desprenderse de viejas ideas, costumbres, opiniones y, a veces, incluso de viejos compañeros. La serpiente no es menor ni mayor por despojarse de la antigua piel; sencillamente esta mutación es necesaria. No pueden recibirse cosas nuevas si no hay espacio para ellas. Alguien parece y se siente más joven cuando se despoja de su antiguo bagaje, aunque no lo es, por supuesto. Los Auténticos se rieron de mi idea porque a esta tribu le parece absurdo contar los años de edad. La serpiente domina el arte del encanto y del poder. Ambos son buenos, pero pueden ser destructivos cuando se vuelven irresistibles. Hay muchas serpientes venenosas cuyo veneno puede usarse para matar a seres humanos. Cumple bien ese fin pero, como tantas otras cosas, tiene también un propósito significativo, como es el de ayudar a la persona que cae en un hormiguero o a la que han picado avispas o abejas. Los Auténticos respetan la necesidad de intimidad de la serpiente, del mismo modo que ellos precisan de un tiempo en soledad.

Los Auténticos, como muchas tribus de indígenas americanos, creen que es muy importante que uno observe a los demás miembros del grupo cuando están sentados en círculo, sobre todo a la persona que se sienta justo delante tuyo, porque esa persona es tu reflejo espiritual. Las cosas que admiras en ese individuo son cualidades propias a las que deseas darles preeminencia. Los actos, la apariencia y el comportamiento que no te gustan son las cosas de ti mismo sobre las que necesitas trabajar. No se puede reconocer en los demás lo que uno considera bueno o malo, a menos que uno mismo tenga las mismas debilidades y cualidades en algún nivel de su personalidad. Tan sólo difieren en el grado de autodisciplina y la fuerza de su carácter. Ellos creen que las personas sólo pueden cambiar de verdad por una decisión propia, y que todo el mundo tiene la capacidad de cambiar cuanto quiera de su propia personalidad. No hay límite para lo que uno puede eliminar o adquirir. También creen que la única influencia real que se puede ejercer sobre otra persona parte de tu propia vida, del modo en que actúas y de lo que haces. Debido a esta forma de pensar, los miembros de la tribu tienen el compromiso permanente de ser mejores personas.

Los músicos abandonaron palos, ramas y rocas, pero la alegría de la composición creativa y el talento persistió como confirmación de la valía y amor propio de cada uno. Un músico lleva la música en su interior. No necesita un instrumento específico. Es la música. Yo tuve la impresión aquel día de que había aprendido también que somos los creadores de nuestra propia vida; podemos enriquecerla, entregarnos a nosotros mismos y ser tan creativos y felices como queramos serlo.

Existe una importante relación entre el reconocimiento de la propia valía y la celebración de otorgarse personalmente un nuevo nombre.

Todos soñamos, me dijo. A nadie le preocupa recordar sus sueños ni aprender de ellos, pero todos soñamos. «Los sueños son la sombra de la realidad», explicó. Todo lo que existe, lo que ocurre aquí, se encuentra también en el mundo de los sueños. Todas las respuestas están allí.

Llegué así a comprender que habría ciertas tormentas en mi vida, que dejaría de lado personas y cosas en las que había invertido mucho tiempo y energía, pero entonces sabría lo que era sentirse un ser equilibrado y tranquilo y podría evocar esa emoción en cualquier momento en que la necesitara o deseara. Aprendí que podía vivir más de una vida y que había tenido ya la experiencia de una puerta que se cerraba. Aprendí que había llegado un momento en que ya no podía seguir con las mismas personas, lugares, valores y creencias que antes tenía. Para que mi alma madurara, había cerrado suavemente una puerta y entrado en un lugar nuevo, en una vida nueva que equivalía a un escalón espiritual más alto. Y lo que era más importante, no tenía que hacer nada con la información. Si sencillamente me limitaba a llevar a la práctica los principios que yo consideraba verdaderos, llegaría a influir en las vidas de quienes estuviera destinada a influir. Las puertas se abrirían. Después de todo, no era mi mensaje; yo sólo era la mensajera.

Yo me acerqué al rompecabezas y coloqué mi pieza. Después me acerqué de nuevo, pero no distinguí cuál era la mía, así que volví y me senté. Outa me leyó el pensamiento y dijo: «No pasa nada. Sólo parece que los trozos de hoja están separados, igual que las personas parecen separadas, pero todos somos uno. Por eso es el juego de la creación».
Outa tradujo también las palabras de los demás: «Ser uno no significa que todos seamos el mismo. Cada ser es único. No hay dos que ocupen el mismo lugar. De igual manera que la hoja necesita de todos los trozos para completarse, cada espíritu tiene su lugar especial. Las personas intentan a veces cambiar de lugar, pero al final cada cual regresa al que le corresponde. Algunos de nosotros buscamos un camino recto, mientras que a otros les gusta la monotonía de trazar círculos
Tú lo has acabado y eso confirma tu derecho a este viaje -continuó Outa-. Nosotros recorremos un camino recto en la Unidad. Los Mutantes tienen muchas creencias; ellos dicen que vuestras costumbres no son las mías, que vuestro salvador no es mi salvador, que vuestra eternidad no es la mía. Pero la verdad es que toda la vida es una. Sólo hay un juego. Sólo hay una raza y muchos tonos diferentes. Los Mutantes discuten sobre el nombre de Dios, sobre qué edificio, qué día, qué ritual. ¿Vino El a la Tierra? ¿Qué significan sus historias? La verdad es la verdad. Si hieres a alguien, te hieres a ti mismo. Si ayudas a alguien, te ayudas a ti mismo. La sangre y los huesos los encuentras en todos los hombres. En lo que difieren es en el corazón y la intención. Los Mutantes piensan sólo en los cien años inmediatos, en sí mismos, separados unos de otros. Los Auténticos pensamos en la eternidad. Todo es uno, nuestros antepasados, nuestros nietos no nacidos, la vida toda en todas partes.»

«¿Por qué los Mutantes no comprenden que si mi canción hace feliz a una persona es un buen trabajo? Ayudas a una persona, buen trabajo. Además, sólo se puede ayudar a una cada vez.»

Según esta tribu, la vida y la vivencia se mueven, avanzan y cambian. Me hablaron del tiempo en que se vive y del tiempo en que no se vive. La gente no vive cuando está furiosa o deprimida, cuando se compadece de sí misma o está llena de temor. Respirar no es un factor determinante de la vida. Simplemente sirve para indicar a los demás qué cuerpo está listo para el funeral y cuál no. No todas las personas que respiran están vivas. Está muy bien poner a prueba las emociones negativas y comprobar qué se siente, pero desde luego no es prudente ahondar en ellas. Cuando el alma se halla en forma humana, la persona juega a ver qué se siente siendo feliz o desgraciado, celoso o agradecido, o cualquier otro sentimiento. Pero se supone que ha de aprender de esa experiencia y, en último término, descubrir qué le produce placer y qué le produce dolor.

Me ofrecí a mostrarles uno de nuestros juegos y sugerí que nos colocáramos lodos en línea y que corriéramos lo más deprisa posible. El más rápido sería el ganador. Ellos me miraron atentamente con sus hermosos y grandes ojos, y luego se miraron entre sí. Por fin alguien dijo: «Pero si gana una persona, todos los demás tendrán que perder. ¿Eso es divertido? Los juegos son para divertirse. ¿Para qué someter a una persona a semejante experiencia y tratar de convencerla luego de que en realidad ha ganado? Esa costumbre es difícil de entender. ¿Funciona con tu gente?». Yo me limité a sonreír y a negar con la cabeza.

La gente busca información, pero no parece darse cuenta de que también la sabiduría necesita expresarse

Cisne Negro Real me contó que en este mundo de personalidades hay siempre una dualidad. Yo lo había interpretado como el bien frente al mal, esclavitud frente a libertad, resignación frente a inconformismo. Pero no era ése el caso. No es blanco o negro; siempre son tonos grises. Y lo que es más importante, todo el gris se mueve progresivamente de vuelta hacia el creador.

Conocí entonces lo que ellos consideran un regalo. Según mis compañeros de la tribu, un regalo sólo es un regalo cuando le das a una persona lo que ella desea, y deja de serlo cuando das lo que tú deseas que tenga. Un regalo no obliga a nada. Se da sin condiciones. Las personas que lo reciben tienen derecho a hacer con él lo que quieran: usarlo, destruirlo, regalarlo, lo que sea. Es suyo, sin condiciones, y el que lo da no espera nada a cambio. Si no se corresponde con estos criterios, no es un regalo y debería clasificarse de alguna otra manera.

Me explicaron que la diferencia entre las plegarias de los Mutantes y la forma de comunicación de los Auténticos es que la plegaria consiste en hablarle al mundo espiritual, mientras que ellos hacen justamente lo contrario. Ellos escuchan. Borran la mente de pensamientos y esperan recibir. El razonamiento que siguen parece ser el siguiente: «No se puede oír la voz de la Unidad cuando se está hablando»

Según sus creencias, el paso del tiempo cumple el propósito de permitir a las personas que se vuelvan mejores, que expresen más y mejor su propio ser. Así pues, si eres mejor persona este año que el anterior, y sólo tú lo sabes con seguridad, debes ser tú quien convoque la fiesta. Cuando tú dices que estás preparado, todos lo aceptan.

La tormenta había despertado mi conciencia de la magnitud de la vida y mi pasión por ella. Aquel roce con la muerte había desarmado mi creencia en que la alegría o la desesperación eran fruto de cosas externas. Literalmente nos habían despojado de todo cuanto llevábamos excepto de los trapos con que nos cubríamos el cuerpo. Los pequeños regalos recibidos, que me hubiera llevado a Estados Unidos y legado a mis nietos, habían sido destruidos. Tenía ante mí una elección: reaccionar con lamentaciones o con resignación. ¿Era un intercambio justo, mis únicas posesiones materiales a cambio de una lección inmediata sobre el desapego? Me dijeron que probablemente me hubieran permitido conservar los recuerdos barridos por el agua pero que, por la energía de la Divina Unidad, al parecer seguía otorgándoles demasiada importancia. ¿Había aprendido por fin a valorar la experiencia y no el objeto?

Antes de dormirme esa noche, sin la comodidad de una piel de dingo, me vino a la mente la conocida plegaria de la serenidad: «Que Dios me conceda serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que sí puedo, y la sabiduría para apreciar la diferencia».

«No debería existir sufrimiento para criatura alguna excepto el que ella acepte por sí misma.» Era una idea a considerar. Mujer Espíritu me explicó que cada alma individual en el más alto nivel de nuestra existencia puede elegir, y en ocasiones lo hace, un cuerpo imperfecto para nacer; a menudo llegan para enseñar e influir en las vidas con las que entra en contacto.

Hemos enseñado mucho a la Mutante y hemos aprendido de ella. Parece ser que los Mutantes tienen algo en su vida llamado salsa. Conocen la verdad, pero la entierran bajo el espesor y las especias de la conveniencia, el materialismo, la inseguridad y el miedo. También tienen algo en sus vidas que llaman glaseado. Al parecer representa el modo en que malgastan casi toda su existencia en proyectos superficiales, artificiales, temporales, de agradable sabor y atractiva apariencia, pero dedican muy pocos segundos a desarrollar su ser eterno.

«Nada podríamos darte que tú no tuvieras ya, pero creemos que, aunque no pudiéramos darte nada, tú has aprendido a aceptar, a recibir y a tomar de nosotros. Ese es nuestro regalo

Ahora sé que todos tenemos dos vidas: la que nos sirve para aprender y la que vivimos según ese aprendizaje.

La tribu no critica nuestros modernos inventos. Ellos honran el hecho de que la existencia humana sea una experiencia de expresividad, creatividad y aventura. Pero creen que, en su búsqueda de conocimientos, los Mutantes no deben olvidar la frase: «Si es por el bien supremo de la vida en todas partes»

miércoles, 2 de enero de 2013

Extrañando...

Y... extraño.
Como todos extraño.
Las ausencias generan, o al menos a mí me generan, este sentimiento.
Y como para que hablemos de lo mismo, la RAE (Real Academia Española www.rae.es) dice:
extrañar. (Del lat. extraneāre).
1. tr. Desterrar a país extranjero. U. t. c. prnl.
2. tr. Ver u oír con admiración o extrañeza algo. U. m. c. prnl.
3. tr. Sentir la novedad de algo que usamos, echando de menos lo que nos es habitual. No he dormido bien porque extrañaba la cama.
4. tr. Echar de menos a alguien o algo, sentir su falta. Lloraba el niño extrañando a sus padres.
5. tr. Afear, reprender.
6. tr. p. us. Apartar, privar a alguien del trato y comunicación que se tenía con él. U. t. c. prnl.
7. tr. ant. Rehuir, esquivar.
8. prnl. Rehusarse, negarse a hacer una cosa.
Ahora sí, sigo.
Y la cosa es que siento lo que, y como lo siento.
El 24/12/2012, al ponerme a hacer la ensalada de fruta, volví a extrañar a mi abuela. Fue raro porque hacía tiempo que no me pasaba, pero así fue. Para las fiestas, en mi familia de origen, la que hacía la ensalada de fruta era mi abu. Se sentaba en la galería, ponía papel de diario y empezaba a pelar las frutas, incluso las que parecen imposibles de ser peladas, como la ciruela. No se le resistía ninguna fruta, ni siquiera el ananá. Y la que a ella más le gustaba era el damasco. Después las cortaba todas pequeñitamente parejas. Parte de aquello quedaba como sólo fruta, algo llevaba moscato y, a veces, algo más llevaba crema.
Y la extrañé. Nada por hacer, sólo aceptar que las ausencias tienen estas cosas, aceptar que la vida está hecha de presencias y no presencias, agradecer que la tuve y la disfruté y seguir...
Pero además extraño otras cuestiones, por ejemplo:
A veces en pleno invierno extraño la estación del año que más me gusta: el verano. O, también, en pleno verano extraño taparme hasta la frente con la frazada...
O sea que al momento de extrañar, puede ser alguien o algo. Desde hace algún tiempo, un algo que extraño es tener un motivo más. Claro que el motivo principal siempre es "por mí", ocurre que desde hace un tiempo el único motivo que puedo enunciar es siempre el mismo: por mí.
La cuestión con esto es que frente a la pregunta "¿para qué hacer o no hacer algo?", la respuesta " por mí" va perdiendo sustento. Y el razonamiento que le sigue a la pregunta anterior es ¿para qué complicarme si así, PARA MÍ, alcanza? Y es como entrar en un remolino.
Como todo, es muy subjetivo. Para mucha gente, planteo una situación ridícula. Para otra... no sé.
Lo cierto es que cada uno lo vive a su modo. Este es el mío.