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martes, 5 de agosto de 2014

Breve reencuentro con La Feria de Artesanos de San Isidro

Ayer, domingo 03/08/2014; después de mucho tiempo, volví a la Feria artesanal de San Isidro (http://www.artesanos-sanisidro.com.ar; en Facebook es https://www.facebook.com/feriaartesanal.sanisidro). La feria está emplazada en el predio de la Plaza de San Isidro,la “Plaza Mitre” (https://www.google.com.ar/maps/place/Plaza+Mitre/@-34.466249,-58.509665,17z/data=!3m1!4b1!4m2!3m1!1s0x95bcb032c4f1dbfb:0x7b31286fa3b20b0e)




Para quien no conoce el lugar, resulta muy pintoresco. La zona es la más antigua de San Isidro, está rodeada de grandes casonas (por ejemplo, la casa de Mariquita Sánchez de Thompson http://www.quintalosombues.com.ar/mariquita.html, que tiene una placa inmensa indicando que vivió Béccar Varela y no Mariquita, ¡en fin!), miradores (son como balcones que dan hacia el río) y una barranca que lleva “al bajo de San Isidro”, zona revalorizada a partir de la reactivación del Tren de la costa (http://es.wikipedia.org/wiki/Tren_de_la_Costa).
DATO APARTE:
Si alguna vez conociste la zona antes del Tren de la costa, el bajo de San Isidro era como el “Bajo Belgrano”, una zona anegadiza, generalmente descuidada y que fuera reactivada por distintos emprendimientos inmobiliarios. Hasta la llegada del Tren de la costa, los partidos de Vicente López, San Isidro, San Fernando  y parte de Tigre, tuvieron una frontera marcada por esos rieles en desuso: de los rieles hacia el río, todo era abandono. Basta un viaje en el Tren de la costa (http://www.mininterior.gov.ar/sofse/portal/index.php) –hoy del estado, pero en sus inicios fue un emprendimiento privado en la década del noventa, rodeado de sospechas de lavado de dinero y de redistribución “dudosa” de tierras donde mágicamente, algunas casas tuvieron sus amarraderos propios; abandonado hacia el inicio del siglo XXI- y algo de imaginación, salpicada de fantasía, para darse una idea de lo que debió haber sido.
La Plaza Mitre está muy mal mantenida. Está sucia, el piso sigue, como siempre IRREGULAR, las rejas están sucias y despintadas y la escalera, igual que siempre, destruida. Y lo que más sorprende es la falta de accesibilidad para personas con movilidad reducida. Es una lástima porque desluce todo el resto.
FIN DEL DATO APARTE
La plaza de San Isidro está divida en dos, por el declive propio de la zona. Hay una zona más o menos plana y donde empieza la zona más empinada de la barranca, hay una escalera que termina en otra zona de la plaza que está en declive hacia la estación San Isidro del Tren de la costa.
Y siguiendo la división física de la plaza, existe una división en la Feria de artesanos: los de arriba y los de abajo.
Conocí La Feria en 1984. Por aquel momento “arriba”, la zona alta de la plaza, estaba ocupada por artesanos (artesanos, artesanos; no revendedores) y la parte baja, la ocupaban unos pocos anticuarios. Desde aquel 1984 y, de tanto en tanto, recorrí la zona con bastante asiduidad. No sólo porque como paseo resulta muy agradable, sino que para hacer regalos, solía ser una excelente opción. Desde una chuchería, hasta un buen regalo, en La Feria hay lo que uno busque.
La Feria ocupaba toda la Plaza Mitre, así que uno la recorría y aquel paseo llevaba un largo rato. Entre detenerse, mirar, preguntar, esquivar a otra gente… El paseo llevaba un rato largo. Y ya que uno estaba ahí, recorría "la de abajo".
Conocí La Feria más o menos en 1984 y la recorrí, más o menos seguido, hasta el 2001, año en que me separé. Aquella separación me llevó a una pensión en Villa Luro, luego a otra pensión en Vicente López, luego a la casa que había sido de mi viejo en Villa Martelli (en Vicente López), después a un departamento que alquilé en Florida (Vicente López) y por último a La Boca. Pero no me acercó de nuevo a La Feria, hasta que a mediados de 2008 estuve en pareja con un artesano. Volví a recorrer La Feria entre aquel “mediados” de 2008 y algún momento de 2009. En este último tramo del 2009, casi como integrante, sin llegar a serlo.
Visto desde afuera, mi visión era “casi” romántica. Suponía muchas cosas, que resultaron pura FANTASÍA, y que taparon lo único que puede ser cierto: cada integrante de La Feria, no es más ni menos, que una persona. Más allá de cualquier cosa, como en todas partes, encontré personas; algunas más afines y otras, menos. Pero sólo personas, sin más romanticismos.
Entre las ferias de “arriba” y la de “abajo” existía una rivalidad muy manifiesta, que hoy continúa. Los de “arriba” dicen que ellos son los artesanos y que para eso tienen “fiscales” que aprueban, o no, el ingreso de nuevos feriantes; que los de “abajo” son revendedores, que hacen manualidades y que nadie fiscaliza nada, que están ahí sólo por “acomodo”.  Algo de cierto, hay; pero sólo es una mirada. 
“El lobo siempre será el enemigo si sólo escuchamos a Caperucita”. 

Quizá el desafío sea convivir y nada más; vivir y dejar vivir.
Este último domingo 03/08/2014, junto con una amiga, Esther, volví a recorrer La Feria. Me reencontré, después de cinco años, con algunas de aquellas personas más afines y con otras menos afines. Y el reencuentro, SIEMPRE, está bueno.
¿La Feria?
Me extrañó que La Feria “de arriba”, la de los artesanos, esté reducida a la mitad; y la de “abajo”, duplicó, por lo menos, sus puestos.
Como siempre, La Feria, es un hermoso paseo. Los trabajos que uno encuentra son destacables, más allá del gusto individual. El entorno, aunque esté un poco abandonado, sigue siendo agradable.
Pasaron cinco años desde mi visita anterior hasta esta última.

¡¡¡QUÉ BUENO HABER VUELTO!!!

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