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viernes, 19 de octubre de 2012

Muchas vidas, muchos maestros. Mis recortes.

Muchas vidas, muchos maestros es un libro del psiquiatra Brian Weiss, donde cuenta su primer experiencia con la terapia de regresión de vidas pasadas.
EXCELENTE LIBRO.
Acá la biografía: http://es.wikipedia.org/wiki/Brian_Weiss

 
Sé que hay un motivo para todo. Tal vez en el momento en que se produce un hecho no contamos con la penetración psicológica ni la previsión necesarias para comprender las razones, pero con tiempo y paciencia saldrán a la luz.

En la mente humana hay demasiadas cosas que están más allá de nuestra comprensión.

 
Carl Jung denominó «inconsciente colectivo»: la fuente de energía que nos rodea y contiene los recuerdos de toda la raza humana.

 
personas importantes de cada vida, por si podía identificarlas con las personas importantes de su existencia actual. Según casi todos los escritores, los grupos de almas tienden a reencarnarse juntos una y otra vez, para elaborar el karma (deudas para con otros y para con uno mismo, lecciones que hay que aprender) a lo largo de muchas vidas.

 
Nuestra tarea consiste en aprender, en llegar a ser como dioses mediante el conocimiento. ¡Es tan poco lo que sabemos! Tú estás aquí para ser mi maestro. Tengo mucho que aprender. Por el conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar. Luego regresamos para enseñar y ayudar a otros.
Quedé mudo. Era una lección posterior a su muerte, proveniente del estado intermedio.

La experiencia es necesaria para añadir crédito emocional a la comprensión intelectual. Pero el impacto de la experiencia siempre se desvanece hasta cierto punto.

¡Qué poderoso es el miedo a la muerte! Llegamos a grandes extremos para evitarlo: crisis de madurez, aventuras amorosas con personas más jóvenes, cirugías estéticas, obsesiones con la gimnasia, acumulación de bienes materiales, procreación de hijos que lleven nuestro nombre, esforzados intentos de ser cada vez más juveniles, etcétera. Nos preocupa horriblemente nuestra propia muerte; tanto que, a veces, olvidamos el verdadero propósito de la vida.

Que debemos compartir nuestro conocimiento con otros. Que todos tenemos muchas más capacidades de las que utilizamos. Algunos lo descubrimos antes que otros. Que uno debe dominar sus vicios antes de llegar a este punto. De lo contrario, los lleva consigo a otra vida.

Sólo uno mismo puede liberarse... de las malas costumbres que acumulamos cuando estamos en un cuerpo. Los Maestros no pueden hacerlo por nosotros. Si uno elige luchar y no liberarse, los llevará a otra vida. Y sólo cuando decidimos que somos lo bastante fuertes como para dominar los problemas externos, sólo entonces dejaremos de padecerlos en la vida siguiente.

»También debemos aprender a no acercarnos sólo a aquellos cuyas vibraciones coinciden con las nuestras. Es normal sentirse atraído por alguien que está en nuestro mismo nivel. Pero está mal. También es preciso acercarse a aquellos cuyas vibraciones no armonizan... con las de uno. Ésa es la importancia... de ayudar... a esas gentes.

»Se nos dan poderes intuitivos que debemos obedecer sin tratar de resistirnos. Quienes se resistan tropezarán con peligros. No se nos envía desde cada plano con poderes iguales. Algunos de nosotros poseemos poderes mayores que los otros, pues los hemos adquirido en otros tiempos. Luego, no todos somos creados iguales. Pero con el paso del tiempo llegaremos a un punto en el que todos seremos iguales.

Los que están en coma... permanecen en un estado de suspensión. Aún no están preparados para cruzar al otro plano... hasta que hayan decidido si quieren cruzar o no. Sólo ellos pueden decidirlo. Si consideran que no tienen nada más que aprender... en estado físico... entonces se les permite cruzar. Pero si tienen cosas por aprender, deben regresar, aunque no quieran. Ése es un período de descanso para ellos, un período en el que sus poderes mentales pueden descansar.
 
Al parecer, llevábamos con nosotros de una vida a otra tanto las capacidades como las deudas.

Pensé en la gente que tiende a juntarse en grupos homogéneos, evitando e incluso temiendo a los de fuera. Allí estaba la raíz del prejuicio y del odio entre grupos. «También debemos aprender a no acercarnos sólo a aquellos cuyas vibraciones coinciden con las nuestras.» Ayudar a esos otros. Me era posible sentir las verdades espirituales de esas palabras.

Le pedí que viera su propia vida desde una perspectiva más elevada y que respondiera a su propia pregunta. Poco tiempo antes había leído que eso se podía hacer. Algunos escritores llamaban a esa perspectiva «yo superior» o «yo elevado».

Se me revela lo que es importante para mí, lo que me concierne. Cada persona debe ocuparse de sí misma... de hacerse... íntegra. Tenemos lecciones que aprender... cada uno de nosotros. Deben ser aprendidas una a una... en orden. Sólo entonces podemos saber qué necesita la persona de al lado, qué le falta o qué nos falta a nosotros para ser íntegros.

No tenemos derecho a interrumpir abruptamente la vida de alguien antes de que haya podido cumplir con su karma. Y es lo que estamos haciendo.

»No tenemos derecho. Sufrirán mayor castigo si los dejamos vivir. Cuando mueran y vayan a la próxima dimensión sufrirán allá. Estarán en un estado de gran inquietud. No tendrán paz. Y serán enviados de regreso aquí, pero para una vida muy dura. Y tendrán que compensar a esas personas a las que hicieron daño por las injusticias que cometieron contra ellas. Están interrumpiendo la vida de estas gentes y no tienen derecho a hacerlo. Sólo Dios puede castigarlas; nosotros, no.

—¿Tienes algún pensamiento sobre la vida que acabas de abandonar?
—Eso es para después. Por el momento sólo siento la paz. Es un tiempo de consuelo. La persona debe ser reconfortada. El alma... aquí el alma encuentra paz. Se dejan todos los dolores físicos atrás. El alma está apacible y serena. Es una sensación maravillosa... maravillosa, como si el sol brillara siempre sobre una. ¡La luz es tan intensa! ¡Todo viene de la luz! De esa luz viene la energía. Nuestra alma va inmediatamente hacia allí. Es como una fuerza magnética que nos atrae. Es maravillosa. Es como una fuente de poder. Sabe curar.
—¿Tiene algún color?
—Tiene muchos colores.
Hizo una pausa, descansando en la luz.
—¿Qué estás experimentando? —aventuré.
—Nada... Sólo paz. Una está entre sus amigos. Todos están allí. Veo a muchas personas. Algunas me son familiares; otras, no. Pero estamos allí, esperando.
Continuó aguardando, en tanto pasaban lentamente los minutos. Decidí acelerar el paso.
—Tengo una pregunta que hacer.
—¿A quién? —preguntó Catherine.
—A alguien. A ti o a los Maestros —contesté, saliéndome por la tangente—. Creo que nos ayudará comprender esto. La pregunta es: ¿elegimos el momento y el modo de nacer y de morir? ¿Podemos elegir nuestra situación? ¿Podemos elegir el momento de nuestro nuevo tránsito? Creo que si comprendiéramos esto muchos de tus miedos se aliviarían, Catherine. ¿Hay alguien ahí que pueda responder a esas preguntas?
Hacía frío en el cuarto. Cuando Catherine volvió a hablar, su voz fue más grave y resonante. Era una voz que yo nunca le había oído. Era la voz de un poeta.
—Sí. Nosotros elegimos cuándo entramos en nuestro estado físico y cuándo lo abandonamos. Sabemos cuándo hemos cumplido lo que se nos envió a cumplir. Sabemos cuándo acaba el tiempo y uno aceptará su muerte. Pues uno sabe que no obtendrá nada más de esa vida. Cuando se tiene tiempo, cuando se ha tenido tiempo de descansar y recargar de energías el alma, se le permite a uno elegir su reingreso en el estado físico. Quienes vacilan, quienes no están seguros de su retorno aquí, pueden perder la oportunidad que se les ha dado, la posibilidad de cumplir lo debido cuando están en un cuerpo.

—Básicamente, los caminos de todos son el mismo. Todos debemos aprender ciertas actitudes mientras nos encontramos en el estado físico. Algunos somos más rápidos que otros en aceptarlas. Caridad, esperanza, fe, amor... todos debemos conocer estas cosas, y conocerlas bien. No son sólo una esperanza, una fe, un amor; muchas cosas se alimentan de cada una de ellas. Hay muchas maneras de demostrarlas. Y sin embargo, sólo hemos recurrido a un poquito de cada una...

»Los miembros de órdenes religiosas se han acercado más que cualquiera de nosotros, porque han pronunciado votos de castidad y obediencia. Han renunciado a mucho sin pedir nada a cambio. El resto de nosotros continúa pidiendo recompensas: recompensas y justificaciones para nuestra conducta... cuando en realidad no hay recompensas, no las recompensas que deseamos. La recompensa está en hacer, pero en actuar sin esperar nada a cambio... en hacer sin egoísmos.

Sentía hacia ellos un gran amor, una gran ternura. Comprendí que sus defectos eran cosas sin importancia. En realidad, no tienen tanta importancia.
El amor sí.
Hasta me descubrí pasando por alto mis propios defectos por los mismos motivos. No tenía por qué tratar de ser perfecto ni de controlarlo siempre todo. No tenía necesidad de impresionar a nadie.

Paciencia y tiempo... todo llega a su debido tiempo. No se puede apresurar una vida, no se puede resolver según un plan, como tanta gente quiere. Debemos aceptar lo que nos sobreviene en un momento dado y no pedir más. Pero la vida es infinita; jamás morimos; jamás nacimos, en realidad. Sólo pasamos por diferentes fases. No hay final. Los humanos tienen muchas dimensiones. Pero el tiempo no es como lo vemos, sino lecciones que hay que aprender.
Hubo una larga pausa. El Maestro poeta continuó.
—Todo te será aclarado a su debido tiempo. Pero necesitas una oportunidad para digerir el conocimiento que ya te hemos dado.

El miedo es un derroche de energía; impide a las personas cumplir con aquello para lo cual fueron enviados. Guíate por lo que te rodea. Primero es preciso llevarlos a un nivel muy profundo... donde ya no puedan sentir el cuerpo. Allí podrás llegar a ellos. Es únicamente en la superficie... donde yacen los problemas. Muy dentro del alma, donde se crean las ideas, allí es donde hay que ir a buscarlos.

»Energía... todo es energía. Se malgasta tanta... Las montañas... Dentro de la montaña hay quietud; el centro es sereno. Pero es afuera donde está el problema. Los humanos sólo pueden ver el exterior, pero se puede ir mucho más adentro. Hay que ver el volcán. Para eso es preciso ir muy adentro.

»Estar en el estado físico es algo anormal. Cuando se está en el plano espiritual, eso nos resulta natural. Cuando se nos envía de regreso es como ser enviados otra vez a algo que no conocemos. Nos llevará más tiempo. En el mundo espiritual es preciso esperar; luego somos renovados. Hay un estado de renovación. Es una dimensión, como las otras, y tú has logrado casi llegar a ese estado...

Si supieran que los «ángeles de la guarda» existen, en realidad, ¡cuánto más seguros se sentirían! Si supieran que los actos de violencia y de injusticia no pasan desapercibidos, sino que deben ser pagados con la misma moneda en otras vidas, ¡cuánto menor sería el deseo de venganza! Y si de verdad «por el conocimiento nos aproximamos a Dios», ¿de qué sirven las posesiones materiales y el poder, cuando son un fin en sí y no un medio para ese acercamiento? La codicia y el ansia de poder no tienen ningún valor.

Pero ¿cómo llegar a la gente con ese conocimiento? Casi todos recitan plegarias en sus iglesias, en las sinagogas, mezquitas o templos, plegarias que proclaman la inmortalidad del alma. Sin embargo, terminados los ritos del culto vuelven a sus caminos competitivos, a practicar la codicia, la manipulación y el egocentrismo. Estos rasgos retrasan el progreso del alma.

Todos somos espíritus. Pero otros... algunos se encuentran en estado físico; otros, en un período de renovación. Y otros son guardianes. Pero todos vamos allá. Nosotros también hemos sido guardianes.
—¿Por qué volvemos para aprender? ¿Por qué no aprendemos como espíritus?
—Son diferentes niveles de aprendizaje; algunos tienen que aprenderse en la carne. Tenemos que sentir el dolor. Cuando se es espíritu no se experimenta dolor. Es un período de renovación. El alma se renueva. Cuando se está en la carne se puede sentir el dolor, se sufre. En forma espiritual no se siente. Sólo hay felicidad, una sensación de bienestar. Pero es un período de renovación para... nosotros. La interacción entre las personas, en forma espiritual, es diferente. Cuando se está en el estado físico... se pueden experimentar las relaciones.

No se puede juzgar apresuradamente a nadie. Es preciso ser justo. Muchas vidas se han arruinado por juzgar apresuradamente.

Nos deshacemos de un cuerpo de bebé para adoptar el de un niño; descartamos el de niño para ser adultos, y el de adultos por el de ancianos. ¿Por qué no dar un paso más y descartar el cuerpo adulto para ir a un plano espiritual? Eso es lo que hacemos. No dejamos de crecer: continuamos creciendo. Cuando llegamos al plano espiritual, continuamos creciendo también allí. Pasamos por diferentes etapas de desarrollo. Cuando llegamos, estamos consumidos. Es preciso pasar por una etapa de renovación, una etapa de aprendizaje y una etapa de decisión. Nosotros decidimos cuándo queremos regresar, adonde y por qué motivos. Algunos prefieren no volver. Prefieren pasar a otra etapa de desarrollo. Y mantienen la forma espiritual... algunos por más tiempo que otros, antes de volver. Todo es crecimiento y aprendizaje... crecimiento continuo., Nuestro cuerpo es sólo un vehículo para que utilicemos mientras estamos aquí. Son nuestra alma y nuestro espíritu los que perduran por siempre.

transferencia y contratransferencia en las relaciones terapéuticas. Transferencia es la proyección de sentimientos, ideas y deseos que el paciente hace sobre el terapeuta, quien representa a alguien de su pasado. La contratransferencia es lo inverso: las reacciones emocionales inconscientes del terapeuta ante el paciente.

—. Todo debe estar equilibrado. La naturaleza está equilibrada. Los animales viven en armonía. Los humanos no han aprendido a hacerlo. Continúan destruyéndose a sí mismos. No hay armonía ni concierto en lo que hacen. Es tan diferente en la naturaleza... La naturaleza está equilibrada. La naturaleza es energía y vida... y restauración. Y los humanos sólo destruyen. Destruyen la naturaleza. Destruyen a otros seres humanos. Con el correr del tiempo se destruirán a sí mismos.

—Hay siete planos en total, siete planos, cada uno de los cuales consta de muchos niveles; uno de ellos es el plano de la rememoración. Se nos permite ver la vida que acaba de pasar. A los de niveles superiores se les permite ver la historia. Pueden volver y enseñarnos la historia. Pero nosotros, los de los niveles inferiores, sólo podemos ver nuestra propia vida... la que acaba de pasar.

»Tenemos deudas que deben saldarse. Si no hemos pagado esas deudas, las tendremos que llevar con nosotros a otra vida... a fin de que puedan ser elaboradas. Se progresa pagando las deudas. Algunas almas progresan más deprisa que otras. Cuando se está en la forma física y se elabora... se elabora una vida... si algo interrumpe nuestra capacidad de... de pagar esa deuda, debemos regresar al plano de la rememoración, y allí esperar a que el alma con quien estamos endeudados venga a vernos. Y cuando ambas podamos volver al estado físico al mismo tiempo, entonces se nos permitirá volver. Pero cada uno determina cuándo debe volver. Cada uno determina qué debe hacer para pagar esa deuda. No recordará sus otras vidas... sólo aquella de la que acaba de salir. Sólo las almas del nivel superior, los sabios, pueden recurrir a la historia y los sucesos pasados... para ayudarnos, para enseñarnos qué debemos hacer.

»Hay siete planos... siete, a través de los cuales debemos pasar antes de que regresemos. Uno de ellos es el plano de la transición. Allí esperamos. En ese plano se determina qué llevará cada uno a su próxima vida. Todos tendremos... un rasgo dominante. Puede ser la codicia, la lujuria... pero sea lo que fuere lo determinado, necesitamos saldar nuestras deudas con esas personas. Después se debe superar ese rasgo en esa vida. Debemos aprender a superar la codicia. De lo contrario, al retornar tendremos que llevar ese rasgo, además de otro, a la vida siguiente. Las cargas se harán mayores. Con cada vida por la que pasamos sin pagar las deudas, cada una de las siguientes será más dura. Si las saldamos, se nos dará una vida fácil. Así elegimos qué vida vamos a tener. En la fase siguiente somos responsables de la vida que tenemos. La elegimos.

 Tenemos que avanzar cierta distancia antes de alcanzar... antes de alcanzar nuestra meta. Las etapas en la forma física son difíciles. En el plano astral son sencillas. Allí sólo descansamos y esperamos. Las otras son las difíciles.
 
Es en este plano donde a algunas almas se les permite manifestarse a las personas que aún están en la forma física. Se les permite retornar... sólo si han dejado algún acuerdo sin cumplir. En este plano se permite la intercomunicación. Pero los otros planos... Aquí es donde se nos permite utilizar los poderes psíquicos y comunicarnos con las personas que tienen forma física. Hay muchas maneras de hacerlo. A algunos se les otorga el poder de la vista, para que puedan mostrarse a quienes aún están en la forma física. Otros tienen el poder del movimiento; se les permite mover objetos telepáticamente. Sólo se va a este plano si a uno le es útil ir ahí. Si ha dejado un acuerdo sin cumplir, puede decidir ir ahí para comunicarse de algún modo. Pero eso es todo... para que el acuerdo quede cumplido. Si nuestra vida ha terminado abruptamente, sería un motivo para entrar en este plano. Muchos prefieren ir ahí porque se les permite ver a quienes aún están en la forma física y muy unidos a ellos. Pero no todos quieren tener contacto con ellos. Para algunos puede ser muy aterrador.
 
Todo es tan rápido, tan complicado... lo que me dicen... sobre el cambio, el crecimiento y los diferentes planos. Hay un plano de conciencia y un plano de transición. Venimos de una vida y, si las lecciones se han completado, pasamos a otra dimensión, a otra vida. Debemos comprender plenamente. De lo contrario, no se nos permite pasar... tenemos que repetir, porque no aprendemos. Debemos experimentarlo desde todos los aspectos. Debemos conocer el lado de las carencias, pero también el de la entrega. Hay muchísimo que saber, muchísimos espíritus dedicados a eso. Por eso estamos aquí... Los Maestros... son sólo uno en este plano.
 
Sé que habrá que pagar un precio. Lo que va, efectivamente, vuelve.
 
«... La sabiduría se alcanza con mucha lentitud. Esto se debe a que el conocimiento intelectual, fácilmente adquirido, debe convertirse en conocimiento "emocional" o subconsciente. Una vez transformado, la huella es permanente. La práctica conductista es el catalizador necesario para esta reacción. Sin acción, el concepto se marchita y desvanece. El conocimiento teórico sin aplicación práctica no es suficiente.

»Hoy en día se descuidan el equilibrio y la armonía; sin embargo, son las bases de la sabiduría. Todo se hace en exceso. La gente se excede en el peso porque come demasiado. Los deportistas descuidan aspectos de sí mismos y de los demás por correr en exceso. La gente parece excesivamente mezquina. Se bebe demasiado, se fuma demasiado, se está demasiado de juerga (o demasiado poco), se conversa demasiado sin satisfacción, se tienen demasiadas preocupaciones. Hay demasiadas ideas en blanco o negro. Todo o nada. La naturaleza no es así.

»En la naturaleza hay equilibrio. Los animales destruyen en pequeñas cantidades. Los sistemas ecológicos nunca son eliminados en masa. Las plantas consumidas vuelven a crecer. Las fuentes de sustento proveen y vuelven a reponerse. Se disfruta de la flor, se come la fruta, se preserva la raíz.

»La humanidad no ha aprendido el equilibrio; mucho menos lo ha practicado. Se guía por la codicia y la ambición; se conduce por el miedo. De este modo acabará por aniquilarse. Pero la naturaleza sobrevivirá, al menos las plantas.

»En verdad, la felicidad arraiga en la sencillez. La tendencia al exceso en el pensamiento y en la acción disminuye la felicidad. El exceso nubla los valores básicos. Los religiosos nos dicen que la felicidad se logra llenando el corazón de amor, fe y esperanza, practicando la caridad y brindando bondad. En verdad tienen razón. Dadas estas actitudes, habitualmente vienen el equilibrio y la armonía. Son, colectivamente, un estado del ser. En estos tiempos son un estado alterado de conciencia. Es como si la humanidad no permaneciera en su estado natural mientras vive en la Tierra. Tiene que llegar a un estado alterado a fin de llenarse de amor, caridad y sencillez, para sentir pureza, para deshacerse de sus temores crónicos.

»¿Cómo se llega a ese estado alterado, a ese otro sistema de valores? Y una vez que se llega a él ¿cómo sustentarlo? La respuesta parece simple. Es el denominador común de todas las religiones. La humanidad es inmortal; lo que hacemos ahora es aprender nuestras lecciones. Todos estamos en la escuela. Todo es muy simple, si se puede creer en la inmortalidad.

»Si una parte del ser humano es eterna (y en la historia hay sobradas evidencias para pensarlo así), ¿por qué nos tratamos tan mal? ¿Por qué pasamos por encima del prójimo en "provecho" personal, si en realidad estamos desechando la lección? Al parecer, todos vamos hacia el mismo sitio, aunque a diferente velocidad. Nadie es más grande que los demás.

»Analicemos las lecciones. Intelectualmente, las respuestas siempre han estado ahí, pero esta necesidad de actualizarlas por experiencia, de hacer permanente la huella subconsciente al "emocionalizar" y practicar el concepto, es la clave de todo. No basta memorizar en la escuela dominical. Parlotear sin practicar de nada sirve. Resulta fácil leer sobre el amor, la caridad y la fe, o conversar sobre ello. Pero practicarlos, sentirlos, requiere casi un estado alterado de conciencia. No se trata del estado transitorio inducido por las drogas, el alcohol o una emoción inesperada. El estado permanente se alcanza mediante el conocimiento y la comprensión. Se mantiene mediante la actividad física, mediante la acción y la práctica. Consiste en tomar algo casi místico y transformarlo en cosa de todos los días mediante la práctica, haciendo de eso un hábito.

»Comprendamos que nadie es mejor que otro. Sintámoslo. Practiquemos la ayuda al prójimo. Todos remamos en el mismo bote. Si no lo hacemos juntos, nuestros equipos se encontrarán muy solos.»

Otra noche, en un sueño diferente, hice una pregunta: «¿Por qué dice usted que todos somos iguales, cuando las contradicciones obvias son tan evidentes? ¿Diferencia en las virtudes, en el temperamento, el dinero, los derechos, la capacidad y el talento, la inteligencia, la aptitud para las matemáticas, y así hasta el infinito?»

La respuesta fue una metáfora: «Es como si dentro de cada persona se pudiera encontrar un gran diamante. Imaginemos un diamante de un palmo de longitud. Ese diamante tiene mil facetas, pero todas están cubiertas de polvo y brea. La misión de cada alma es limpiar cada una de esas facetas hasta que la superficie esté brillante y pueda reflejar un arco iris de colores.

»Ahora bien, algunos han limpiado muchas facetas y relucen con intensidad. Otros sólo han logrado limpiar unas pocas, que no brillan tanto. Sin embargo, por debajo del polvo, cada persona posee en su pecho un luminoso diamante, con mil facetas refulgentes. El diamante es perfecto, sin un defecto. La única diferencia entre las diferentes personas es el número de facetas que han limpiado. Pero cada diamante es el mismo y cada uno es perfecto.

«Cuando todas las facetas estén limpias y brillen en el espectro de la luz, el diamante volverá a la energía pura que fue en su origen. La luz permanecerá. Es como si el proceso requerido para hacer el diamante se invirtiera, liberada ya por toda la presión. La energía pura existe en el arco iris de luces, y las luces poseen conciencia y conocimiento.

»Y todos los diamantes son perfectos.»

A veces, las preguntas son complicadas y las respuestas, simples.

—¿Qué debo hacer? —preguntaba yo en un sueño—. Sé que puedo tratar y curar a la gente que sufre. Vienen a mí en mayor número de los que puedo atender. Estoy muy cansado. Pero ¿puedo negarme cuando me necesitan tanto? ¿Es correcto decir «Ya basta»?
—Tu papel no es el ser un salvavidas —fue la respuesta.

El último ejemplo que voy a citar fue un mensaje a otros psiquiatras. Desperté a eso de las seis de la mañana; en mi sueño había estado dando una conferencia a una vasta congregación de psiquiatras.

«En la carrera hacia la cada vez mayor incorporación de la medicación en psiquiatría, es importante que no abandonemos las enseñanzas tradicionales de nuestra profesión, aunque a veces parezcan vagas. Somos nosotros quienes aún conversamos con nuestros pacientes, con paciencia y compasión. Aún nos tomamos tiempo para hacerlo. Facilitamos el entendimiento conceptual de la enfermedad, curando con comprensión y mediante el descubrimiento inducido del conocimiento de sí mismo, no sólo con rayos láser. Aún utilizamos la esperanza para curar.

»En esta época actual, otras ramas de la medicina consideran que estos enfoques tradicionales de la curación son demasiado ineficaces, que consumen tiempo y no tienen base. Prefieren la tecnología al diálogo, la química de sangre analizada por computadora a la química personal entre el paciente y el médico, que cura al paciente y proporciona satisfacción al médico. Los enfoques idealistas, éticos, personalmente gratificantes de la medicina, pierden terreno ante los económicos, eficientes, aislantes y destructores de la satisfacción. Como resultado, nuestros colegas se sienten cada vez más aislados y deprimidos. Los pacientes, masificados y vacíos, como si nadie se ocupara de ellos.

«Debernos evitar la seducción de la alta tecnología. Antes bien, deberíamos ser modelos para nuestros colegas. Deberíamos demostrar que la paciencia, la comprensión y la compasión ayudan tanto al paciente como al médico. Reservar más tiempo para dialogar, para enseñar, para despertar la esperanza y la expectativa de curación: estas cualidades del médico-curandero, medio olvidadas, son las que debemos emplear siempre, como ejemplo para nuestros médicos colegas.

»La alta tecnología es maravillosa para la investigación y para facilitar la comprensión de la enfermedad humana. Puede ser un valioso instrumento clínico, pero jamás reemplazará las características y los métodos inherentemente personales de los verdaderos médicos. La psiquiatría puede ser la más digna de las especialidades médicas. Somos los maestros. No deberíamos abandonar este papel en aras de la asimilación: ahora, menos que nunca.»

Comprendamos que la vida no es sólo lo que tenemos a la vista. La vida va más allá de nuestros cinco sentidos. Seamos receptivos a los conocimientos y experiencias novedosos. «Nuestra misión es aprender, llegar a ser como Dios mediante el conocimiento.»


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