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sábado, 8 de septiembre de 2012

¡TOINGGGGGG!, ¡TOINGGGGGGG!...

es la onomatopeya que se usa para indicar rebote, salto.
¡TOINGGGGGG!, ¡TOINGGGGGGG!...
Así me rebotan las ideas.
Y van y vienen, se desplazan, saltan... Y hasta casi como que toman vida propia. En ocasiones casi me parezco a un rumiante: la idea salta entre los parietales, la voy rumiando de a poco; vuelve a saltar así, rumiada y...
O ya está lista la decisión, o el ciclo vuelve a empezar.
En fin, mis ideas tienen vida propia. Aparecen, se instalan y se resuelven. Es como casi todo ciclo de la vida: nace, se desarrolla y muere.
Con la mayoría de mis ideas, me llevo bárbaro. Hay algunas que generan unas situaciones... ¿cómo definir ESAS situaciones?... MMMMMMMMMMMMMMMMMM... ¿complicadas?... Sí, algo así. Como en todo, algo, alguna vez, es "diferente".
Mis ideas no escapan a mi generalidad singularizada. Y como provienen de mí, nunca les va a faltar una marca que las identifique conmigo; como si fuera el ADN de una idea.
Ahora bien... los "ideares", los "razonares", los "pensares" no necesariamente están atados a la voluntad. O, por lo menos, no a la voluntad voluntariamente decidida, digo de esa del estilo "bueno, ahora voy a pensar en qué hago para cenar...", en ocasiones sólo irrumpen irreverente, irrespetuosa e intempestivamente (¡JA!, me leí el diccionario) Quizá uno pueda inferir que nada es tan "intempestivo" y que el subconsciente está destejiendo la imbricación hecha como consecuencia de algún hecho, factor  o circunstancia traumatizante, que sólo quedó impresa en los confines del alter ego, y que necesita ser develado para sanar el ego. Eros Vs. Tánatos...
O sea... mis ideas pueden llegar a tener vida propia y aparecer de un modo que me resulta absolutamente sorprendente, aunque en el fondo exista un muy buen motivo para que esto suceda. Lo que DEFINITIVAMENTE no poseo, es la capacidad de ignorarlas. Se me hace casi imposible hacer de cuenta que no llegaron, que no están. No consigo entender cómo alguna gente consigue "pensar en otra cosa". De verdad no es mi caso. Así como puedo cerrar las orejas y responder con "aja", "mmm", "mirá vos" o toda una larga lista de sonidos entendibles o no, no lo puedo hacer con mis ideas. Me falta probar con una BUENA lobotomía, pero se me ocurre que es una medida extrema.
No significa que no me gustan mis pensares. Significa que, a veces, pueden ser muy molestos. Pero cada uno es como es. Claro, que yo sea así, no significa que no esté reviéndolo. Pero... todo lleva su tiempo.
Como sea que sea, carezco de la posiblidad de  ignorar mis ideas. Y carerzco de la posibilidad de controlar cuándo sí y cuándo no deben aparecer. Ni más, ni menos.
Como sea que sea, esto también es parte de ser yo mismo...

2 comentarios:

Naty dijo...

Cual sera la ideaaaaaaaa???!! Me lei todo esperando encontarrla y naaadaaa... eso esta muy mal! jajajajjajaj

Fabián Alberto Gabrielli dijo...

Es que el problema, justamente, es ese: no se trata de UNA, sino de ALGUNA idea.
No tiene nombre, no tiene momento, no tiene...
Es una idea que salta por ahí...