Desde que me acuerdo, me gustan “las
fiestas”. Me gusta el clima, los adornos, los preparativos, la ilusión de Papá
Noel…
Me gustan hoy, igual que me gustaban
siendo chico.
Me gustan.
Y disfruto. Disfruto mucho de este
tiempo que, para cada uno, significa algo distinto. Y para cada uno, en
momentos diferentes de la vida, va significando algo distinto. Entre tanto que
fui cambiando en mi vida, este disfrute de “las fiestas”, sigue casi intacto.
Casi.
Y “las fiestas” significan algo
diferente, según sea. De todos modos, este 24 de diciembre, esta Nochebuena,
como todas las Nochebuena, se originaron en la necesidad de celebrarle un nuevo
cumpleaños a Cristo, al Niño Jesús, a Jesús, a seacomoseaquelollames. Así
empieza a celebrarse la Nochebuena.
Hoy cada uno interpreta estas
festividades según quiere, puede, le da la gana o lo que sea.
Hoy, desde me convicción, estamos
preparándonos para celebrar un nuevo cumpleaños de Jesús. Y este cumple nos
recuerda que el amor nace siempre, en algún momento, en cualquier circunstancia…
Pero que el destino del amor, es nacer. Siempre nacer, fuerte, vigoroso,
sorprendente; así es el amor. Y recordamos que ese amor es luz; luz que nos
marca el norte, que nos guía y que nunca se apaga.
Cada Nochebuena, es una muy buena noche;
una GRAN noche. Es el momento de
recordar que el amor nos guía siempre. El amor de quien cada uno de nosotros
crea que es. El amor, luz que guía, excede las definiciones y los credos. El
amor, luz guía, es universal, no tiene idioma, no tiene creencias, no tiene
condiciones. El amor, luz guía, sólo es dulce sentimiento sin tiempo.
¡¡¡FELICES FIESTAS TENGAMOS TODOS Y DEL
MEJOR MODO QUE QUERAMOS!!!
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