En otras redes sociales...

En Facebook me encontrás en: http://facebook.com/fagabrielli
En Twitter, me encontrás en: https://twitter.com/Fagab
Y mis experimentos culinarios, los muestro en: https://cocinateando.blogspot.com.ar

jueves, 31 de julio de 2014

Con mi terapia todo fue ganancia.


Fue en 2002.
Fue durante junio.
Fue un llamado al Licenciado Jorge Garaventa (www.jorgegaraventa.com.ar)
Fueron doce años de terapia, yendo una vez por semana.
Fue todo ganancia.
Fue una grandísima experiencia.
Fue.
Para principios de 2002, empezaba a reunirme una vez por semana con un grupo de gente gay, que tenía como nombre “Grupo de los jueves”, que encontré por Internet, a finales de 2001. A la vez, me daban de alta en el Instituto Ameghino (http://www.buenosaires.gob.ar/areas/salud/sistemas_salud/ficha.php?id=101) donde estaba haciendo terapia desde finales de 2000, si no me equivoco. Aquella alta llegó en el momento en que la necesitaba. Y comenzar con el Grupo de los jueves, tuvo que ver con mi necesidad de estar con “pares”, de compartir con otros gays y conocer sus historias para dejar de sentirme “el único puto sobre la faz de la tierra”.
Después de un tiempo de participar, empecé a necesitar retomar mi terapia. Hablé con el coordinador del grupo, el Licenciado Jorge Horacio Raíces Montero, quien me recomendó muy especialmente a Jorge, Jorgito, con el tiempo, para mí. De aquel grupo me quedaron dos amigos: Sergio Rivero, Jorge Pedrozo; mi terapeuta, el Licenciado Jorge Garaventa (www.jorgegaraventa.com.ar); y la experiencia de haber conocido gente, sus historias y todo lo que eso significa, al menos, para mí.
La cosa es que tuvimos un par de sesiones previas, como para ver si nos sentíamos cómodos. En la primera, además de alguna cuestión, le planteé que necesitaba un espacio donde poder hablar cara a cara, todo aquello que sentía y tal como lo sentía; y que necesitaba que no me tratara de “usted” sino de “vos” para no establecer ese tipo de distancia, además de necesitar aceptar mi homosexualidad, sintiéndome orgulloso de eso.
Como voy a hablar de “mi terapia”, voy a aclarar qué es para mí, “mi terapia”: Mi terapeuta, yo, la vocación que puso en escucharme, leerme e interpretar todo aquello, mi voluntad de encontrar soluciones, sus aciertos en observaciones que hicieron las diferencias y mi capacidad de cambiar, el consultorio, el vínculo de confianza y comodidad. Todo esto formó parte de “mi terapia” y si no hubiera sido así, hoy no me sentiría como me siento, ni hubiera conseguido todo lo que conseguí.
La conclusión que me queda, sin lugar a dudas, es que todo fue ganancia, visto desde cualquier lugar que lo vea. Fue todo ganancia. Por tanto, habiendo sido ganancia, hoy es una capitalización. Si me siento una mejor persona, también es responsabilidad de “mi terapia”. Pero esta es la conclusión final.
Sin embargo, alguna vez…
- Empecé una terapia sintiéndome absolutamente fragmentado. Cada sesión empezaba, transcurría y terminaba en medio de llantos que me resultaban incontrolables y que expresaban la angustia que sentía. Y fue ahí, en mi terapia, donde los descargué.
- Empecé una terapia, en la que Jorge me habilitó enviarle correos contándole cómo me iba sintiendo y cualquier cosa que quisiera o necesitara contarle. Él, Dios y yo, sabemos la cantidad infinita de mensajes de extensiones impensadas que le envié.
- Empecé una terapia sabiendo que debía deshacer toda una identidad para poder armar MI propia identidad, esa de la que había escapado muchísimos años antes, más de veinte años antes; esa identidad que desconocía que pudiera existir a partir de mis cinco años; esa misma identidad que, de haber sabido que existía, todo hubiera sido distinto.
Así empecé un junio de 2002, en un consultorio sobre la calle Jerónimo Salguero, a media cuadra de Av. Santa Fe y que terminé en otro consultorio de la calle Aráoz, a una cuadra y media de Av. Santa Fe. Durante doce años, anduve por “Villa Freud” y visité bares, shopping y distintos tipos de negocios.
Cuando empecé mi terapia, vivía en la casa que había sido de mi viejo, esa casa donde uno de mis hermanos lo encontró muerto en el baño, el mismo día de mi cumpleaños de 2001. Durante mi terapia empecé a redondear la idea de mudarme y se me frustró un alquiler sobre la calle Amenábar, entre Virrey del Pino y Virrey Arredondo, en Belgrano; pero se concretó otro sobre Av. Maipú y San Martín, en Vicente López donde viví por siete años y donde fui muy feliz. También durante mi terapia se concretó la compra de mi departamento en La Boca.
Durante mi terapia recuperé el vínculo con mi hijazo. Algunos vínculos se mantuvieron, aparecieron nuevos, otros se repararon y otros, definitivamente, tuve que dejarlos ir.
Durante mi terapia tramité y obtuve mi divorcio.
Durante mi terapia tuve mis dos últimas parejas y algunos intentos previos. Y con mis dos parejas, en algún momento, fue un motivo de discusión.
Durante mi terapia transcurrieron los últimos doce años de mi vida.
Durante mi terapia respondí millones de veces las preguntas “¿Por qué seguís haciendo terapia?, ¿para qué hacés terapia?, ¿te sirve hacer terapia?”.
Durante mi terapia conseguí ser esta persona que me llena de orgullo ser. Esta persona con aciertos, errores; flexible, inflexible; con deseos realizados y pendientes; por momentos lindo, por momentos feo; inteligente y lelo.
Mi terapia fue una de las mejores inversiones que hice. Sin dudas.
Mi terapia fue fabulosa, lo que no significa que no tenga pendientes. Los pendientes los resolveré más adelante, en otra “mi terapia”. Si siguieron pendientes, en parte, se debe a que no era este el momento en que debían resolverse ya que algo está faltando, o no se está dando, o lo que sea. Por lo que fuera, no era este el momento en que debían resolverse. Y son estos mismos pendientes los que refuerzan mi conclusión final: sin lugar a dudas, TODO ES GANANCIA, visto desde cualquier lugar que lo vea.

No hay comentarios.: