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martes, 18 de febrero de 2014

Lujaneando...

Cuando se terminaba un viernes, se me cruzó "¡Mañana, a Luján!".
Como nada estaba listo o previsto, corté una banana, dos kiwis y una manzana para tener de postre; programé la cafetera para que me tuviera listo el café que llevaría en un termo; preparé unas mini tartas que serían el almuerzo, y fui a buscar al auto el bolso térmico, que dejé en el freezer. El sábado me despertó la TV, me afeité y mientras puse el agua para el mate, me bañé. Dentro del bolso térmico puse los geles refrigerantes, puse un agua saborizada, un agua, el almuerzo y las frutas. Cargué los termos, me acomodé y salí. Pasé a cargar nafta, por las dudas, antes de empezar a irme.
Mi GPS dice que hasta la Basílica son setenta y cinco kilómetros, como dice que a La Plata tengo cincuenta o a Ezeiza, treinta y uno. Lo cierto es que me hizo entrar por algún sitio, que no es la entrada de la terminal de ómnibus, esa que sale derecho al frente de la Basílica. Como dije, el GPS me hizo entrar por otro sitio diferente al que conocía, así que conseguí ver una parte de la ciudad que pretendía descubrir, aunque no pude hacerlo. También encontré una zona de campings (cruzando el Río Luján) y como tres parques de diversión. Seguro hay más por recorrer, pero esta vez no pude.
Después de algún tiempo que no tengo idea cuánto fue y treinta y tres pesos más tarde, como a las 9:30, llegué a la ciudad. En el camino fui, como de costumbre, cantando; mal y a los gritos, pero cantando.
Según los tickets, los horarios serían:
cargué nafta en mi YPF: 8:03
Peaje Perito Moreno: 8:47
Primer peaje Autopista del Oeste: 9:01
Segundo peaje Autopista del Oeste: 9:24
Para la vuelta:
Segundo peaje Autopista del oeste: 12:25
Primer peaje Autopista del Oeste: 12:52
Peaje Perito Moreno: 13:05
¿Cómo calcularán el tiempo los GPS? Hay tramos de 60, 80, 100, 110 y 130 Km. por hora. No me imagino cómo calculan el tiempo.
Cuando llegué, dejé el auto y me fui a la Basílica ya que era mi segundo punto a cumplirme. El primero estaba hecho: ir a Luján.
Entré en la basílica y agradecí. Agradecí por TODO. ¿Por qué no agradecer? Recorrí el interior aprovechando que faltaba para el inicio de la Misa. Después me fui a La Cripta y diez mangos después, la estaba recorriendo. Salí y fui a dar vuelta a la manzana. Después la plaza, y el Centro Histórico. De los cinco museos disponibles, sólo el del transporte estaba abierto; la inundación estropeó los otros. Con cinco mangos lo recorrí. Creo que cada museo costaba lo mismo. Anduve por el Camping Municipal, que tiene como entrada un Centro Cultural. Tomé unas fotos del techo de la entrada y mirando un poco me enteré que cobran $ 40 por dejar el auto y $ 50 por las mesas, aunque me quedé con ganas de saber el precio de las parrillas. Pero, bueno, será la próxima. Y justo enfrente del camping, el Pabellón Belgrano.
En algún momento pensé "Bueno, ahora unos mates" y enseguida fue un "Pero, ¿dónde?". Porque había algunos bancos de plaza, pero ocupados por más de una persona; había mantas sobre el pasto, pero en todas con más de una persona. Entonces me puse a caminar hacia el "Descanso del Peregrino" (justo frente a la Basílica) , lo que me obligó a cruzar de nuevo toda la plaza. Y entonces pareció como si fuese a propósito: todo el mundo estaba acompañado. La gente que me cruzaba, las personas que ocupaban las mesas de todos los negocios frente a la plaza, los que conversaban en cualquier vereda o en cualquier sitio de la plaza; incluso los grupos que parecían pertenecer a algún bautismo... Todos estaban agrupados.
La situación me puso incómodo y empecé a pensar "Mejor, empiezo a volver". Pero era temprano y me quedaban cosas que quería hacer. Sin embargo las ganas habían empezado a volverse. Me encaminé a buscar el auto porque ahí tenía el mate, el café o el almuerzo, y porque había decidido moverlo como consecuencia de los mangazos constantes. Así fue que hice un recorrido de algo así como veinte cuadras en las que me crucé con ocho o nueve "estacioneros" que me invitaban a estacionar en sus estacionamientos. ¡Insoportable tanto rompehuevo!
Después de encontrar un sitio que me convenciera, aquel "Mejor, empiezo a volver", se había convertido en un "Bueno... empiezo a volver"... y lo postergué un rato. Respiré hondo y me dije "No, volvamos a tomar unos mates". Y cuando estaba por sacar las cosas del baúl, se me cruzó "peeeeeeeeeeeeeeero, pedazo de ridículo: todo el mundo acompañado y vos dando lástima solo". Entonces decidí dejar todo en el baúl y volver a revisar el ambiente dentro del "Descanso del Peregrino". Y ahí fui. Pero, en el camino, todo siguió pareciéndome igual. O peor. Entonces, compré un recipiente para agua bendita, lo llené en las canillas de la Basílica y me volví al auto. Y empecé a materializar la vuelta que ya había empezado un rato antes.
El viaje de vuelta fue ¿incómodo? No sé. Quizá sea más apropiado decir que fue decepcionante. No había conseguido controlar la frustración, o la incomodidad de sentir que, por no estar acompañado, era un bicho raro. Entonces, como para palear la situación, decidí terminar el paseo en la Costanera Sur. Y lo hice. Llegué, estacioné por ahí y me busqué un sitio. A la segunda mini tarta, me volví a casa. Ya estaba demasiado hinchado las pelotas.
Nada de todo esto es nuevo. Por estas situaciones ya pasé y les encontré la vuelta. Lo diferente es el viaje. En mi anterior salida, que fue a La Plata, me llevé a mi amigo Sergio; lo conversamos, nos pusimos de acuerdo y nos fuimos. Esta ida y vuelta a Luján era un viejo proyecto y ya tenía varios "voy / no voy" y varios intentos de concreción con unos amigos, que nunca se pudieron dar.
Todavía tengo que volver a San Antonio de Areco, Zárate, Campana, San Nicolás, Rosario; a conocer y cruzar el túnel subfluvial... La cuestión es que debo repensar el "cómo" ir. Es evidente que a mi necesidad de compartir, le queda muy incómodo que haga estas cosas sin compañía. Cuando lo hago se desata una pelea interna que reaviva la carencia y en la que siempre termino "volviendo", porque siento que no encajo con "el afuera", ese afuera que va agrupado. Quizá, como paliativo, organice mis próximas "idas y vueltas" sin pertrechos para "acampar"; manteniendo sólo el termo con café, bebida que permite disfrutarla con uno mismo.
Quizá, por ahora, sólo pueda encontrar un paliativo.

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