En otras redes sociales...

En Facebook me encontrás en: http://facebook.com/fagabrielli
En Twitter, me encontrás en: https://twitter.com/Fagab
Y mis experimentos culinarios, los muestro en: https://cocinateando.blogspot.com.ar

miércoles, 28 de agosto de 2013

Ni poco ni demasiado...

...cantaba Alberto Cortez (http://www.goear.com/listen/cf24332/ni-poco-ni-demasiado-alberto-cortez) y su letra en http://www.musica.com/letras.asp?letra=915936
No soy, en esencia, un tipo optimista. Tampoco creo que se aproxime el Armagedón (http://es.wikipedia.org/wiki/Armaged%C3%B3n).
Bah, a veces sí.
No soy un tipo "naturalmente" optimista, sino que se trata de una construcción que me llevó varios años de terapia. Y mantenerlo es, casi, casi, una ejercitación diaria.
Alguna vez me regalaron el libro "Tus zonas erróneas" de Wayne Dyer (http://vistoenlaweb.org/2012/08/15/tus-zonas-erroneas-leetelo-ya/), allá por 1984/85. Entre muchas cosas, lo que más me intrigaba y enojaba, era que se sostenía que todo lo que ocurría podía ser visto desde dos lugares: uno positivo y uno negativo, y que uno podía cambiar la óptica. Me intrigaba el "cómo hacerlo", ya que no le encontraba la vuelta; y me enojaba porque no se explicaba aquel "cómo" y encima se me hacia responsable por algo que nunca había elegido y nadie explicaba como cambiar.
La cosa es que, cuando ocurre algo que me rompe soberanamente las pelotas, la primera reacción es "¡Claro, no podía ser de otro modo!", entonces al darme cuenta de la reacción no positiva, vuelvo y me replanteo las cosas de alguna manera menos negativa. Así es que aparecen cuestiones como "Gracias a Dios fue ahora y no después", "algo habrá que aprender de esto", "las cosas PARA ALGO ocurren"... y todo un un fin de recursos positivezcos que intentan desdramatizar la frustración que me desborda al haber resultado ganador del cincuenta por ciento indeseado, intentando convertirlo en un estado pasajero. Sin embargo la pregunta que siempre subyace es ¿por qué carajos me tiene que pasar? Y la contra pregunta es ¿y por qué no?, para requeterrepreguntarme ¿y por qué sí?. Y dejo ahí porque es entrar en todo un rollo inacabable de "por qué(ses)".
La cosas es: Si existe un cincuenta por ciento de probabilidades tanto como para que sea bueno como para que no lo sea, ¿por qué edulcorar la situación cuando resulta contraria para nuestra expectativa? Al final, parece que quejarse porque algo resultó una patada en medio de las pelotas, es un "delito de lesa positividad". Puedo entender que no está bueno quedarse en la queja, sólo porque ahí todo se hace más incómodo. Pero no está mal descargar la frustración. O lo que sea que uno sienta. De todos modos creo que uno debería activar el quejómetro para no pasarse para el otro lado. Viste aquello de "todo en su justa medida y armoniosamente", bueno, parecido; porque sólo uno conoce qué tanto subjetivamente le resulta la "justa medida" y qué valoración personalmente subjetiva tiene del famoso "armoniosamente".
Me parece que existe como una condena exacerbada a la queja. Parecería que el que se queja es una especie de desagradecido que, en lugar de disfrutar de todo lo bueno que tiene el conseguir lo indeseado; anda por ahí disgustado por no haber alcanzado el otro cincuenta por ciento de la probabilidad, que era alcanzar lo que se deseaba.
Siento que debo parar un poco y acomodar un poco los fichines: Ni tanto, ni tan poco; en definitiva, así como morir es parte de vivir; frustrarse es parte del hacer. Y si fuera cierto que todo NO es un calvario, lo mismo ocurre con las glorias. De alguna manera es tan fantasioso creer que todo es una mierda, como que todo es perfecto.
Sí creo que cuando uno está con la positividad "al palo", los cascotazos se registran y asimilan de un modo menos angustiante. Sin dudas, en estas etapas, uno anda con resto para bancársela. Cuando el optimismómetro está en franca caída, cada situación desagradable contribuye más a la caída. Estando así, no hay resto disponible para bancársela y quizá por esto es que las estupideces más insignificantes desatan un vendaval de angustia. Hasta que, de algún modo, TODO PASA. Y nos damos cuenta que pasa, después que pasó y cuando pudimos recuperar optimismo.
Mientras tanto, HAY QUE PASARLA.
Muchas veces, viendo la reacción de algunas personas, me pregunto ¿cómo es posible que te hayas olvidado de las que te pasaron? Porque aunque sea cierto que no es cuestión de regodearse en la angustia de todo lo que pasó, creo que tampoco es cuestión de tapiar la parte oscura de la historia y andar por la vida como si todo siempre hubiera sido fabuloso. Tanto un extremo como el otro, me parece, malogran la capacidad de comprender las circunstancias del próximo / prójimo. Y si no somos capaces de comprender, al final, el próximo deja de serlo y se convierte en su antítesis. Así, por quejoso, o por el malestar que pudiera generar escuchar / se tanta queja, el no optimista va quedando distante; por elección propia o ajena. También creo, CAPITALIZAR lo bueno y lo NO TANTO, forman parte de lo que denominamos EXPERIENCIA, que dejaríamos incompleta al asimilar sólo una parte de toda nuestra historia. O sea, tengo el firme convencimiento que construir nuestra experiencia con sólo una parte de lo vivido, nos incompleta frente a nosotros mismos.
En definitiva ¿quién dice que una es mejor que la otra; y qué pasa si sólo son momentos? El exceso de buena prensa de una, impide reconocer el exceso de mala prensa de la otra. Es que, en definitiva, TODO PASA, pero hay que bancarse el chaparrón hasta que pase.
¡EN FIN! Ya me quejé.
Ahora me pongo en marcha para "empositivarme".

No hay comentarios.: