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domingo, 17 de marzo de 2013

Alguito

Soy un solitario. Y si no lo fuera, al menos, tengo conductas de.
Nada nuevo, porque es una conducta que me acompaña desde siempre. En la época en que no sabía qué hacer conmigo, ni qué hacer para sentir que pertenecía, ni cómo integrarme; mis compañías permanentes fueron estar solo, un cuaderno y una lapicera. Y así andábamos los tres.
En aquella época, estar solo era mi decisión. Y no es que físicamente lo estuviera, era el sentimiento de no poder compartir. Físicamente estaba rodeado de mis amigos de "la cuadra", mis compañeros del Comercial... Gente a mi alrededor, no faltaba. Pero no podía decir aquello que no sabía ni siquiera, como interpretar. Y de noche, tanto como para no estar tan solo, el insomnio se me instalaba. Mi sitio era la galería de mi casa, en verano; dentro del auto, en invierno. Pero era fuera de mi casa. No era casual, me habían dejado muy claro que EN MI CASA "ESO" NO PODÍA SER.
La de escribir fue la única compañía que me permitió decir escribiendo, todo lo que no podía decir diciendo.
Así que soy un solitario que no cuenta qué le pasa. Bueno, cuento pero cuando llego al punto de desborde, mientras tanto "bien, está todo bien". Algunas de las cuestiones que me llevan a no decir son, por ejemplo, sentir que no consigo explicarme, que aburro al decirlo (porque yo estoy repodrido de escucharme), que no es importante... La cosa es que retraso decir qué me está pasando, hasta que ya no puedo retrasarlo.
Escribir me divertía. Hoy ya no lo sé. Cuando no tenía equipos portátiles, pensaba en comprarme alguno para hacer lo que me divertía mientras viajaba. A medida que los fui teniendo, reemplacé la diversión de escribir, por la distracción de escuchar música, fotografiar, tuitear... Reemplacé una diversión por una distracción.
La diversión de escribir, según qué escriba, me fuerza a pensar, desmenuzar y seguir en la rueda como los hamsters. Y ocurre que siento que no tengo capacidad para escribir sobre algo más que lo que me sucede. Entonces la distracción me evita seguir, por un corto instante, en la rueda.
Se podría decir que soy un incoherente, porque estoy haciendo lo que digo que no hago: contar. Lo que pasa es que todo esto ya está dicho muuuuuuuuuuuuuuuuuchas veces. Pero como este blog tiene menos visitas que Cachavacha, es como si no lo hiciera.
Como sea, da igual. El tema era mi diversión escribiendo. No, el tema era mi solitaritud. No, el tema era que no cuento...
Bueno, hoy sigo con algunos de los hábitos adquiridos por aquel entonces. Y la cosa es que aunque puedan no ser el mejor recurso, es al que recurro.

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