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martes, 5 de febrero de 2013

Carta del Dr Freud al profesor Einstein sobre la violencia y la guerra - Septiembre 1932 - MIS RECORTES.

Pues bien; los conflictos de intereses entre los hombres se zanjan en principio mediante la violencia. Así es en todo el reino animal, del que el hombre no debiera excluirse; en su caso se suman todavía conflictos de opiniones, que alcanzan hasta el máximo grado de la abstracción y parecen requerir de otra técnica para resolverse

Al comienzo, en una pequeña horda de seres humanos, era la fuerza muscular la que decidía a quién pertenecía algo o de quién debía hacerse la voluntad. La fuerza muscular se vio pronto aumentada y sustituida por el uso de instrumentos: vence quien tiene las mejores armas o las emplea con más destreza.

Al introducirse las armas, ya la superioridad mental empieza a ocupar el lugar de la fuerza muscular bruta; el propósito último de la lucha sigue siendo el mismo: una de las partes, por el daño que reciba o por la paralización de sus fuerzas, será constreñida a deponer su reclamo o su antagonismo. Ello se conseguirá de la manera más radical cuando la violencia elimine duraderamente al contrincante, o sea, cuando lo mate. Esto tiene la doble ventaja de impedir que reinicie otra vez su oposición y de que su destino hará que otros se arredren de seguir su ejemplo. Además, la muerte del enemigo satisface una inclinación pulsional que habremos de mencionar más adelante.

Es posible que este propósito de matar se vea contrariado por la consideración de que puede utilizarse al enemigo en servicios provechosos si, amedrentado, se lo deja con vida. Entonces la violencia se contentará con someterlo en vez de matarlo. Es el comienzo del respeto por la vida del enemigo, pero el triunfador tiene que contar en lo sucesivo con el acechante afán de venganza del vencido y así resignar una parte de su propia seguridad

He ahí, pues, el estado originario, el imperio del poder más grande, de la violencia bruta o apoyada en el intelecto

la mayor fortaleza de uno podía ser compensada por la unión de varios débiles. «L'union fait la force».

La violencia es quebrantada por la unión, y ahora el poder de estos unidos constituye el derecho en oposición a la violencia del único. Vemos que el derecho es el poder de una comunidad

la diferencia sólo reside, real y efectivamente, en que ya no es la violencia de un individuo la que se impone, sino la de la comunidad.

para que se consume ese paso de la violencia al nuevo derecho es preciso que se cumpla una condición psicológica. La unión de los muchos tiene que ser permanente, duradera

En la admisión de tal comunidad de intereses se establecen entre los miembros de un grupo de hombres unidos ciertas ligazones de sentimiento, ciertos sentimientos comunitarios en que estriba su genuina fortaleza. Opino que con ello ya está dado todo lo esencial: el doblegamiento de la violencia mediante el recurso de trasferir el poder a una unidad mayor que se mantiene cohesionada por ligazones de sentimiento entre sus miembros. Todo lo demás son aplicaciones de detalle y repeticiones

Las circunstancias son simples mientras la comunidad se compone sólo de un número de individuos de igual potencia. Las leyes de esa asociación determinan entonces la medida en que el individuo debe renunciar a la libertad personal de aplicar su fuerza como violencia, a fin de que sea posible una convivencia segura.

el derecho de la comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en su seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos. A partir de allí hay en la comunidad dos fuentes de movimiento en el derecho, pero también de su desarrollo.

En primer lugar, los intentos de ciertos individuos entre los dominadores para elevarse por encima de todas las limitaciones vigentes, vale decir, para retrogradar del imperio del derecho al de la violencia; y en segundo lugar, los continuos empeños de los oprimidos para procurarse más poder y ver reconocidos esos cambios en la ley, vale decir, para avanzar, al contrario, de un derecho desparejo a la igualdad de derecho

El derecho puede entonces adecuarse poco a poco a las nuevas relaciones de poder, o, lo que es más frecuente, si la clase dominante no está dispuesta a dar razón de ese cambio, se llega a la sublevación, la guerra civil, esto es, a una cancelación temporaria del derecho y a nuevas confrontaciones de violencia tras cuyo desenlace se instituye un nuevo orden de derecho. Además, hay otra fuente de cambio del derecho, que sólo se exterioriza de manera pacífica: es la modificación cultural de los miembros de la comunidad; pero pertenece a un contexto que sólo más tarde podrá tomarse en cuenta.

Vemos, pues, que aun dentro de una unidad de derecho no fue posible evitar la tramitación violenta de los conflictos de intereses.

Sin embargo, un vistazo a la historia humana nos muestra una serie incesante de conflictos entre un grupo social y otro o varios, entre unidades mayores y menores, municipios, comarcas, linajes, pueblos, reinos, que casi siempre se deciden mediante la confrontación de fuerzas en la guerra.

No es posible formular un juicio unitario sobre esas guerras de conquista. Muchas, como las de los mongoles y turcos, no aportaron sino infortunio; otras, por el contrarío, contribuyeron a la trasmudación de violencia en derecho, pues produjeron unidades mayores dentro de las cuales cesaba la posibilidad de emplear la violencia y un nuevo orden de derecho zanjaba los conflictos. Así, las conquistas romanas trajeron la preciosa pax romana para los pueblos del Mediterráneo. El gusto de los reyes franceses por el engrandecimiento creó una Francia floreciente, pacíficamente unida. Por paradójico que suene, habría que confesar que la guerra no sería un medio inapropiado para establecer la anhelada paz «eterna», ya que es capaz de crear aquellas unidades mayores dentro de las cuales una poderosa violencia central vuelve imposible ulteriores guerras.

Empero, no es idónea para ello, pues los resultados de la conquista no suelen ser duraderos; las unidades recién creadas vuelven a disolverse las más de las veces debido a la deficiente cohesión de la parte unida mediante la violencia. Además, la conquista sólo ha podido crear hasta hoy uniones parciales, si bien de mayor extensión, cuyos conflictos suscitaron más que nunca la resolución violenta. Así, la consecuencia de todos esos empeños guerreros sólo ha sido que la humanidad permutara numerosas guerras pequeñas e incesantes por grandes guerras, infrecuentes, pero tanto más devastadoras.

Una prevención segura de las guerras sólo es posible si los hombres acuerdan la institución de una violencia central encargada de entender en todos los conflictos de intereses.

Hemos averiguado que son dos cosas las que mantienen cohesionada a una comunidad: la compulsión de la violencia y las ligazones de sentimiento -técnicamente se las llama identificaciones- entre sus miembros. Ausente uno de esos factores, es posible que el otro mantenga en pie a la comunidad.

en nuestra época no existe una idea a la que pudiera conferirse semejante autoridad unificadora. Es harto evidente que los ideales nacionales que hoy imperan en los pueblos los esfuerzan a una acción contraria.

Parece, pues, que el intento de sustituir un poder objetivo por el poder de las ideas está hoy condenado al fracaso. Se yerra en la cuenta si no se considera que el derecho fue en su origen violencia bruta y todavía no puede prescindir de apoyarse en la violencia.

Ahora puedo pasar a comentar otra de sus tesis. Usted se asombra de que resulte tan fácil entusiasmar a los hombres con la guerra y, conjetura, algo debe de moverlos, una pulsión a odiar y aniquilar, que transija con ese azuzamiento

Suponemos que las pulsiones del ser humano son sólo de dos clases: aquellas que quieren conservar y reunir -las llamamos eróticas, exactamente en el sentido de Eros en El banquete de Platón, o sexuales, con una conciente ampliación del concepto popular de sexualidad-, y otras que quieren destruir y matar; a estas últimas las reunimos bajo el título de pulsión de agresión o de destrucción. Como usted ve, no es sino la trasfiguración teórica de la universalmente conocida oposición entre amor y odio; esta quizá mantenga un nexo primordial con la polaridad entre atracción y repulsión

Ahora permítame que no introduzca demasiado rápido las valoraciones del bien y el mal. Cada una de estas pulsiones es tan indispensable como la otra; de las acciones conjugadas y contrarias de ambas surgen los fenómenos de la vida. Parece que nunca una pulsión perteneciente a una de esas clases puede actuar aislada; siempre está conectada -decimos: aleada- con cierto monto de la otra parte, que modifica su meta o en ciertas circunstancias es condición indispensable para alcanzarla. Así, la pulsión de autoconservación es sin duda de naturaleza erótica, pero justamente ella necesita disponer de la agresión si es que ha de conseguir su propósito. De igual modo, la pulsión de amor dirigida a objetos requiere un complemento de pulsión de apoderamiento si es que ha de tomar su objeto. La dificultad de aislar ambas variedades de pulsión en sus exteriorizaciones es lo que por tanto tiempo nos estorbó el discernirlas. Si usted quiere dar conmigo otro paso le diré que las acciones humanas permiten entrever aún una complicación de otra índole. Rarísima vez la acción es obra de una única moción pulsional, que ya en sí y por sí debe estar compuesta de Eros y destrucción. En general confluyen para posibilitar la acción varios motivos edificados de esa misma manera.

Entonces, cuando los hombres son exhortados a la guerra, puede que en ellos responda afirmativamente a ese llamado toda una serie de motivos, nobles y vulgares, unos de los que se habla en voz alta y otros que se callan. No tenemos ocasión de desnudarlos todos. Por cierto que entre ellos se cuenta el placer de agredir y destruir; innumerables crueldades de la historia y de la vida cotidiana confirman su existencia y su intensidad. El entrelazamiento de esas aspiraciones destructivas con otras, eróticas e ideales, facilita desde luego su satisfacción. Muchas veces, cuando nos enteramos de los hechos crueles de la historia, tenemos la impresión de que los motivos ideales sólo sirvieron de pretexto a las apetencias destructivas; y otras veces, por ejemplo ante las crueldades de la Santa Inquisición, nos parece como si los motivos ideales se hubieran esforzado hacía adelante, hasta la conciencia, aportándoles los destructivos un refuerzo inconciente. Ambas cosas son posibles.

querría demorarme todavía un instante en nuestra pulsión de destrucción, en modo alguno apreciada en toda su significatividad. Pues bien; con algún gasto de especulación hemos arribado a la concepción de que ella trabaja dentro de todo ser vivo y se afana en producir su descomposición, en reconducir la vida al estado de la materia inanimada. Merecería con toda seriedad el nombre de una pulsión de muerte, mientras que las pulsiones eróticas representan los afanes de la vida. La pulsión de muerte deviene pulsión de destrucción cuando es dirigida hacia afuera, hacia los objetos, con ayuda de órganos particulares. El ser vivo preserva su propia vida destruyendo la ajena, por así decir. Empero, una porción de la pulsión de muerte permanece activa en el interior del ser vivo, y hemos intentado deducir toda una serie de fenómenos normales y patológicos de esta interiorización de la pulsión destructiva. Y hasta hemos cometido la herejía de explicar la génesis de nuestra conciencia moral por esa vuelta de la agresión hacia adentro. Como usted habrá de advertir, en modo alguno será inocuo que ese proceso se consume en escala demasiado grande; ello es directamente nocivo, en tanto que la vuelta de esas fuerzas pulsionales hacia la destrucción en el mundo exterior aligera al ser vivo y no puede menos que ejercer un efecto benéfico sobre él. Sirva esto como disculpa biológica de todas las aspiraciones odiosas y peligrosas contra las que combatimos. Es preciso admitir que están más próximas a la naturaleza que nuestra resistencia a ellas, para la cual debemos hallar todavía una explicación.

no ofrece perspectiva ninguna pretender el desarraigo de las inclinaciones agresivas de los hombres
no se trata de eliminar por completo la inclinación de los hombres a agredir; puede intentarse desviarla lo bastante para que no deba encontrar su expresión en la guerra.

Si la aquiescencia a la guerra es un desborde de la pulsíón de destrucción, lo natural será apelar a su contraría, el Eros. Todo cuanto establezca ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto contrario a la guerra. Tales ligazones pueden ser de dos clases. En primer lugar, vínculos como los que se tienen con un objeto de amor, aunque sin metas sexuales. La otra clase de ligazón de sentimiento es la que se produce por identificación. Todo lo que establezca sustantivas relaciones de comunidad entre los hombres provocará esos sentimientos comunes, esas identificaciones. Sobre ellas descansa en buena parte el edificio de la sociedad humana. Una queja de usted sobre el abuso de la autoridad me indica un segundo rumbo para la lucha indirecta contra la inclinación bélica. Es parte de la desigualdad innata y no eliminable entre los seres humanos que se separen en conductores y súbditos. Estos últimos constituyen la inmensa mayoría, necesitan de una autoridad que tome por ellos unas decisiones que las más de las veces acatarán incondicionalmente. En este punto habría que intervenir; debería ponerse mayor cuidado que hasta ahora en la educación de un estamento superior de hombres de pensamiento autónomo, que no puedan ser amedrentados y luchen por la verdad, sobre quienes recaería la conducción de las masas heterónomas. No hace falta demostrar que los abusos de los poderes del Estado y la prohibición de pensar decretada por la Iglesia no favorecen una generación así. Lo ideal sería, desde luego, una comunidad de hombres que hubieran sometido su vida pulsional a la dictadura de la razón. Ninguna otra cosa sería capaz de producir una unión más perfecta y resistente entre los hombres, aun renunciando a las ligazones de sentimiento entre ellos. Pero con muchísima probabilidad es una esperanza utópica.

¿Por qué nos sublevamos tanto contra la guerra, usted y yo y tantos otros? ¿Por qué no la admitimos como una de las tantas penosas calamidades de la vida? Es que ella parece acorde a la naturaleza, bien fundada biológicamente y apenas evitable en la práctica.

La respuesta sería: porque todo hombre tiene derecho a su propia vida, porque la guerra aniquila promisorias vidas humanas, pone al individuo en situaciones indignas, lo compele a matar a otros, cosa que él no quiere, destruye preciosos valores materiales, productos del trabajo humano, y tantas cosas más. También, que la guerra en su forma actual ya no da oportunidad ninguna para cumplir el viejo ideal heroico, y que debido al perfeccionamiento de los medios de destrucción una guerra futura significaría el exterminio de uno de los contendientes o de ambos. Todo eso es cierto y parece tan indiscutible que sólo cabe asombrarse de que las guerras no se hayan desestimado ya por un convenio universal entre los hombres.

Es discutible que la comunidad no deba tener también un derecho sobre la vida del individuo; no es posible condenar todas las clases de guerra por igual; mientras existan reinos y naciones dispuestos a la aniquilación despiadada de otros, estos tienen que estar armados para la guerra

creo que la principal razón por la cual nos sublevamos contra la guerra es que no podemos hacer otra cosa. Somos pacifistas porque nos vemos precisados a serlo por razones orgánicas. Esto no se comprende, claro está, sin explicación. Opino lo siguiente: Desde épocas inmemoriales se desenvuelve en la humanidad el proceso del desarrollo de la cultura. (Sé que otros prefieren llamarla «civilización».). A este proceso debemos lo mejor que hemos llegado a ser y una buena parte de aquello a raíz de lo cual penamos. Sus ocasiones y comienzos son oscuros, su desenlace incierto, algunos de sus caracteres muy visibles. Acaso lleve a la extinción de la especie humana, pues perjudica la función sexual en más de una manera, y ya hoy las razas incultas y los estratos rezagados de la población se multiplican con mayor intensidad que los de elevada cultura. Quizás este proceso sea comparable con la domesticación de ciertas especies animales; es indudable que conlleva alteraciones corporales; pero el desarrollo de la cultura como un proceso orgánico de esa índole no ha pasado a ser todavía una representación familiar. Las alteraciones psíquicas sobrevenidas con el proceso cultural son llamativas e indubitables. Consisten en un progresivo desplazamiento de las metas pulsionales y en una limitación de las mociones pulsionales. Sensaciones placenteras para nuestros ancestros se han vuelto para nosotros indiferentes o aun insoportables; el cambio de nuestros reclamos ideales éticos y estéticos reconoce fundamentos orgánicos. Entre los caracteres psicológicos de la cultura, dos parecen los más importantes: el fortalecimiento del intelecto, que empieza a gobernar a la vida pulsional, y la interiorización de la inclinación a agredir, con todas sus consecuencias ventajosas y peligrosas. Ahora bien, la guerra contradice de la manera más flagrante las actitudes psíquicas que nos impone el proceso cultural, y por eso nos vemos precisados a sublevarnos contra ella, lisa y llanamente no la soportamos más. La nuestra no es una mera repulsa intelectual y afectiva: es en nosotros, los pacifistas, una intolerancia constitucional, una idiosincrasia extrema, por así decir. Y hasta parece que los desmedros estéticos de la guerra no cuentan mucho menos para nuestra repulsa que sus crueldades. ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que los otros también se vuelvan pacifistas? No es posible decirlo, pero acaso no sea una esperanza utópica que el influjo de esos dos factores, el de la actitud cultural y el de la justificada angustia ante los efectos de una guerra futura, haya de poner fin a las guerras en una época no lejana. Por qué caminos o rodeos, eso no podemos colegirlo. Entretanto tenemos derecho a decirnos: todo lo que promueva el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra.

sábado, 2 de febrero de 2013

Continuará, porque esto es sólo el comienzo...

Una noche, de pura casualidad (aunque se diga que la casualidad no existe), me encontré con un programa donde Gabriel Rolón (http://es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_Rol%C3%B3n) estaba invitado.
La cosa es que de repente, frente a algo que le preguntaron él contestó “…no, no es cierto. No basta con desear algo para que ese algo se dé”. Entonces le dicen “…pero acá estuvo Maravilla Martínez y dijo que él siempre había visualizado que iba a ser campeón…”, a lo que Rolón le contestó “¿cuántos Maravilla Martínez tenés? Cargar a alguien con esto de “desealo que lo vas a conseguir”, es tirarle por la cabeza la responsabilidad de no haberlo conseguido; es refregarle la responsabilidad de su propia frustración, desconociendo que existen factores que uno mismo no puede cambiar”.
Cuando lo escuché me hizo acordar que, hace ya un tiempo, en mi terapia planteé aquello mismo. No creo que alcance con desear, decretar, ni algo por el estilo. Sí creo que es necesario tener un punto de vista “positivo” para poder conseguir mejores resultados, pero definitivamente NO CREO QUE ALCANCE.
Hace ya algún tiempo, cayó en mis manos el DVD de “El secreto”  (http://es.wikipedia.org/wiki/El_secreto_(pel%C3%ADcula_de_2006)), basada en “La ley de atracción”. Al verla, coincidí con mucho de lo que ahí se planteaba, aunque en general, me quedó la sensación de estar viendo un programa de “Llame ya”. La parte que menos me gustó, fue una en la que aparecía el testimonio de un escritor que contaba que él había visualizado su primer cheque de un millón de dólares. Y que un tiempo después, su cheque llegó por algo así como novecientos noventa y ocho mil dólares. Cuando lo vi, no me gustó. Hoy, todavía, no me gusta.
La verdad es que la teoría de “todo nos pasa porque lo atraemos” no me cierra. Y el ejemplo más horrible que se me ocurre es ¿cómo puede atraer alguien la muerte de un ser querido? No jodamos, la verdad, hay cosas que me hacen agua.
Y como no consigo que me cierren, hoy me puse a buscar y releer. Ahí empecé a leer “La ley de atracción”, que me llevó a buscar y empezar a leer el Kybalión.
Por ahora me estoy dedicando a entender el Kybalion (http://es.wikipedia.org/wiki/Kybalion) y luego iré por La ley de atracción (http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_la_atracci%C3%B3n). Ya veré hasta donde llego, porque la lectura del primero resulta bastante árida.
Acá dejo el link al video de la entrvista que mencioné al principio. Es para prestar atención: (primera parte) http://www.youtube.com/watch?v=cUtnHVgj7DI
(segunda parte) http://www.youtube.com/watch?v=ceNmRz9Aq3Y

viernes, 25 de enero de 2013

Abrázame - Kathleen Keating - 1986 - Editorial Vergara.

Se terminaban los años ochenta y yo trabajaba en una empresa en Piñeyro (http://www.mda.gob.ar/index.php?s=58), Avellaneda.
Un día nos dejaron las tapas de un libro. Pequeño gran libro.

Acá unos recortes:























 

sábado, 5 de enero de 2013

Mis recortes de: Las voces del desierto de Marlo Morgan

Mucho tiempo después comprendería que aquella liberación del apego a los objetos y a ciertas creencias era un paso imprescindible en mi desarrollo humano hacia el ser.

Había recorrido una corta distancia cuando noté un dolor punzante en los pies. Miré hacia abajo y vi que me asomaban unas espinas. Me las arranqué, pero cada vez que daba un paso me clavaba más… Outa se detuvo para esperarme, y la expresión de su rostro parecía más comprensiva cuando dijo: «Olvídate del dolor. Sácate las espinas cuando acampemos. Aprende a resistir. Fija la atención en otra cosa. Después nos ocuparemos de tus pies. Ahora no puedes hacer nada».

Elige con prudencia, porque lo que pides podría ser muy bien lo que recibas.

Una cosa era segura: ¡jamás llegaría a estar tan hambrienta como para comerme un gusano! Pero en aquel mismo momento estaba aprendiendo una lección; nunca digas «jamás». Desde entonces he intentado borrar esa palabra de mi vocabulario. He aprendido que prefiero ciertas cosas y que otras las evito, pero la palabra «jamás» no deja espacio para las situaciones inesperadas, y «jamás» indica un lapso de tiempo demasiado largo

La tribu no llevaba provisiones. No plantaba semillas y no participaba en ninguna cosecha. Caminaba por el ardiente Outback australiano, sabiendo que recibiría diariamente las generosas bendiciones del universo. El universo no le decepcionaba nunca

Era importante que no usáramos nunca una planta en su totalidad; siempre se dejaba la raíz para que crecieran nuevos brotes. Los de la tribu tenían un extraordinario sentido de lo que ellos llamaban la canción o los sonidos no expresados de la tierra. Ellos perciben la información que les envía su entorno, realizan una tarea única de decodificación y luego actúan conscientemente, casi como si hubieran desarrollado un diminuto receptor celestial a través del cual llegaran los mensajes del universo.

Durante toda mi vida me habían estado hablando de seguridad en el trabajo, de la necesidad de construirse un parapeto para protegerse de la inflación comprando bienes raíces y ahorrando para la jubilación. En el desierto la única seguridad era el ciclo infalible de amanecer y ocaso

Los Auténticos no creen que la voz estuviera destinada al habla. Para hablar se utiliza el núcleo corazón-cabeza. Cuando se usa la voz para hablar, uno tiende a enredarse en pequeñas conversaciones innecesarias y menos espirituales. La voz está hecha para cantar, para loar y para sanar

Tenía que aprender a perdonarme a mí misma y aprender del pasado, en lugar de juzgarme. Ellos me demostraron que lo fundamental era aceptarme, ser sincera y quererme a mí misma para obrar de igual manera con los demás.

Pregunté a varios miembros del grupo cómo podían permanecer eternamente inmóviles, dejando que los insectos les cubrieran el cuerpo. Ellos se limitaron a sonreír. Luego me dijeron que el jefe Cisne Negro Real quería hablar conmigo.
-¿Comprendes cuánto tiempo implica un «para siempre»? -me preguntó-. Es mucho, mucho tiempo. Sabemos que en tu sociedad lleváis el tiempo en la muñeca y hacéis las cosas según un horario, así que yo pregunto, ¿comprendes cuánto tiempo implica un «para siempre»?
-Sí -le respondí-. Comprendo qué significa «para siempre».
-Bien -continuó él-. Entonces podemos decirte algo más. Todo en la Unidad tiene un propósito. No hay monstruos, inadaptados ni accidentes. Sólo hay cosas que los seres humanos no comprenden. Tú crees que las moscas son malas, son un infierno, así que para ti lo son, pero sólo porque te faltan entendimiento y sabiduría. Lo cierto es que son criaturas necesarias y beneficiosas. Se meten en nuestras orejas y nos limpian la cera y la arena que tenemos después de dormir cada noche. ¿Te das cuenta de que nuestro oído es perfecto? Sí, se meten por nuestra nariz y también nos la limpian. -Señaló mi nariz y dijo-: Tú tienes unos agujeros muy pequeños, no tienes la nariz de un gran koala como nosotros. Los días venideros van a ser mucho más calurosos y tú vas a sufrir si no tienes la nariz limpia. Con un calor extremo no se debe abrir la boca al aire libre. De todas las personas que necesitan una nariz limpia, tú eres la más necesitada. Las moscas se nos acercan y se pegan a nuestro cuerpo y nos quitan todo lo que se elimina. -Extendió un brazo y prosiguió-: Mira lo suave y lisa que es nuestra piel, y fíjate en la tuya. Nunca habíamos conocido a una persona que cambiara de color sólo por caminar. Llegaste a nosotros de un color, luego te pusiste roja, y ahora se te está pelando la piel. Cada día que pasa te vuelves más pequeña.
Nunca habíamos visto a nadie que se dejara la piel en la arena como una serpiente. Necesitas que las moscas te limpien la piel, y algún día iremos al lugar en que las moscas han depositado sus larvas y se nos volverá a proporcionar el alimento. -Exhaló un profundo suspiro. Me miró con fijeza, y dijo-: Los seres humanos no pueden existir si eliminan todo lo que es desagradable en lugar de comprenderlo. Cuando llegan las moscas, nos rendimos a ellas. Tal vez tú estés preparada ya para hacer lo mismo.
La siguiente ocasión en que oí el zumbido de las moscas a lo lejos, desaté la cinta para la cabeza que llevaba sujeta a la cintura y la estudié, pero resolví hacer lo que mis compañeros sugerían. Así que cuando llegaron las moscas, me fui. Me fui a Nueva York con la imaginación, a un balneario superconfortable. Con los ojos cerrados sentía que alguien me limpiaba las orejas y la nariz. Me imaginé el diploma de aquel experto colgado de la pared sobre mi cabeza. Sentí cientos de diminutas bolas de algodón limpiando todo mi cuerpo. Por fin las criaturas se fueron y yo volví al Outback. Era verdad, la rendición es sin duda la respuesta correcta en ciertas circunstancias.

No comprendemos vuestras costumbres, no estamos de acuerdo con ellas ni las aceptamos, pero no las juzgamos tampoco. Honramos vuestra posición en el mundo. Estáis donde se supone que debéis estar, dadas vuestras alternativas pasadas y vuestra libre voluntad actual para tomar decisiones. Este lugar nos sirve a nosotros para el mismo propósito que cualquier otro lugar sagrado. Es un momento para detenerse a reflexionar, a confirmar nuestra relación con la Divina Unidad y con toda la vida. No queda nada ahí, ¿sabes?, ni siquiera los huesos. Pero mi nación respeta a tu nación. Bendecimos el lugar, lo liberamos y nos volvemos mejores porque hemos pasado por aquí.

Empezaba a comprender: automáticamente le damos algo a cada persona que conocemos, pero elegimos lo que queremos dar. Nuestras palabras, nuestros actos, deben crear el escenario para la vida que deseamos llevar.

Cuando les hablé de las fiestas de cumpleaños, me escucharon atentamente. Hablé del pastel, de las canciones, de los regalos, y de la nueva vela que se incorpora cada año.
-¿Para qué lo hacéis? -me preguntaron-. Para nosotros una celebración significa algo especial. Pero no hay nada especial en hacerse viejo. No exige ningún esfuerzo. Ocurre, simplemente.
-Si no celebráis que os hacéis mayores -dije yo-, ¿qué celebráis?
-Que nos volvemos mejores -fue la respuesta-. Lo celebramos si este año somos personas mejores y más sabias que el año pasado. Sólo uno mismo puede saberlo, así que eres tú quien debe decirle a los demás cuándo ha llegado el momento de celebrar la fiesta.
«Vaya, vaya -pensé-, eso es algo que debo recordar.»

El Anciano me advirtió que ellos están seguros de que las nuevas vidas que llegan al mundo deben hacerlo por decisión propia, con el propósito de amarlas y darles la bienvenida. Una nueva vida para la tribu de los Auténticos ha sido siempre, desde el principio de los tiempos, un acto creativo consciente. El nacimiento de un niño significa que han proporcionado un cuerpo terrenal a un alma compañera. Al contrario que nuestra sociedad, ellos no esperan siempre que los cuerpos aparezcan sin defectos. Es la joya invisible que se lleva en el interior la que carece de defectos y da, al tiempo que recibe, ayuda en el proyecto común de las almas para refinarse y mejorar.
Yo tuve la impresión de que si ellos rezaran a nuestro modo, no sería para pedir por el niño abortado sino por el niño no deseado. Todas las almas que deciden experimentar la existencia humana serán honradas, si no a través de un padre y unas circunstancias determinadas, a través de otro, en otro tiempo. El Anciano me comentó que el promiscuo comportamiento sexual de ciertas tribus, sin tomar en consideración el nacimiento resultante, era tal vez el mayor retroceso que había dado la humanidad. Ellos creen que el espíritu entra en el feto cuando anuncia su presencia al mundo mediante el movimiento. Para ellos un niño que nace muerto es un cuerpo que no albergaba ningún espíritu.

Mujer que Cura me preguntó: -¿Comprendes cuánto tiempo implica «para siempre»?
-Sí -repliqué-. Lo comprendo.
-¿Estás segura?
-Sí, estoy segura.
-Entonces podemos decirte algo más. Todos los humanos son espíritus que sólo están de paso en este mundo. Todos los espíritus son seres que existen para siempre. Todos los encuentros con otras personas son experiencias y todas las experiencias son relaciones para siempre. Los Auténticos cierran el círculo de cada experiencia. No dejamos cabos sueltos como los Mutantes. Si te alejas con malos sentimientos en el corazón hacia otra persona y ese círculo no se cierra, se repetirá más adelante. No lo sufrirás una sola vez sino una y otra hasta que aprendas. Es bueno observar, aprender y almacenar la experiencia para ser más sabios. Es bueno dar las gracias, dejarlo bendecido, como vosotros decís, y alejarse luego en paz.

Ellos creen que sólo las emociones tienen una verdadera importancia; se quedan grabadas en cada célula del cuerpo, en el núcleo de personalidad, en la mente y en el ser eterno. Así como ciertas religiones hablan de la necesidad de alimentar al hambriento y dar agua al sediento, aquella tribu decía que el alimento y el líquido que se dan y la persona que los recibe no son esenciales. Lo que cuenta es el sentimiento que se experimenta cuando se entrega uno con sinceridad y afecto. Dar agua a una planta o a un animal moribundos, o dar ánimos a una persona, proporciona tanta sabiduría sobre la vida y nuestro Creador como dar de beber a una persona sedienta. Cada uno de nosotros abandona este plano de la existencia con una tarjeta de puntuación, por así decirlo, en la que se refleja momento a momento el modo en que se han dirigido las propias emociones. Son los sentimientos invisibles e incorpóreos que llenan nuestra parte eterna los que marcan la diferencia entre los buenos y los menos buenos. La acción es tan sólo un canal mediante el que se permite expresar y experimentar el sentimiento, la intención.

En mis largas conversaciones con Hombre Medicina y Mujer que Cura, descubrí una nueva e increíble perspectiva sobre la salud y la enfermedad. «Curar no tiene absolutamente nada que ver con el tiempo -me dijeron-. Tanto la salud como la enfermedad se producen en un instante.» Según yo interpretaba estas palabras, el cuerpo es un conjunto, bueno y saludable a nivel celular, pero de repente se produce el primer desarreglo o anomalía en una parte de una célula. Pueden pasar meses o años antes de que se identifiquen los síntomas o se establezca el diagnóstico. Y la curación es el proceso inverso. Uno está enfermo y su salud va decayendo; según la sociedad en la que viva, recibirá un tipo u otro de tratamiento. En un momento el cuerpo detiene su declive e inicia la primera etapa de su recuperación. La tribu de los Auténticos cree que no somos víctimas al azar de una mala salud, sino que nuestro cuerpo es el único medio que tiene nuestro nivel superior de conciencia para comunicarse con nuestra conciencia personal. Con su declive, el cuerpo nos da la oportunidad de mirar en derredor y analizar las heridas que son realmente importantes y que hemos de reparar: las relaciones en crisis, las brechas abiertas en nuestro sistema de valores, los tumores amurallados del miedo, la fe erosionada en nuestro Creador, las emociones insensibilizadas que impiden el perdón, y tantas otras cosas.

Ante mí tenía el ejemplo de los seres humanos más antiguos de la Tierra, que usaban técnicas transmitidas de generación en generación y que me habían demostrado su valor. Sin embargo, nosotros, la llamada sociedad civilizada, no queremos utilizar la transmisión de pensamientos positivos porque tememos que sea tan sólo una moda, y convenimos prudentemente en que sería mejor esperar un tiempo y ver cómo funciona bajo ciertas condiciones.

Me contaron que el halcón pardo que nos seguía recordaba a la gente que algunas veces sólo creemos en lo que tenemos delante de las narices. Pero si nos elevamos para volar más alto, obtendremos una visión mucho más amplia. Me dijeron que los Mutantes que mueren en el desierto porque no ven agua y se enfurecen y se desalientan, en realidad se mueren de emoción.

Los humanos parecen estar demasiado ocupados en existir como para ocuparse de su auténtico ser.

Me hablaron del canguro, la silenciosa criatura, habitualmente apacible, que crece de los sesenta centímetros a los dos metros de altura y cuya piel tiene los colores de la tierra, desde el pálido gris plata hasta el rojo cobrizo. Ellos creen que los Mutantes le conceden demasiada importancia al color de la piel y la forma de los cuerpos. La principal lección que nos da el canguro es que él no retrocede jamás. No le es posible hacerlo; tiene que ir siempre hacia delante, aun cuando esté trazando círculos. Su larga cola es como el tronco de un árbol y equilibra su peso. Muchas personas eligen al canguro como tótem porque sienten una verdadera afinidad con él y reconocen la necesidad de mantener una personalidad equilibrada. A mí me gustó la idea de hacer un repaso de mi vida y considerar que, aun cuando diera la impresión de que había cometido un error o había elegido mal, en cierto nivel de mi existencia, era lo mejor que podía hacer en ese momento y que, a la larga, resultaría ser un paso hacia delante. El canguro controla también su reproducción y deja de multiplicarse cuando las condiciones de su medio ambiente son adversas.

La sinuosa serpiente es una herramienta de aprendizaje cuando observamos la frecuencia con que cambia de piel. Poca cosa se ha hecho en la vida si lo que crees a los siete años sigue siendo lo que sientes a los treinta y siete. Es necesario desprenderse de viejas ideas, costumbres, opiniones y, a veces, incluso de viejos compañeros. La serpiente no es menor ni mayor por despojarse de la antigua piel; sencillamente esta mutación es necesaria. No pueden recibirse cosas nuevas si no hay espacio para ellas. Alguien parece y se siente más joven cuando se despoja de su antiguo bagaje, aunque no lo es, por supuesto. Los Auténticos se rieron de mi idea porque a esta tribu le parece absurdo contar los años de edad. La serpiente domina el arte del encanto y del poder. Ambos son buenos, pero pueden ser destructivos cuando se vuelven irresistibles. Hay muchas serpientes venenosas cuyo veneno puede usarse para matar a seres humanos. Cumple bien ese fin pero, como tantas otras cosas, tiene también un propósito significativo, como es el de ayudar a la persona que cae en un hormiguero o a la que han picado avispas o abejas. Los Auténticos respetan la necesidad de intimidad de la serpiente, del mismo modo que ellos precisan de un tiempo en soledad.

Los Auténticos, como muchas tribus de indígenas americanos, creen que es muy importante que uno observe a los demás miembros del grupo cuando están sentados en círculo, sobre todo a la persona que se sienta justo delante tuyo, porque esa persona es tu reflejo espiritual. Las cosas que admiras en ese individuo son cualidades propias a las que deseas darles preeminencia. Los actos, la apariencia y el comportamiento que no te gustan son las cosas de ti mismo sobre las que necesitas trabajar. No se puede reconocer en los demás lo que uno considera bueno o malo, a menos que uno mismo tenga las mismas debilidades y cualidades en algún nivel de su personalidad. Tan sólo difieren en el grado de autodisciplina y la fuerza de su carácter. Ellos creen que las personas sólo pueden cambiar de verdad por una decisión propia, y que todo el mundo tiene la capacidad de cambiar cuanto quiera de su propia personalidad. No hay límite para lo que uno puede eliminar o adquirir. También creen que la única influencia real que se puede ejercer sobre otra persona parte de tu propia vida, del modo en que actúas y de lo que haces. Debido a esta forma de pensar, los miembros de la tribu tienen el compromiso permanente de ser mejores personas.

Los músicos abandonaron palos, ramas y rocas, pero la alegría de la composición creativa y el talento persistió como confirmación de la valía y amor propio de cada uno. Un músico lleva la música en su interior. No necesita un instrumento específico. Es la música. Yo tuve la impresión aquel día de que había aprendido también que somos los creadores de nuestra propia vida; podemos enriquecerla, entregarnos a nosotros mismos y ser tan creativos y felices como queramos serlo.

Existe una importante relación entre el reconocimiento de la propia valía y la celebración de otorgarse personalmente un nuevo nombre.

Todos soñamos, me dijo. A nadie le preocupa recordar sus sueños ni aprender de ellos, pero todos soñamos. «Los sueños son la sombra de la realidad», explicó. Todo lo que existe, lo que ocurre aquí, se encuentra también en el mundo de los sueños. Todas las respuestas están allí.

Llegué así a comprender que habría ciertas tormentas en mi vida, que dejaría de lado personas y cosas en las que había invertido mucho tiempo y energía, pero entonces sabría lo que era sentirse un ser equilibrado y tranquilo y podría evocar esa emoción en cualquier momento en que la necesitara o deseara. Aprendí que podía vivir más de una vida y que había tenido ya la experiencia de una puerta que se cerraba. Aprendí que había llegado un momento en que ya no podía seguir con las mismas personas, lugares, valores y creencias que antes tenía. Para que mi alma madurara, había cerrado suavemente una puerta y entrado en un lugar nuevo, en una vida nueva que equivalía a un escalón espiritual más alto. Y lo que era más importante, no tenía que hacer nada con la información. Si sencillamente me limitaba a llevar a la práctica los principios que yo consideraba verdaderos, llegaría a influir en las vidas de quienes estuviera destinada a influir. Las puertas se abrirían. Después de todo, no era mi mensaje; yo sólo era la mensajera.

Yo me acerqué al rompecabezas y coloqué mi pieza. Después me acerqué de nuevo, pero no distinguí cuál era la mía, así que volví y me senté. Outa me leyó el pensamiento y dijo: «No pasa nada. Sólo parece que los trozos de hoja están separados, igual que las personas parecen separadas, pero todos somos uno. Por eso es el juego de la creación».
Outa tradujo también las palabras de los demás: «Ser uno no significa que todos seamos el mismo. Cada ser es único. No hay dos que ocupen el mismo lugar. De igual manera que la hoja necesita de todos los trozos para completarse, cada espíritu tiene su lugar especial. Las personas intentan a veces cambiar de lugar, pero al final cada cual regresa al que le corresponde. Algunos de nosotros buscamos un camino recto, mientras que a otros les gusta la monotonía de trazar círculos
Tú lo has acabado y eso confirma tu derecho a este viaje -continuó Outa-. Nosotros recorremos un camino recto en la Unidad. Los Mutantes tienen muchas creencias; ellos dicen que vuestras costumbres no son las mías, que vuestro salvador no es mi salvador, que vuestra eternidad no es la mía. Pero la verdad es que toda la vida es una. Sólo hay un juego. Sólo hay una raza y muchos tonos diferentes. Los Mutantes discuten sobre el nombre de Dios, sobre qué edificio, qué día, qué ritual. ¿Vino El a la Tierra? ¿Qué significan sus historias? La verdad es la verdad. Si hieres a alguien, te hieres a ti mismo. Si ayudas a alguien, te ayudas a ti mismo. La sangre y los huesos los encuentras en todos los hombres. En lo que difieren es en el corazón y la intención. Los Mutantes piensan sólo en los cien años inmediatos, en sí mismos, separados unos de otros. Los Auténticos pensamos en la eternidad. Todo es uno, nuestros antepasados, nuestros nietos no nacidos, la vida toda en todas partes.»

«¿Por qué los Mutantes no comprenden que si mi canción hace feliz a una persona es un buen trabajo? Ayudas a una persona, buen trabajo. Además, sólo se puede ayudar a una cada vez.»

Según esta tribu, la vida y la vivencia se mueven, avanzan y cambian. Me hablaron del tiempo en que se vive y del tiempo en que no se vive. La gente no vive cuando está furiosa o deprimida, cuando se compadece de sí misma o está llena de temor. Respirar no es un factor determinante de la vida. Simplemente sirve para indicar a los demás qué cuerpo está listo para el funeral y cuál no. No todas las personas que respiran están vivas. Está muy bien poner a prueba las emociones negativas y comprobar qué se siente, pero desde luego no es prudente ahondar en ellas. Cuando el alma se halla en forma humana, la persona juega a ver qué se siente siendo feliz o desgraciado, celoso o agradecido, o cualquier otro sentimiento. Pero se supone que ha de aprender de esa experiencia y, en último término, descubrir qué le produce placer y qué le produce dolor.

Me ofrecí a mostrarles uno de nuestros juegos y sugerí que nos colocáramos lodos en línea y que corriéramos lo más deprisa posible. El más rápido sería el ganador. Ellos me miraron atentamente con sus hermosos y grandes ojos, y luego se miraron entre sí. Por fin alguien dijo: «Pero si gana una persona, todos los demás tendrán que perder. ¿Eso es divertido? Los juegos son para divertirse. ¿Para qué someter a una persona a semejante experiencia y tratar de convencerla luego de que en realidad ha ganado? Esa costumbre es difícil de entender. ¿Funciona con tu gente?». Yo me limité a sonreír y a negar con la cabeza.

La gente busca información, pero no parece darse cuenta de que también la sabiduría necesita expresarse

Cisne Negro Real me contó que en este mundo de personalidades hay siempre una dualidad. Yo lo había interpretado como el bien frente al mal, esclavitud frente a libertad, resignación frente a inconformismo. Pero no era ése el caso. No es blanco o negro; siempre son tonos grises. Y lo que es más importante, todo el gris se mueve progresivamente de vuelta hacia el creador.

Conocí entonces lo que ellos consideran un regalo. Según mis compañeros de la tribu, un regalo sólo es un regalo cuando le das a una persona lo que ella desea, y deja de serlo cuando das lo que tú deseas que tenga. Un regalo no obliga a nada. Se da sin condiciones. Las personas que lo reciben tienen derecho a hacer con él lo que quieran: usarlo, destruirlo, regalarlo, lo que sea. Es suyo, sin condiciones, y el que lo da no espera nada a cambio. Si no se corresponde con estos criterios, no es un regalo y debería clasificarse de alguna otra manera.

Me explicaron que la diferencia entre las plegarias de los Mutantes y la forma de comunicación de los Auténticos es que la plegaria consiste en hablarle al mundo espiritual, mientras que ellos hacen justamente lo contrario. Ellos escuchan. Borran la mente de pensamientos y esperan recibir. El razonamiento que siguen parece ser el siguiente: «No se puede oír la voz de la Unidad cuando se está hablando»

Según sus creencias, el paso del tiempo cumple el propósito de permitir a las personas que se vuelvan mejores, que expresen más y mejor su propio ser. Así pues, si eres mejor persona este año que el anterior, y sólo tú lo sabes con seguridad, debes ser tú quien convoque la fiesta. Cuando tú dices que estás preparado, todos lo aceptan.

La tormenta había despertado mi conciencia de la magnitud de la vida y mi pasión por ella. Aquel roce con la muerte había desarmado mi creencia en que la alegría o la desesperación eran fruto de cosas externas. Literalmente nos habían despojado de todo cuanto llevábamos excepto de los trapos con que nos cubríamos el cuerpo. Los pequeños regalos recibidos, que me hubiera llevado a Estados Unidos y legado a mis nietos, habían sido destruidos. Tenía ante mí una elección: reaccionar con lamentaciones o con resignación. ¿Era un intercambio justo, mis únicas posesiones materiales a cambio de una lección inmediata sobre el desapego? Me dijeron que probablemente me hubieran permitido conservar los recuerdos barridos por el agua pero que, por la energía de la Divina Unidad, al parecer seguía otorgándoles demasiada importancia. ¿Había aprendido por fin a valorar la experiencia y no el objeto?

Antes de dormirme esa noche, sin la comodidad de una piel de dingo, me vino a la mente la conocida plegaria de la serenidad: «Que Dios me conceda serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que sí puedo, y la sabiduría para apreciar la diferencia».

«No debería existir sufrimiento para criatura alguna excepto el que ella acepte por sí misma.» Era una idea a considerar. Mujer Espíritu me explicó que cada alma individual en el más alto nivel de nuestra existencia puede elegir, y en ocasiones lo hace, un cuerpo imperfecto para nacer; a menudo llegan para enseñar e influir en las vidas con las que entra en contacto.

Hemos enseñado mucho a la Mutante y hemos aprendido de ella. Parece ser que los Mutantes tienen algo en su vida llamado salsa. Conocen la verdad, pero la entierran bajo el espesor y las especias de la conveniencia, el materialismo, la inseguridad y el miedo. También tienen algo en sus vidas que llaman glaseado. Al parecer representa el modo en que malgastan casi toda su existencia en proyectos superficiales, artificiales, temporales, de agradable sabor y atractiva apariencia, pero dedican muy pocos segundos a desarrollar su ser eterno.

«Nada podríamos darte que tú no tuvieras ya, pero creemos que, aunque no pudiéramos darte nada, tú has aprendido a aceptar, a recibir y a tomar de nosotros. Ese es nuestro regalo

Ahora sé que todos tenemos dos vidas: la que nos sirve para aprender y la que vivimos según ese aprendizaje.

La tribu no critica nuestros modernos inventos. Ellos honran el hecho de que la existencia humana sea una experiencia de expresividad, creatividad y aventura. Pero creen que, en su búsqueda de conocimientos, los Mutantes no deben olvidar la frase: «Si es por el bien supremo de la vida en todas partes»

miércoles, 2 de enero de 2013

Extrañando...

Y... extraño.
Como todos extraño.
Las ausencias generan, o al menos a mí me generan, este sentimiento.
Y como para que hablemos de lo mismo, la RAE (Real Academia Española www.rae.es) dice:
extrañar. (Del lat. extraneāre).
1. tr. Desterrar a país extranjero. U. t. c. prnl.
2. tr. Ver u oír con admiración o extrañeza algo. U. m. c. prnl.
3. tr. Sentir la novedad de algo que usamos, echando de menos lo que nos es habitual. No he dormido bien porque extrañaba la cama.
4. tr. Echar de menos a alguien o algo, sentir su falta. Lloraba el niño extrañando a sus padres.
5. tr. Afear, reprender.
6. tr. p. us. Apartar, privar a alguien del trato y comunicación que se tenía con él. U. t. c. prnl.
7. tr. ant. Rehuir, esquivar.
8. prnl. Rehusarse, negarse a hacer una cosa.
Ahora sí, sigo.
Y la cosa es que siento lo que, y como lo siento.
El 24/12/2012, al ponerme a hacer la ensalada de fruta, volví a extrañar a mi abuela. Fue raro porque hacía tiempo que no me pasaba, pero así fue. Para las fiestas, en mi familia de origen, la que hacía la ensalada de fruta era mi abu. Se sentaba en la galería, ponía papel de diario y empezaba a pelar las frutas, incluso las que parecen imposibles de ser peladas, como la ciruela. No se le resistía ninguna fruta, ni siquiera el ananá. Y la que a ella más le gustaba era el damasco. Después las cortaba todas pequeñitamente parejas. Parte de aquello quedaba como sólo fruta, algo llevaba moscato y, a veces, algo más llevaba crema.
Y la extrañé. Nada por hacer, sólo aceptar que las ausencias tienen estas cosas, aceptar que la vida está hecha de presencias y no presencias, agradecer que la tuve y la disfruté y seguir...
Pero además extraño otras cuestiones, por ejemplo:
A veces en pleno invierno extraño la estación del año que más me gusta: el verano. O, también, en pleno verano extraño taparme hasta la frente con la frazada...
O sea que al momento de extrañar, puede ser alguien o algo. Desde hace algún tiempo, un algo que extraño es tener un motivo más. Claro que el motivo principal siempre es "por mí", ocurre que desde hace un tiempo el único motivo que puedo enunciar es siempre el mismo: por mí.
La cuestión con esto es que frente a la pregunta "¿para qué hacer o no hacer algo?", la respuesta " por mí" va perdiendo sustento. Y el razonamiento que le sigue a la pregunta anterior es ¿para qué complicarme si así, PARA MÍ, alcanza? Y es como entrar en un remolino.
Como todo, es muy subjetivo. Para mucha gente, planteo una situación ridícula. Para otra... no sé.
Lo cierto es que cada uno lo vive a su modo. Este es el mío.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Para no perder el hábito...

La cultura, en su culturoso afán de brindarnos lo que supone es mejor para nosotros, nos culturiza. Es decir, nos reemplaza los básicos instintos animales por animaladas alejadas de cualquier instinto básico.
Nuestra "enculturación" comienza, como muy tarde, a partir del mismo momento del nacimiento, ese instante en que nos encajan un chupete para que nos desestresemos; aunque quizá sólo se trate de que nos dejemos de berrear. En algunos casos la culturización podría comenzar antes, al ponerle música sobre la panza, o al hablarle... Como sea, la cultura intenta hacer de nosotros, simples mortales, unos complejos mortales. Y para que aprendamos a vivir complejizados, la culturización formará a algunos como psicólogos, a otros como psiquiatras y a otros como bioquímicos para que nos den los antiácidos y el clonazepán. Y de todos renegamos.
Sobre este proceso ya cantó Joan Manuel Serrat, en su hermosísima canción "Esos locos bajitos". Entonces muy claramente dice "sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar", siendo poco inocente la elección del término domesticar. Después agregará "Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca" lo que no hace más que denotar algunos de los adoctrinamientos cotidianos, necesarios en el proceso de culturización.
Está claro que vivir desculturizado es imposible: 1) porque en el comienzo de la vida no es una elección posible, ya que no tenemos la capacidad ni el modo; 2) todo es parte de la cultura. En todo caso, podrán deshacerse algunos mandatos culturales, aunque no todos. Y resulta imposible vivir desculturizados ya que toda forma de agrupación de cualquier especie, posee su propia cultura. Puede gustar más o menos, pero todo forma parte de la cultura.
El término cultura tiene distintas acepciones y será usado tanto como plusvalía o como un culturoso desprecio.
Como objeto, tiene la misma propiedad que la lengua: está viva, y en consecuencia en permanente evolución (aunque si nos conviene, diremos que involuciona). Así las cosas, mantiene con los usos y costumbres una simbiótica relación de "ida y venida". Se retroalinentan.
Según la Real Academia Española, la definición es.:
Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.
Lo que no está dicho es que también cumple la función de adjetivo. Entonces tenemos "música culta", "gente culta", "publicación culta"... Habrá que ver si esa adjetivación cumple la función de sumar o restar.
La cultura, como todo lo que cambia, genera alguna resistencia, que con el paso del tiempo desaparece.
La cultura impone tanto haceres como no haceres, decires como no decires... Avala o desprecia acciones...
Pero la cultura no es en sí misma, la cultura será según la fuerza y la llegada de quien sea el vehículo. Y se mantendrá mientras resulte funcional.

martes, 6 de noviembre de 2012

No esperar nada de nadie...

No es fácil llegar a conseguir NO ESPERAR NADA DE NADIE.
Dicho así, podría sonar a autosuficiencia, pero ni de cerca es eso. Llegar a no esperar, es todo un recorrido y quizá me haya allanado algo de camino el hecho de no ser celoso ni posesivo. De todos modos se trata de una DECISIÓN y, por ende, me toca asumir los riesgos y responsabilidades por lo que "parece" más no por lo que ES.
No esperar nada de nadie, es liberador. No existe lugar para la frustración, ya que todo lo que llegue SIEMPRE sumará. Para sumar o para restar, pero siempre SUMARÁ. Además resulta tranquilizador porque cualquier decisión del otro, resulta del ejercicio pleno de sus capacidades y absolutamente despojada de mis presiones.
No esperar nada de nadie es el mayor ejercicio de libertad posible: lo que yo haga no te obliga a nada, de manera que todo lo que yo haga se basa en mi única y propia elección.
Tampoco se trata de someterse a decisiones ajenas. Así como mis haceres generan reacciones, lo mismo es a la inversa. No esperar no significa someterse, significa actuar en absoluta libertad. Como expresé más arriba, siempre suma, aunque sea para restar.
Alguna vez alguien me decía algo como "no te importa nada", y nada menos cierto. Dejar que cada quien elija, no reprochar, no sentir como un insulto personal los NOES, elegir no malinterpretar dichos y / o actitudes es liberarme de la carga que implica "interpretar", y reemplazarlo por la simpleza de entender que "ca' uno e' ca' uno e' ca' cual e' ca' cual". En libertad cada quien decide por sí mismo: he ahí el mayor acto de respeto por la individualidad.
Y como dije antes: no esperar algo en particular, implica que, en parte, mis acciones en respuesta a decisiones ajenas, no están teñidas por algo más que una tranquila elaboración.
Claro que soy persona y que algo puede salirse de rumbo.
Por otro lado, está claro que cualquier vínculo se inicia con una cuota más que importante de CONFIANZA. Partiendo de este punto, para mí, la cosa es ¿no es contradictorio CONFIAR, CONDICIONANDO las acciones ajenas? Porque CONFIAR implica dejar al otro hacer en su mayor libertad, sin agregarle presiones, aceptando que NO PODEMOS ni DEBEMOS QUERER controlar las acciones ajenas. Porque ¿qué dice de mí el querer controlar a alguien?
También es cierto que, parecería, que para alguna gente resulta agobiante RESPONSABILIZARSE de su libertad, entonces reclama que se lo esclavice. Quizá sea una cuestión de inseguridad, quizá sea una cuestión de manipulación o una cuestión de cargar sobre otro(s) la responsabilidad de la vida propia. Como sea, si apenas puedo con la propia ¿cómo cargar con la ajena?
Da la impresión que no interferir en la libertad ajena se asocia al abandono. Abandonar es despreocuparse; dejarte en libertad es acompañarte a crecer. Terrible diferencia.
Llegar a no esperar nada de nadie siempre es un camino. El punto de partida puede ser el despecho, la desilución, la amargura; o una decisión basada en el respeto. Ahí está la elección de cada uno.

viernes, 19 de octubre de 2012

Muchas vidas, muchos maestros. Mis recortes.

Muchas vidas, muchos maestros es un libro del psiquiatra Brian Weiss, donde cuenta su primer experiencia con la terapia de regresión de vidas pasadas.
EXCELENTE LIBRO.
Acá la biografía: http://es.wikipedia.org/wiki/Brian_Weiss

 
Sé que hay un motivo para todo. Tal vez en el momento en que se produce un hecho no contamos con la penetración psicológica ni la previsión necesarias para comprender las razones, pero con tiempo y paciencia saldrán a la luz.

En la mente humana hay demasiadas cosas que están más allá de nuestra comprensión.

 
Carl Jung denominó «inconsciente colectivo»: la fuente de energía que nos rodea y contiene los recuerdos de toda la raza humana.

 
personas importantes de cada vida, por si podía identificarlas con las personas importantes de su existencia actual. Según casi todos los escritores, los grupos de almas tienden a reencarnarse juntos una y otra vez, para elaborar el karma (deudas para con otros y para con uno mismo, lecciones que hay que aprender) a lo largo de muchas vidas.

 
Nuestra tarea consiste en aprender, en llegar a ser como dioses mediante el conocimiento. ¡Es tan poco lo que sabemos! Tú estás aquí para ser mi maestro. Tengo mucho que aprender. Por el conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar. Luego regresamos para enseñar y ayudar a otros.
Quedé mudo. Era una lección posterior a su muerte, proveniente del estado intermedio.

La experiencia es necesaria para añadir crédito emocional a la comprensión intelectual. Pero el impacto de la experiencia siempre se desvanece hasta cierto punto.

¡Qué poderoso es el miedo a la muerte! Llegamos a grandes extremos para evitarlo: crisis de madurez, aventuras amorosas con personas más jóvenes, cirugías estéticas, obsesiones con la gimnasia, acumulación de bienes materiales, procreación de hijos que lleven nuestro nombre, esforzados intentos de ser cada vez más juveniles, etcétera. Nos preocupa horriblemente nuestra propia muerte; tanto que, a veces, olvidamos el verdadero propósito de la vida.

Que debemos compartir nuestro conocimiento con otros. Que todos tenemos muchas más capacidades de las que utilizamos. Algunos lo descubrimos antes que otros. Que uno debe dominar sus vicios antes de llegar a este punto. De lo contrario, los lleva consigo a otra vida.

Sólo uno mismo puede liberarse... de las malas costumbres que acumulamos cuando estamos en un cuerpo. Los Maestros no pueden hacerlo por nosotros. Si uno elige luchar y no liberarse, los llevará a otra vida. Y sólo cuando decidimos que somos lo bastante fuertes como para dominar los problemas externos, sólo entonces dejaremos de padecerlos en la vida siguiente.

»También debemos aprender a no acercarnos sólo a aquellos cuyas vibraciones coinciden con las nuestras. Es normal sentirse atraído por alguien que está en nuestro mismo nivel. Pero está mal. También es preciso acercarse a aquellos cuyas vibraciones no armonizan... con las de uno. Ésa es la importancia... de ayudar... a esas gentes.

»Se nos dan poderes intuitivos que debemos obedecer sin tratar de resistirnos. Quienes se resistan tropezarán con peligros. No se nos envía desde cada plano con poderes iguales. Algunos de nosotros poseemos poderes mayores que los otros, pues los hemos adquirido en otros tiempos. Luego, no todos somos creados iguales. Pero con el paso del tiempo llegaremos a un punto en el que todos seremos iguales.

Los que están en coma... permanecen en un estado de suspensión. Aún no están preparados para cruzar al otro plano... hasta que hayan decidido si quieren cruzar o no. Sólo ellos pueden decidirlo. Si consideran que no tienen nada más que aprender... en estado físico... entonces se les permite cruzar. Pero si tienen cosas por aprender, deben regresar, aunque no quieran. Ése es un período de descanso para ellos, un período en el que sus poderes mentales pueden descansar.
 
Al parecer, llevábamos con nosotros de una vida a otra tanto las capacidades como las deudas.

Pensé en la gente que tiende a juntarse en grupos homogéneos, evitando e incluso temiendo a los de fuera. Allí estaba la raíz del prejuicio y del odio entre grupos. «También debemos aprender a no acercarnos sólo a aquellos cuyas vibraciones coinciden con las nuestras.» Ayudar a esos otros. Me era posible sentir las verdades espirituales de esas palabras.

Le pedí que viera su propia vida desde una perspectiva más elevada y que respondiera a su propia pregunta. Poco tiempo antes había leído que eso se podía hacer. Algunos escritores llamaban a esa perspectiva «yo superior» o «yo elevado».

Se me revela lo que es importante para mí, lo que me concierne. Cada persona debe ocuparse de sí misma... de hacerse... íntegra. Tenemos lecciones que aprender... cada uno de nosotros. Deben ser aprendidas una a una... en orden. Sólo entonces podemos saber qué necesita la persona de al lado, qué le falta o qué nos falta a nosotros para ser íntegros.

No tenemos derecho a interrumpir abruptamente la vida de alguien antes de que haya podido cumplir con su karma. Y es lo que estamos haciendo.

»No tenemos derecho. Sufrirán mayor castigo si los dejamos vivir. Cuando mueran y vayan a la próxima dimensión sufrirán allá. Estarán en un estado de gran inquietud. No tendrán paz. Y serán enviados de regreso aquí, pero para una vida muy dura. Y tendrán que compensar a esas personas a las que hicieron daño por las injusticias que cometieron contra ellas. Están interrumpiendo la vida de estas gentes y no tienen derecho a hacerlo. Sólo Dios puede castigarlas; nosotros, no.

—¿Tienes algún pensamiento sobre la vida que acabas de abandonar?
—Eso es para después. Por el momento sólo siento la paz. Es un tiempo de consuelo. La persona debe ser reconfortada. El alma... aquí el alma encuentra paz. Se dejan todos los dolores físicos atrás. El alma está apacible y serena. Es una sensación maravillosa... maravillosa, como si el sol brillara siempre sobre una. ¡La luz es tan intensa! ¡Todo viene de la luz! De esa luz viene la energía. Nuestra alma va inmediatamente hacia allí. Es como una fuerza magnética que nos atrae. Es maravillosa. Es como una fuente de poder. Sabe curar.
—¿Tiene algún color?
—Tiene muchos colores.
Hizo una pausa, descansando en la luz.
—¿Qué estás experimentando? —aventuré.
—Nada... Sólo paz. Una está entre sus amigos. Todos están allí. Veo a muchas personas. Algunas me son familiares; otras, no. Pero estamos allí, esperando.
Continuó aguardando, en tanto pasaban lentamente los minutos. Decidí acelerar el paso.
—Tengo una pregunta que hacer.
—¿A quién? —preguntó Catherine.
—A alguien. A ti o a los Maestros —contesté, saliéndome por la tangente—. Creo que nos ayudará comprender esto. La pregunta es: ¿elegimos el momento y el modo de nacer y de morir? ¿Podemos elegir nuestra situación? ¿Podemos elegir el momento de nuestro nuevo tránsito? Creo que si comprendiéramos esto muchos de tus miedos se aliviarían, Catherine. ¿Hay alguien ahí que pueda responder a esas preguntas?
Hacía frío en el cuarto. Cuando Catherine volvió a hablar, su voz fue más grave y resonante. Era una voz que yo nunca le había oído. Era la voz de un poeta.
—Sí. Nosotros elegimos cuándo entramos en nuestro estado físico y cuándo lo abandonamos. Sabemos cuándo hemos cumplido lo que se nos envió a cumplir. Sabemos cuándo acaba el tiempo y uno aceptará su muerte. Pues uno sabe que no obtendrá nada más de esa vida. Cuando se tiene tiempo, cuando se ha tenido tiempo de descansar y recargar de energías el alma, se le permite a uno elegir su reingreso en el estado físico. Quienes vacilan, quienes no están seguros de su retorno aquí, pueden perder la oportunidad que se les ha dado, la posibilidad de cumplir lo debido cuando están en un cuerpo.

—Básicamente, los caminos de todos son el mismo. Todos debemos aprender ciertas actitudes mientras nos encontramos en el estado físico. Algunos somos más rápidos que otros en aceptarlas. Caridad, esperanza, fe, amor... todos debemos conocer estas cosas, y conocerlas bien. No son sólo una esperanza, una fe, un amor; muchas cosas se alimentan de cada una de ellas. Hay muchas maneras de demostrarlas. Y sin embargo, sólo hemos recurrido a un poquito de cada una...

»Los miembros de órdenes religiosas se han acercado más que cualquiera de nosotros, porque han pronunciado votos de castidad y obediencia. Han renunciado a mucho sin pedir nada a cambio. El resto de nosotros continúa pidiendo recompensas: recompensas y justificaciones para nuestra conducta... cuando en realidad no hay recompensas, no las recompensas que deseamos. La recompensa está en hacer, pero en actuar sin esperar nada a cambio... en hacer sin egoísmos.

Sentía hacia ellos un gran amor, una gran ternura. Comprendí que sus defectos eran cosas sin importancia. En realidad, no tienen tanta importancia.
El amor sí.
Hasta me descubrí pasando por alto mis propios defectos por los mismos motivos. No tenía por qué tratar de ser perfecto ni de controlarlo siempre todo. No tenía necesidad de impresionar a nadie.

Paciencia y tiempo... todo llega a su debido tiempo. No se puede apresurar una vida, no se puede resolver según un plan, como tanta gente quiere. Debemos aceptar lo que nos sobreviene en un momento dado y no pedir más. Pero la vida es infinita; jamás morimos; jamás nacimos, en realidad. Sólo pasamos por diferentes fases. No hay final. Los humanos tienen muchas dimensiones. Pero el tiempo no es como lo vemos, sino lecciones que hay que aprender.
Hubo una larga pausa. El Maestro poeta continuó.
—Todo te será aclarado a su debido tiempo. Pero necesitas una oportunidad para digerir el conocimiento que ya te hemos dado.

El miedo es un derroche de energía; impide a las personas cumplir con aquello para lo cual fueron enviados. Guíate por lo que te rodea. Primero es preciso llevarlos a un nivel muy profundo... donde ya no puedan sentir el cuerpo. Allí podrás llegar a ellos. Es únicamente en la superficie... donde yacen los problemas. Muy dentro del alma, donde se crean las ideas, allí es donde hay que ir a buscarlos.

»Energía... todo es energía. Se malgasta tanta... Las montañas... Dentro de la montaña hay quietud; el centro es sereno. Pero es afuera donde está el problema. Los humanos sólo pueden ver el exterior, pero se puede ir mucho más adentro. Hay que ver el volcán. Para eso es preciso ir muy adentro.

»Estar en el estado físico es algo anormal. Cuando se está en el plano espiritual, eso nos resulta natural. Cuando se nos envía de regreso es como ser enviados otra vez a algo que no conocemos. Nos llevará más tiempo. En el mundo espiritual es preciso esperar; luego somos renovados. Hay un estado de renovación. Es una dimensión, como las otras, y tú has logrado casi llegar a ese estado...

Si supieran que los «ángeles de la guarda» existen, en realidad, ¡cuánto más seguros se sentirían! Si supieran que los actos de violencia y de injusticia no pasan desapercibidos, sino que deben ser pagados con la misma moneda en otras vidas, ¡cuánto menor sería el deseo de venganza! Y si de verdad «por el conocimiento nos aproximamos a Dios», ¿de qué sirven las posesiones materiales y el poder, cuando son un fin en sí y no un medio para ese acercamiento? La codicia y el ansia de poder no tienen ningún valor.

Pero ¿cómo llegar a la gente con ese conocimiento? Casi todos recitan plegarias en sus iglesias, en las sinagogas, mezquitas o templos, plegarias que proclaman la inmortalidad del alma. Sin embargo, terminados los ritos del culto vuelven a sus caminos competitivos, a practicar la codicia, la manipulación y el egocentrismo. Estos rasgos retrasan el progreso del alma.

Todos somos espíritus. Pero otros... algunos se encuentran en estado físico; otros, en un período de renovación. Y otros son guardianes. Pero todos vamos allá. Nosotros también hemos sido guardianes.
—¿Por qué volvemos para aprender? ¿Por qué no aprendemos como espíritus?
—Son diferentes niveles de aprendizaje; algunos tienen que aprenderse en la carne. Tenemos que sentir el dolor. Cuando se es espíritu no se experimenta dolor. Es un período de renovación. El alma se renueva. Cuando se está en la carne se puede sentir el dolor, se sufre. En forma espiritual no se siente. Sólo hay felicidad, una sensación de bienestar. Pero es un período de renovación para... nosotros. La interacción entre las personas, en forma espiritual, es diferente. Cuando se está en el estado físico... se pueden experimentar las relaciones.

No se puede juzgar apresuradamente a nadie. Es preciso ser justo. Muchas vidas se han arruinado por juzgar apresuradamente.

Nos deshacemos de un cuerpo de bebé para adoptar el de un niño; descartamos el de niño para ser adultos, y el de adultos por el de ancianos. ¿Por qué no dar un paso más y descartar el cuerpo adulto para ir a un plano espiritual? Eso es lo que hacemos. No dejamos de crecer: continuamos creciendo. Cuando llegamos al plano espiritual, continuamos creciendo también allí. Pasamos por diferentes etapas de desarrollo. Cuando llegamos, estamos consumidos. Es preciso pasar por una etapa de renovación, una etapa de aprendizaje y una etapa de decisión. Nosotros decidimos cuándo queremos regresar, adonde y por qué motivos. Algunos prefieren no volver. Prefieren pasar a otra etapa de desarrollo. Y mantienen la forma espiritual... algunos por más tiempo que otros, antes de volver. Todo es crecimiento y aprendizaje... crecimiento continuo., Nuestro cuerpo es sólo un vehículo para que utilicemos mientras estamos aquí. Son nuestra alma y nuestro espíritu los que perduran por siempre.

transferencia y contratransferencia en las relaciones terapéuticas. Transferencia es la proyección de sentimientos, ideas y deseos que el paciente hace sobre el terapeuta, quien representa a alguien de su pasado. La contratransferencia es lo inverso: las reacciones emocionales inconscientes del terapeuta ante el paciente.

—. Todo debe estar equilibrado. La naturaleza está equilibrada. Los animales viven en armonía. Los humanos no han aprendido a hacerlo. Continúan destruyéndose a sí mismos. No hay armonía ni concierto en lo que hacen. Es tan diferente en la naturaleza... La naturaleza está equilibrada. La naturaleza es energía y vida... y restauración. Y los humanos sólo destruyen. Destruyen la naturaleza. Destruyen a otros seres humanos. Con el correr del tiempo se destruirán a sí mismos.

—Hay siete planos en total, siete planos, cada uno de los cuales consta de muchos niveles; uno de ellos es el plano de la rememoración. Se nos permite ver la vida que acaba de pasar. A los de niveles superiores se les permite ver la historia. Pueden volver y enseñarnos la historia. Pero nosotros, los de los niveles inferiores, sólo podemos ver nuestra propia vida... la que acaba de pasar.

»Tenemos deudas que deben saldarse. Si no hemos pagado esas deudas, las tendremos que llevar con nosotros a otra vida... a fin de que puedan ser elaboradas. Se progresa pagando las deudas. Algunas almas progresan más deprisa que otras. Cuando se está en la forma física y se elabora... se elabora una vida... si algo interrumpe nuestra capacidad de... de pagar esa deuda, debemos regresar al plano de la rememoración, y allí esperar a que el alma con quien estamos endeudados venga a vernos. Y cuando ambas podamos volver al estado físico al mismo tiempo, entonces se nos permitirá volver. Pero cada uno determina cuándo debe volver. Cada uno determina qué debe hacer para pagar esa deuda. No recordará sus otras vidas... sólo aquella de la que acaba de salir. Sólo las almas del nivel superior, los sabios, pueden recurrir a la historia y los sucesos pasados... para ayudarnos, para enseñarnos qué debemos hacer.

»Hay siete planos... siete, a través de los cuales debemos pasar antes de que regresemos. Uno de ellos es el plano de la transición. Allí esperamos. En ese plano se determina qué llevará cada uno a su próxima vida. Todos tendremos... un rasgo dominante. Puede ser la codicia, la lujuria... pero sea lo que fuere lo determinado, necesitamos saldar nuestras deudas con esas personas. Después se debe superar ese rasgo en esa vida. Debemos aprender a superar la codicia. De lo contrario, al retornar tendremos que llevar ese rasgo, además de otro, a la vida siguiente. Las cargas se harán mayores. Con cada vida por la que pasamos sin pagar las deudas, cada una de las siguientes será más dura. Si las saldamos, se nos dará una vida fácil. Así elegimos qué vida vamos a tener. En la fase siguiente somos responsables de la vida que tenemos. La elegimos.

 Tenemos que avanzar cierta distancia antes de alcanzar... antes de alcanzar nuestra meta. Las etapas en la forma física son difíciles. En el plano astral son sencillas. Allí sólo descansamos y esperamos. Las otras son las difíciles.
 
Es en este plano donde a algunas almas se les permite manifestarse a las personas que aún están en la forma física. Se les permite retornar... sólo si han dejado algún acuerdo sin cumplir. En este plano se permite la intercomunicación. Pero los otros planos... Aquí es donde se nos permite utilizar los poderes psíquicos y comunicarnos con las personas que tienen forma física. Hay muchas maneras de hacerlo. A algunos se les otorga el poder de la vista, para que puedan mostrarse a quienes aún están en la forma física. Otros tienen el poder del movimiento; se les permite mover objetos telepáticamente. Sólo se va a este plano si a uno le es útil ir ahí. Si ha dejado un acuerdo sin cumplir, puede decidir ir ahí para comunicarse de algún modo. Pero eso es todo... para que el acuerdo quede cumplido. Si nuestra vida ha terminado abruptamente, sería un motivo para entrar en este plano. Muchos prefieren ir ahí porque se les permite ver a quienes aún están en la forma física y muy unidos a ellos. Pero no todos quieren tener contacto con ellos. Para algunos puede ser muy aterrador.
 
Todo es tan rápido, tan complicado... lo que me dicen... sobre el cambio, el crecimiento y los diferentes planos. Hay un plano de conciencia y un plano de transición. Venimos de una vida y, si las lecciones se han completado, pasamos a otra dimensión, a otra vida. Debemos comprender plenamente. De lo contrario, no se nos permite pasar... tenemos que repetir, porque no aprendemos. Debemos experimentarlo desde todos los aspectos. Debemos conocer el lado de las carencias, pero también el de la entrega. Hay muchísimo que saber, muchísimos espíritus dedicados a eso. Por eso estamos aquí... Los Maestros... son sólo uno en este plano.
 
Sé que habrá que pagar un precio. Lo que va, efectivamente, vuelve.
 
«... La sabiduría se alcanza con mucha lentitud. Esto se debe a que el conocimiento intelectual, fácilmente adquirido, debe convertirse en conocimiento "emocional" o subconsciente. Una vez transformado, la huella es permanente. La práctica conductista es el catalizador necesario para esta reacción. Sin acción, el concepto se marchita y desvanece. El conocimiento teórico sin aplicación práctica no es suficiente.

»Hoy en día se descuidan el equilibrio y la armonía; sin embargo, son las bases de la sabiduría. Todo se hace en exceso. La gente se excede en el peso porque come demasiado. Los deportistas descuidan aspectos de sí mismos y de los demás por correr en exceso. La gente parece excesivamente mezquina. Se bebe demasiado, se fuma demasiado, se está demasiado de juerga (o demasiado poco), se conversa demasiado sin satisfacción, se tienen demasiadas preocupaciones. Hay demasiadas ideas en blanco o negro. Todo o nada. La naturaleza no es así.

»En la naturaleza hay equilibrio. Los animales destruyen en pequeñas cantidades. Los sistemas ecológicos nunca son eliminados en masa. Las plantas consumidas vuelven a crecer. Las fuentes de sustento proveen y vuelven a reponerse. Se disfruta de la flor, se come la fruta, se preserva la raíz.

»La humanidad no ha aprendido el equilibrio; mucho menos lo ha practicado. Se guía por la codicia y la ambición; se conduce por el miedo. De este modo acabará por aniquilarse. Pero la naturaleza sobrevivirá, al menos las plantas.

»En verdad, la felicidad arraiga en la sencillez. La tendencia al exceso en el pensamiento y en la acción disminuye la felicidad. El exceso nubla los valores básicos. Los religiosos nos dicen que la felicidad se logra llenando el corazón de amor, fe y esperanza, practicando la caridad y brindando bondad. En verdad tienen razón. Dadas estas actitudes, habitualmente vienen el equilibrio y la armonía. Son, colectivamente, un estado del ser. En estos tiempos son un estado alterado de conciencia. Es como si la humanidad no permaneciera en su estado natural mientras vive en la Tierra. Tiene que llegar a un estado alterado a fin de llenarse de amor, caridad y sencillez, para sentir pureza, para deshacerse de sus temores crónicos.

»¿Cómo se llega a ese estado alterado, a ese otro sistema de valores? Y una vez que se llega a él ¿cómo sustentarlo? La respuesta parece simple. Es el denominador común de todas las religiones. La humanidad es inmortal; lo que hacemos ahora es aprender nuestras lecciones. Todos estamos en la escuela. Todo es muy simple, si se puede creer en la inmortalidad.

»Si una parte del ser humano es eterna (y en la historia hay sobradas evidencias para pensarlo así), ¿por qué nos tratamos tan mal? ¿Por qué pasamos por encima del prójimo en "provecho" personal, si en realidad estamos desechando la lección? Al parecer, todos vamos hacia el mismo sitio, aunque a diferente velocidad. Nadie es más grande que los demás.

»Analicemos las lecciones. Intelectualmente, las respuestas siempre han estado ahí, pero esta necesidad de actualizarlas por experiencia, de hacer permanente la huella subconsciente al "emocionalizar" y practicar el concepto, es la clave de todo. No basta memorizar en la escuela dominical. Parlotear sin practicar de nada sirve. Resulta fácil leer sobre el amor, la caridad y la fe, o conversar sobre ello. Pero practicarlos, sentirlos, requiere casi un estado alterado de conciencia. No se trata del estado transitorio inducido por las drogas, el alcohol o una emoción inesperada. El estado permanente se alcanza mediante el conocimiento y la comprensión. Se mantiene mediante la actividad física, mediante la acción y la práctica. Consiste en tomar algo casi místico y transformarlo en cosa de todos los días mediante la práctica, haciendo de eso un hábito.

»Comprendamos que nadie es mejor que otro. Sintámoslo. Practiquemos la ayuda al prójimo. Todos remamos en el mismo bote. Si no lo hacemos juntos, nuestros equipos se encontrarán muy solos.»

Otra noche, en un sueño diferente, hice una pregunta: «¿Por qué dice usted que todos somos iguales, cuando las contradicciones obvias son tan evidentes? ¿Diferencia en las virtudes, en el temperamento, el dinero, los derechos, la capacidad y el talento, la inteligencia, la aptitud para las matemáticas, y así hasta el infinito?»

La respuesta fue una metáfora: «Es como si dentro de cada persona se pudiera encontrar un gran diamante. Imaginemos un diamante de un palmo de longitud. Ese diamante tiene mil facetas, pero todas están cubiertas de polvo y brea. La misión de cada alma es limpiar cada una de esas facetas hasta que la superficie esté brillante y pueda reflejar un arco iris de colores.

»Ahora bien, algunos han limpiado muchas facetas y relucen con intensidad. Otros sólo han logrado limpiar unas pocas, que no brillan tanto. Sin embargo, por debajo del polvo, cada persona posee en su pecho un luminoso diamante, con mil facetas refulgentes. El diamante es perfecto, sin un defecto. La única diferencia entre las diferentes personas es el número de facetas que han limpiado. Pero cada diamante es el mismo y cada uno es perfecto.

«Cuando todas las facetas estén limpias y brillen en el espectro de la luz, el diamante volverá a la energía pura que fue en su origen. La luz permanecerá. Es como si el proceso requerido para hacer el diamante se invirtiera, liberada ya por toda la presión. La energía pura existe en el arco iris de luces, y las luces poseen conciencia y conocimiento.

»Y todos los diamantes son perfectos.»

A veces, las preguntas son complicadas y las respuestas, simples.

—¿Qué debo hacer? —preguntaba yo en un sueño—. Sé que puedo tratar y curar a la gente que sufre. Vienen a mí en mayor número de los que puedo atender. Estoy muy cansado. Pero ¿puedo negarme cuando me necesitan tanto? ¿Es correcto decir «Ya basta»?
—Tu papel no es el ser un salvavidas —fue la respuesta.

El último ejemplo que voy a citar fue un mensaje a otros psiquiatras. Desperté a eso de las seis de la mañana; en mi sueño había estado dando una conferencia a una vasta congregación de psiquiatras.

«En la carrera hacia la cada vez mayor incorporación de la medicación en psiquiatría, es importante que no abandonemos las enseñanzas tradicionales de nuestra profesión, aunque a veces parezcan vagas. Somos nosotros quienes aún conversamos con nuestros pacientes, con paciencia y compasión. Aún nos tomamos tiempo para hacerlo. Facilitamos el entendimiento conceptual de la enfermedad, curando con comprensión y mediante el descubrimiento inducido del conocimiento de sí mismo, no sólo con rayos láser. Aún utilizamos la esperanza para curar.

»En esta época actual, otras ramas de la medicina consideran que estos enfoques tradicionales de la curación son demasiado ineficaces, que consumen tiempo y no tienen base. Prefieren la tecnología al diálogo, la química de sangre analizada por computadora a la química personal entre el paciente y el médico, que cura al paciente y proporciona satisfacción al médico. Los enfoques idealistas, éticos, personalmente gratificantes de la medicina, pierden terreno ante los económicos, eficientes, aislantes y destructores de la satisfacción. Como resultado, nuestros colegas se sienten cada vez más aislados y deprimidos. Los pacientes, masificados y vacíos, como si nadie se ocupara de ellos.

«Debernos evitar la seducción de la alta tecnología. Antes bien, deberíamos ser modelos para nuestros colegas. Deberíamos demostrar que la paciencia, la comprensión y la compasión ayudan tanto al paciente como al médico. Reservar más tiempo para dialogar, para enseñar, para despertar la esperanza y la expectativa de curación: estas cualidades del médico-curandero, medio olvidadas, son las que debemos emplear siempre, como ejemplo para nuestros médicos colegas.

»La alta tecnología es maravillosa para la investigación y para facilitar la comprensión de la enfermedad humana. Puede ser un valioso instrumento clínico, pero jamás reemplazará las características y los métodos inherentemente personales de los verdaderos médicos. La psiquiatría puede ser la más digna de las especialidades médicas. Somos los maestros. No deberíamos abandonar este papel en aras de la asimilación: ahora, menos que nunca.»

Comprendamos que la vida no es sólo lo que tenemos a la vista. La vida va más allá de nuestros cinco sentidos. Seamos receptivos a los conocimientos y experiencias novedosos. «Nuestra misión es aprender, llegar a ser como Dios mediante el conocimiento.»


domingo, 14 de octubre de 2012

Un salteadito...


¡QUÉ VIOLENTO!
Hoy, todo es violento.
Es lo mismo un “andá a lavarrrrrrrte el orrrrrrrrrrto” que  quince puñaladas. Todo es lo mismo. Parece que da igual que te miren torcido o que te pasen por arriba con un Scania… todo es VIOLENTO.
¿Soy yo, o banalizar sólo naturaliza?
Tengo la incomodísima sensación que, al banalizar, todo termina siendo lo mismo. Pero, en principio, TODO NO ES LO MISMO.
Me parece que al banalizarlo, el “hijo de puta” es el mismo para insultar como para reconocer a alguien.
¡¿Cómo?!, ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh!, la diferencia está en el “tonito”… ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ahora sí.
¡En fin!
Que todo termina siendo lo mismo, pero voy a insistir en estas frases nunca dichas: TODO NO ES LO MISMO.
¿No será una exageración?
Digo, porque voy a coincidir en que la violencia está en un punto muy alto, del que no puedo decir que sea el zenit, pero está muy arriba. Ahora…
¿Toda violencia es igual?
Veamos, la RAE (Real Academia Española) la define así:
violencia.
(Del lat. violentĭa).
1. f. Cualidad de violento.
2. f. Acción y efecto de violentar o violentarse.
3. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder.
4. f. Acción de violar a una mujer. - ¿QUE UN HOMBRE SEA VIOLADO, NO ES VIOLENCIA?
violentar.
1. tr. Aplicar medios violentos a cosas o personas para vencer su resistencia.
2. tr. Dar interpretación o sentido violento a lo dicho o escrito.
3. tr. Entrar en una casa u otra parte contra la voluntad de su dueño.
4. tr. Poner a alguien en una situación violenta o hacer que se moleste o enoje. U. t. c. prnl.
5. prnl. Dicho de una persona: Vencer su repugnancia a hacer algo.
violento, ta.
(Del lat. violentus).
1. adj. Que está fuera de su natural estado, situación o modo.
2. adj. Que obra con ímpetu y fuerza.
3. adj. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias.
4. adj. Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones.
5. adj. Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira.
6. adj. Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural.
7. adj. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia.
8. adj. Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien.
Bueno, de lo que acabo de buscar saco dos conclusiones:
1)      A los hombres nos pueden violar con tranquilidad porque no se considera violencia.
2)      El lenguaje hace que todo sea igual, ¿qué diferencia existe entre los puntos 2 y 3 de la definición de violento, ta?
Y como la definición es violenTO, TA, se me ocurrió buscar la definición de PUTO, como para ver si valía aquello de “primero las damas”, que en la definición anterior no se cumplió.
puto, ta.
(De puta).
1. adj. vulg. U. como calificación denigratoria. Me quedé en la puta calle.
2. adj. vulg. U. c. antífrasis, para ponderar. Ha vuelto a ganar. ¡Qué puta suerte tiene!
3. adj. vulg. U. para enfatizar la ausencia o la escasez de algo. No tengo un puto duro.
4. m. sodomita  (que practica sodomía)
(De Sodoma, antigua ciudad de Palestina, donde se practicaba todo género de actos deshonestos).
1. f. Práctica del coito anal.
¿POR HACER SEXO ANAL SE ES PUT@?
5. m. prostituto. (1. m. y f. Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero.)
Pero también me fijé en VIEJO, JA; LINDO, DA; ALTO, TA… Y, no. “Las damas primero”, no.
Ahora volveré al tema principal, pero estoy como asombrado:
La RAE no incluye como definición de PUT@ al que garcha a diestra y siniestra, lo que sería, en principio, bastante piola. Peeeero se le ¿escapó? un sodomita. Y aunque después “aclara”, resulta que remite a la religión, ya que Sodoma y Gomorra (http://es.wikipedia.org/wiki/Sodoma) son ciudades nombradas en La Biblia. Y se le escurrió un “todo género de actos deshonestos”.
homosexualidad.
1.       f. Inclinación erótica hacia individuos del mismo sexo.
erótica.
1. f. Poesía erótica.
2. f. Atracción muy intensa, semejante a la sexual, que se siente hacia el poder, el dinero, la fama, etc.
erótico, ca.
(Del lat. erotĭcus, y este del gr. ἐρωτικός).
1. adj. Perteneciente o relativo al amor o al placer sexuales. Sentía una fuerte atracción erótica hacia ella.
2. adj. Que excita el deseo sexual. Juegos eróticos.
3. adj. Dicho de un género o de una obra literarios o de otro tipo: Que tratan del amor sensual o el deseo amoroso.
4. adj. Dicho de un autor: Que cultiva el género erótico.
Y por último…
amor.
(Del lat. amor, -ōris).
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.
5. m. Blandura, suavidad. Cuidar el jardín con amor.
6. m. Persona amada. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Para llevarle un don a sus amores.
7. m. Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella.
8. m. p. us. Apetito sexual de los animales.
9. m. ant. Voluntad, consentimiento.
10. m. ant. Convenio o ajuste.
11. m. pl. Relaciones amorosas.
12. m. pl. Objeto de cariño especial para alguien.
13. m. pl. Expresiones de amor, caricias, requiebros.
14. m. pl. cadillo (planta umbelífera).
Bueno… que el lenguaje, también, hace que todo sea lo mismo.
Hace poco, en una conversación entre amigos, alguien dijo “… es que con la boluda esa, nos llevamos bárbaro” y yo acoté “¡pero sí!, con esa conchuda de mierda nos llevamos bárbaro”, como un método para hacer notar que todo está dando lo mismo y porque diez minutos antes habíamos estado hablando de esto mismo.
La cosa es que hoy todo es violencia. Pero resulta que resulta violento un amplio espectro de cuestiones que, realmente, todavía no sé en qué violentan:
¿Calificar en rojo o verde era violento, amonestar?...
La cosa es que TODO ES VIOLENTO. Cuando conviene.
Y el lenguaje hace lo suyo, muchas veces, naturalizando lo que no debería naturalizarse y queriendo darle una tonalidad “amable” a lo que no tiene ni medio de amable, simpático ni algo por el estilo. Entonces hablamos de  “Sociedad incluyente”, pero si prestamos atención, está llena de “negros de mierda”, “judíos amarretes”, “musulmanes terroristas”, “enanos de mierda”, “rengos resentidos”, “putos y/o tortas y/o travas de mierda”, “villeros putos”, “bolitas”, “paraguas”, “perucas”, “brasucas”…  Y toda una larga lista de clasificaciones que, parece, no son ni violentas ni excluyentes. Pido disculpas por si alguien se siente ofendido, pero se trata de una horrible enunciación de algunas frases mucho más que desafortunadas, pero que circulan y, por desgracia, siguen manteniendo vigencia. Pero todo tiene una justificación, entonces aparece un “es un decir”, “es de alma”, “es de cariño”…
Como será que, hablando con alguien que padece una discapacidad, quejándose de la atención que recibía, me dijo: “… y esa negra de mierda…”, a lo que sólo pude contestar: “¡MUY BIEN!, acabás de tirar a la mierda lo mismo por lo que estás luchando”.
Me acordé de Susanita (personaje de Mafalda) que en alguna tira dice “el problema con los pobres es que, además, tienen muy mal gusto para vestirse”.
Parecería que hubo una corriente que, intentando calmar algunas prácticas, se fue al re carajo y… así estamos.
No creo que haya modo de comparar un reglazo en los dedos puestos “en montoncito” con las amonestaciones. Y no consigo asemejar el gorro con orejas de burro en el rincón, con las notas en rojo o verde… ¡Qué sé yo! TODO NO ES LO MISMO.
Y sin embargo, así vamos.
Con la TV ensalza a un violador, pederasta, que pagó por su delito pero que lo sigue mostrando como “un personaje”, dejando entrever que es simpático. O que muestra el modo horrible en que algún ¿ser? se refiere a una enfermedad. O que en cualquier momento repite como un camión atropella a una persona. O como grupos de gente se agarran a trompadas.
Con los barrabravas es lo mismo. Viven a costillas de los clubes, son funcionales a los dirigentes y, realmente, al club no le aportan NADA DE NADA. Peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero, para muchos “son parte del folclore del fútbol”. Entonces si se les aplica el “derecho de admisión”, resulta que los están discriminando. Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh, mirá qué lindo. Pero que los tipos se falopeen ahí, te afanen, entren bebidas alcohólicas, prepeen a todo el mundo no es motivo para discriminarlos.
Todo no es lo mismo.
Lamento decir, de nuevo, todo no es lo mismo. Lo que no está bien, definitivamente, no lo está.