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viernes, 20 de junio de 2014

20/06/2014, recibí una respuesta del Papa Francisco.

Y un día, le escribí al Papa Francisco. Eso fue el 09/01/2014.
Hoy, 20/06/2014, recibí una respuesta.
Cuando leas la respuesta, vas a ver que no leyeron lo que escribí. Al final, mi respuesta.
Acá va mi texto original:

Buenos Aires, 9 de enero de 2014

Su Santidad
Papa Francisco

De mi absoluta consideración:

Mi nombre es Fabián Alberto Gabrielli, tengo cincuenta años de edad, soy gay, tengo un hijo de veintidós años al que amo, fruto deseado de mi matrimonio heterosexual del que estoy divorciado hace ya tiempo. Soy docente, vivo y trabajo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Es estos últimos días, con gran alegría, me encontré con algunos titulares de noticias en los que se daba cuenta sobre un importantísimo cambio en la “mirada” de la Iglesia (puesta en sus declaraciones) respecto a la Comunidad gay.
Sus declaraciones como Sumo Pontífice, de más está decirlo, exponen alguna idea de integración. Celebro que así sea.
Ahora, y en función de lo que Ud. declaró en su rol de Papa, me voy a permitir expresarle con absoluto respeto, algunas de mis consideraciones:
Está visto que, en apariencia, comienza a aparecer una voluntad conciliadora entre los conceptos Iglesia y homosexualidad, tan distanciados. Espero que esto se concrete y se haga realidad, ya que la situación actual, quizá motivado por mi propia “gaytud”, resulta un tanto anacrónica para estos tiempos que corren. Aun cuando celebro que Ud., como Papa Francisco, sostenga un discurso incluyente y renovador, no puedo dejar de recordarle su férrea oposición durante las discusiones, en nuestro País, respecto de la Ley de Matrimonio Civil, denominada muy a mi pesar, “Matrimonio Igualitario”. Y no puedo dejar de hacerlo porque su jerarquía, aquí, y en aquel momento, era nada menos que la de Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal. Dada su jerarquía, aquellos conceptos no hicieron más que irritar y exacerbar los ánimos, tanto de un lado como del otro. En aquel momento, aquellas palabras (que no voy a recordarle porque Ud. las conoce de sobra) no sirvieron para apaciguar ni calmar los ánimos, ni para sembrar concordia, amor, comprensión... Sólo expresaron un férreo desprecio hacia un colectivo social al que, al reconocérsele derechos, no se le privaba de los suyos a cualquier otro grupo social. Y como fueron dichas por el Arzobispo de Buenos Aires, un Cardenal, no fueron “sólo palabras”. No, de ningún modo.
Cuando Ud. fue electo, no sentí felicidad, ni alegría, ni algún otro sentimiento de regocijo. Todo lo contrario, sentí pesar. Sentí que, al ser Ud. Argentino (igual que yo) y con declaraciones y acciones públicas, cualquier cosa que se dijese de Ud., estaba en condiciones de poder refrendarlo o refutarlo, según fuera, ya que nos “emparenta” el no simple hecho de ser contemporáneos y coterráneos. Si el Papa elegido hubiera sido de alguna otra nacionalidad, cualquier cosa que se dijese de él, hubiera podido o no creerla en virtud del acto de Fe que significa creer o no en alguien. De hecho, cada vez que alguien expresaba su felicidad por el acontecimiento de su coronación, mi expresión era “¿no te das cuenta que le conocemos el modo en que piensa?, con todo lo que dijo ¿Qué tiene de bueno esto?”.
Hoy, y en virtud de estas nuevas expresiones, mi visión no cambió radicalmente, pero sí empiezo a escuchar, prestando atención como siempre, pero tratando de apartar mi escepticismo. Todavía no creo que Ud. haya cambiado de modo tan rotundo y en tan poco tiempo sus puntos de vista, aquellos expresados tan vehementemente en virtud de la discusión que antes le recordé. Por tanto, creo que las expresiones tienen una connotación más política, que personal. De todos modos, es un cambio y, por ello, celebrable. Y como dije, es mi creencia.
Toda esta disquisición me lleva a preguntarme y, en consecuencia, preguntarle: ¿no sería un acto propio del Papa Francisco, hacer reparar aquello que el Cardenal Bergoglio hizo a través de sus dichos y hechos en aquellos tiempos?, ¿no sería un acto de estricta justicia solucionar todo el daño que aquellas palabras y acciones infringieron a una parte de nuestra sociedad?, ¿no sería un gesto CLARÍSIMO de acercamiento, aceptación, inclusión y buena convivencia? En definitiva, ¿no sería un muy buen acto Cristiano, o como se dice, “un acto de buen Cristiano” reparar errores? Más allá de cuantos sean, en lo personal y particular, me sentí muy maltratado por sus expresiones que, por si hubieran sido poco, dieron pie a millones de opiniones peores. Y, por favor, no seamos ingenuos: es más que sabido que los líderes, forman opinión. Ud. era líder, por lo tanto, cualquier cosa que dijera, habilitaba los dichos y acciones de quienes lo seguían. En lo personal y particular, espero de quienes predican AMOR, comprensión, tolerancia... un buen trato. Todo aquello, lejos estuvo.
Por otro lado, siendo que también me incumbe, celebro que en sus declaraciones como Papa Francisco, se esté visibilizando a los separad@s y sus hijos. Celebraré mucho más, cuando sean incluidos. Por ahora, sólo aparecieron en el discurso, lo que no es poco.
Dejándole mis más respetuosos saludos, le agradezco el tiempo y la buena predisposición dedicados a leer estas líneas.

Fabián Alberto Gabrielli


Acá va la respuesta que acabo de recibir (20/06/2014). Está claro que no leyeron ni medio.

Apreciable Fabián Alberto Gabrielli,

El Papa Francisco agradece vivamente la manifestación de afecto y cercanía que recibió con tu saludo. Imparte su bendición. Anexamos la carta que confirma está hermosa noticia.




Y mi respuesta a su animalada
20/06/2014

A quienes se encarguen de esto:

En el día de la fecha, recibí su respuesta. Lamentablemente se equivocaron de destinatario, demostrando gran indiferencia con las comunicaciones. Es lamentablemente lo que se dice y constituye una gran falta de respeto por:

1) Se me trata en femenino, cuando soy un varón; gay y muy orgulloso de mi masculinidad. Creo que debería presentar una queja seria frente a los organismos que correspondan.

2) Se dice que envío saludos de numerosas personas, cuando mi carta fue absolutamente personal e individual.

Es lamentable la respuesta que me enviaron por lo que dice, aunque mucho más por lo que insinúa.

¡Una lástima!...

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